Elon Musk quiere llevar Internet a todo el planeta. El problema es que hay zonas donde usar Starlink conlleva la cárcel

La oferta de Starlink no deja de ser contradictoria. Mientras unos ven a la empresa de Elon Musk como la salvación a muchos de sus males, incluso como una cuestión vital en el caso de Ucrania, en otros puntos del planeta se ve con cierto desdén, incluso como un rival a batir. Lo cierto es que la compañía nació con un eslogan insuperable: proveer al planeta de internet, aunque las cosas nunca son tan sencillas. Y el Pacífico es un ejemplo de ello. Starlink: revolución y polémica. La historia la contaba esta semana Nikkei. La expansión de Starlink, el servicio de internet satelital de Musk, ha generado una combinación de entusiasmo y preocupación en varias islas del Pacífico. Mientras en muchas regiones se ha recibido como una solución revolucionaria para mejorar la conectividad en comunidades remotas, en micro países como Niue, su operación es simplemente ilegal y puede acarrear multas o incluso cárcel. Eso sí, la isla de 2.000 habitantes mantiene una postura pragmática, sin sancionar a los usuarios hasta ahora, pero su legislación prohíbe por completo el uso de Starlink, al igual que lo han hecho en el pasado otras naciones del Pacífico como Vanuatu, Tonga y Samoa. En Xataka Ha llovido tanto en España que los embalses están hasta arriba. Y aún así nadie quiere quitar las restricciones de agua Negocios locales en armas. Además, el caso de Niue refleja un dilema más amplio del problema de Starlink (y que hemos visto antes): la llegada de la compañía desafía los modelos de negocio de los proveedores de telecomunicaciones locales, que han invertido millones en cables submarinos de fibra óptica para mejorar el acceso a internet. A esto se suman preocupaciones sobre la seguridad de los datos y la concentración del poder tecnológico en manos de alguien como Musk, quien, si alguien ha estado metido en un agujero los últimos meses, además de liderar SpaceX ha ganado influencia política como uno de los principales aliados del presidente Donald Trump. La competencia por la fibra. Starlink ofrece una alternativa de alta velocidad a los proveedores tradicionales, lo que ha generado una fuerte presión sobre las telecomunicaciones estatales. En Papúa Nueva Guinea, por ejemplo, la entrada de la compañía de Musk ha sido objeto de un litigio legal, mientras que en Palau, el gobierno ha postergado su autorización debido a la deuda millonaria contraída para instalar cables submarinos financiados por Japón, Australia y el Banco Asiático de Desarrollo. Dicho de otra forma: permitir el acceso irrestricto a Starlink significaría una reducción en los ingresos destinados a pagar esta infraestructura. En la otra acera, países como Tuvalu, Nauru y las Islas Salomón han adoptado Starlink con entusiasmo, utilizándolo para mejorar el acceso a internet en zonas aisladas y reducir los costes de los datos hasta en un 70%. De hecho, en casos como Tuvalu, el gobierno ha integrado Starlink en su infraestructura de telecomunicaciones, utilizándolo como proveedor de ancho de banda para su red de telefonía móvil. Impacto geopolítico. Más allá de la competencia con las empresas locales, la expansión de Starlink tiene implicaciones geopolíticas y estratégicas. Musk, el tipo más rico del planeta, el mismo con una fortuna que supera los 300 mil millones de dólares, ha consolidado su empresa SpaceX como un actor clave en la infraestructura de comunicaciones global. Qué duda cabe, con más de cinco millones de usuarios en el mundo, Starlink representa una alternativa a las redes estatales de telecomunicaciones, lo que ha generado preocupaciones sobre la soberanía digital de los países en los que opera. Voces como la de la investigadora Cynthia Mehboob, de la Universidad Nacional de Australia, advierten en Nikkei que la privatización de las telecomunicaciones en manos de una sola empresa plantea riesgos obvios para la seguridad nacional y la protección de datos. Plus: Trump. La estrecha relación de Musk con el actual presidente de Estados unidos refuerza las sospechas (conspirativas o no) sobre un posible uso de Starlink con fines políticos o estratégicos, en un contexto donde Washington está presionando a sus aliados para aumentar su gasto en defensa y fortalecer su postura frente a China. En Xataka En su empeño por recortar y despedir a trabajadores en EEUU, Elon Musk ha ido un paso más allá: Italia El futuro en el Pacífico. Así las cosas, y a pesar de la resistencia inicial de algunos países, la tendencia en la región parece estar cambiando. Naciones como Vanuatu, Tonga y Samoa, que previamente habían prohibido Starlink, han comenzado a concederle licencias. Incluso en Niue, donde como decíamos, sigue siendo ilegal y puede ser motivo de cárcel, el gobierno ha entablado negociaciones con la empresa para evaluar su posible integración dentro del marco regulatorio. Mientras tanto,

Mar 14, 2025 - 18:42
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Elon Musk quiere llevar Internet a todo el planeta. El problema es que hay zonas donde usar Starlink conlleva la cárcel

Elon Musk quiere llevar Internet a todo el planeta. El problema es que hay zonas donde usar Starlink conlleva la cárcel

La oferta de Starlink no deja de ser contradictoria. Mientras unos ven a la empresa de Elon Musk como la salvación a muchos de sus males, incluso como una cuestión vital en el caso de Ucrania, en otros puntos del planeta se ve con cierto desdén, incluso como un rival a batir. Lo cierto es que la compañía nació con un eslogan insuperable: proveer al planeta de internet, aunque las cosas nunca son tan sencillas. Y el Pacífico es un ejemplo de ello.

Starlink: revolución y polémica. La historia la contaba esta semana Nikkei. La expansión de Starlink, el servicio de internet satelital de Musk, ha generado una combinación de entusiasmo y preocupación en varias islas del Pacífico. Mientras en muchas regiones se ha recibido como una solución revolucionaria para mejorar la conectividad en comunidades remotas, en micro países como Niue, su operación es simplemente ilegal y puede acarrear multas o incluso cárcel.

Eso sí, la isla de 2.000 habitantes mantiene una postura pragmática, sin sancionar a los usuarios hasta ahora, pero su legislación prohíbe por completo el uso de Starlink, al igual que lo han hecho en el pasado otras naciones del Pacífico como Vanuatu, Tonga y Samoa.

Negocios locales en armas. Además, el caso de Niue refleja un dilema más amplio del problema de Starlink (y que hemos visto antes): la llegada de la compañía desafía los modelos de negocio de los proveedores de telecomunicaciones locales, que han invertido millones en cables submarinos de fibra óptica para mejorar el acceso a internet.

A esto se suman preocupaciones sobre la seguridad de los datos y la concentración del poder tecnológico en manos de alguien como Musk, quien, si alguien ha estado metido en un agujero los últimos meses, además de liderar SpaceX ha ganado influencia política como uno de los principales aliados del presidente Donald Trump.

La competencia por la fibra. Starlink ofrece una alternativa de alta velocidad a los proveedores tradicionales, lo que ha generado una fuerte presión sobre las telecomunicaciones estatales. En Papúa Nueva Guinea, por ejemplo, la entrada de la compañía de Musk ha sido objeto de un litigio legal, mientras que en Palau, el gobierno ha postergado su autorización debido a la deuda millonaria contraída para instalar cables submarinos financiados por Japón, Australia y el Banco Asiático de Desarrollo. Dicho de otra forma: permitir el acceso irrestricto a Starlink significaría una reducción en los ingresos destinados a pagar esta infraestructura.

En la otra acera, países como Tuvalu, Nauru y las Islas Salomón han adoptado Starlink con entusiasmo, utilizándolo para mejorar el acceso a internet en zonas aisladas y reducir los costes de los datos hasta en un 70%. De hecho, en casos como Tuvalu, el gobierno ha integrado Starlink en su infraestructura de telecomunicaciones, utilizándolo como proveedor de ancho de banda para su red de telefonía móvil.

Impacto geopolítico. Más allá de la competencia con las empresas locales, la expansión de Starlink tiene implicaciones geopolíticas y estratégicas. Musk, el tipo más rico del planeta, el mismo con una fortuna que supera los 300 mil millones de dólares, ha consolidado su empresa SpaceX como un actor clave en la infraestructura de comunicaciones global.

Qué duda cabe, con más de cinco millones de usuarios en el mundo, Starlink representa una alternativa a las redes estatales de telecomunicaciones, lo que ha generado preocupaciones sobre la soberanía digital de los países en los que opera. Voces como la de la investigadora Cynthia Mehboob, de la Universidad Nacional de Australia, advierten en Nikkei que la privatización de las telecomunicaciones en manos de una sola empresa plantea riesgos obvios para la seguridad nacional y la protección de datos.

Plus: Trump. La estrecha relación de Musk con el actual presidente de Estados unidos refuerza las sospechas (conspirativas o no) sobre un posible uso de Starlink con fines políticos o estratégicos, en un contexto donde Washington está presionando a sus aliados para aumentar su gasto en defensa y fortalecer su postura frente a China.

El futuro en el Pacífico. Así las cosas, y a pesar de la resistencia inicial de algunos países, la tendencia en la región parece estar cambiando. Naciones como Vanuatu, Tonga y Samoa, que previamente habían prohibido Starlink, han comenzado a concederle licencias. Incluso en Niue, donde como decíamos, sigue siendo ilegal y puede ser motivo de cárcel, el gobierno ha entablado negociaciones con la empresa para evaluar su posible integración dentro del marco regulatorio.

Mientras tanto, las empresas de telecomunicaciones locales se enfrentan a un futuro incierto. Algunas, como Vodafone Cook Islands, han reportado una caída del 12% en sus ingresos por servicios de red debido a la competencia con Starlink. Bajo este escenario, muchas han comenzado a explorar acuerdos de compra de ancho de banda a… sí, la propia Starlink para mantenerse competitivas.

No solo parece que Starlink esté transformando la red en el Pacífico, la está convirtiendo en prácticamente suya. Y eso a pesar incluso de las leyes locales.

Imagen | Jay Huang

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La noticia Elon Musk quiere llevar Internet a todo el planeta. El problema es que hay zonas donde usar Starlink conlleva la cárcel fue publicada originalmente en Xataka Móvil por Miguel Jorge .