¿De verdad, Meta? ¿A estas alturas y aún no habéis entendido el efecto Streisand?

Meta, la misma empresa que durante años ha ofrecido disculpas públicas cada dos por tres por sus innumerables actos irresponsables y codiciosos, ha dado un paso que raya en lo absurdo: intentar silenciar la promoción del libro «Careless People«, de Sarah Wynn-Williams. En una jugada que no tendría cabida ni en las peores novelas de …

Mar 14, 2025 - 16:56
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¿De verdad, Meta? ¿A estas alturas y aún no habéis entendido el efecto Streisand?

IMAGE: Careless people - Sarah Wynn-Williams

Meta, la misma empresa que durante años ha ofrecido disculpas públicas cada dos por tres por sus innumerables actos irresponsables y codiciosos, ha dado un paso que raya en lo absurdo: intentar silenciar la promoción del libro «Careless People«, de Sarah Wynn-Williams.

En una jugada que no tendría cabida ni en las peores novelas de conspiración, un árbitro ha prohibido que la ex-empleada, que trabajaba directamente con Sheryl Sandberg, supervisaba las relaciones gubernamentales de la compañía en varios continentes y tenía contacto directo con Mark Zuckerberg, pueda difundir y hacer promoción de su libro, en un claro ejemplo del temido y bien conocido Efecto Streisand, tal como lo definió Mike Masnick.

Intentar censurar un libro en pleno siglo XXI es profundamente inútil, y solo provoca el interés y la furia de la audiencia que pretende conocer la verdad. En un mundo hiperconectado donde la información se propaga a la velocidad que todos conocemos, el intento de reprimir un relato crítico solo consigue amplificarlo. La reacción popular ya está en marcha, y la intención de ocultar hechos desagradables ha resultado contraproducente, alimentando exactamente la curiosidad que pretendía sofocar. El libro ya ha aparecido en la sección correspondiente de The New York Times, está disponible en Amazon y en la web de su editor, McMillan, que ha refrendado la veracidad del relato y defendido a su autora mientras Meta pretendía difamarla afirmando que había sido despedida por incompetente.

La decisión de Meta, además, no puede verse como una medida aislada, sino como el culmen de un comportamiento reiterado y compulsivo de una compañía dirigida por un auténtico psicópata que ha decidido que ya estaba bien de pedir disculpas: ahora, actúa de forma impulsiva para encubrir prácticas éticamente cuestionables en las que incurre, como siempre, con total conocimiento de causa. Durante años, la compañía ha tenido que disculparse públicamente por decisiones y políticas que han puesto en entredicho su integridad. En este contexto, el intento de silenciar «Careless People» se muestra no solo como un acto de censura, sino como una maniobra desesperada para intentar desesperadamente evadir la exposición de sus más oscuros errores corporativos.

La ironía es máxima: una corporación que ha demostrado repetidamente actuar sin escrúpulos, ahora se encuentra atrapada en una trampa que solo confirma sus peores temores. El esfuerzo por censurar «Careless People» no es más que un reflejo de la fragilidad y desesperación de Meta, una empresa que, en lugar de asumir la responsabilidad de sus actos, intenta silenciarlos con métodos arcaicos que, en la era digital, resultan completamente ineficaces. Una jugada contraproducente que no solo pone de relieve la inutilidad de intentar esconder o borrar la verdad, sino que también refuerza el carácter irresponsable y poco ético de una compañía que mejor debería dedicarse a aprender de sus errores y actuar con un mínimo de transparencia. La lección es clara: en la era de la información, los intentos de censura siempre terminarán volviendo con fuerza, dejando al descubierto la hipocresía de quienes los promueven.

Y como modesto aporte para favorecer la difusión de este libro, que acabo de empezar a leer, aquí tenéis mi artículo.