Hay gente convencida de que en 2030 vamos a alcanzar la inmortalidad. Estos son sus argumentos
Vivir más y vivir mejor, pero sobre todo vivir más. La longevidad es la obsesión de muchos, incluidos algunos “futurólogos” que creen que la vida eterna (entendida como el fin de las muertes por causa natural) está cerca. Objetivo 2029. Tan cerca como esta misma década. Antes incluso de su fin, para ser exactos. Esa es la previsión del exingeniero de Google y “futurista” Ray Kurzweil. Así lo señalaba hace unos meses en una entrevista para la empresa Bessemer Venture Partners. Esto nos plantea algunas dudas, como en qué argumentos se basa esta noción y si nos encontramos cerca de conseguir escapar indefinidamente de la muerte. En la entrevista, Kurzweil lo expresaba de la siguiente manera: “La ciencia avanza y está curando varias enfermedades. Estás recibiendo de vuelta en promedio unos cuatro meses al año (…) Sin embargo, la investigación científica también se encuentra en una curva exponencial. Para 2029, habrás recibido un año entero de cuenta. Así que pierdes un año, pero recibes un año de vuelta”. “Velocidad de escape”. La idea de Kurzweil gira en torno al concepto de la velocidad de escape de la longevidad. En física, la velocidad de escape es una velocidad que nos permite contrarrestar el tirón gravitatorio de un cuerpo e impulsarnos lejos de él gracias a la simple inercia. En este contexto, la velocidad de escape significa algo distinto, que no nos lleva a escapar de algo físico sino de alejarnos metafóricamente de la misma muerte. La idea es sencilla, y es que el aumento de la esperanza de vida crezca exponencialmente hasta que se llegue a un punto en el que cada año esta esperanza de vida aumente en más de un año. Gracias a avances en medicina y otros campos, la esperanza de vida ha ido aumentando notablemente en todo el mundo, pero, al menos por ahora, prolongar indefinidamente nuestra esperanza de vida parece una simple quimera. En Xataka La debacle de la demografía japonesa, ilustrada en un gráfico que habla por sí mismo Argumentos. Por poco tiempo, si nos fiamos de los argumentos de Kurzweil. El principal argumento es el rápido avance de la medicina contemporánea. Los avances médicos nos han permitido vencer numerosas enfermedades infecciosas a través de tratamientos y vacunas. El propio Kurzweil pone como ejemplo la celeridad con la que fue creada la vacuna contra el Covid (obviando quizás el titánico esfuerzo de desarrollo, que además se sustentaba en trabajos previos en inmunización y genética). Sin embargo también es cierto que seguimos avanzando mucho en la lucha contra enfermedades como los cánceres. Estamos incluso cerca de replicar la tecnología que nos dio la vacuna contra el Covid en la lucha contra algunos tumores. Por otra parte, enfermedades muy vinculadas con la edad como el Alzheimer o el Parkinson siguen resultando todo un reto para los científicos que aún buscan comprender las causas de estos trastornos para combatirlos de forma eficaz. No solo salud. El incremento de la esperanza de vida no solo se circunscribe al ámbito sanitario. Nuestro mundo es más seguro de lo que era en el pasado. El transporte es más seguro que hace unas décadas, las guerras menos frecuentes, y los crímenes violentos se dan en menor medida. Estos factores también han contribuido al aumento de la esperanza de vida y es probable (tampoco seguro) que lo sigan haciendo en el futuro. No tan rápido. Hay quienes creen que alcanzaremos la velocidad de escape pronto sin llegar al optimismo de Kurzweil. Por ejemplo George Church, experto en genética de la Universidad de Harvard que señalaba que, quizás a lo largo de nuestra vida, podamos alcanzar este punto evolutivo. Un poco más optimista que Church, Aubrey de Grey, presidente de la Longevity Escape Velocity Foundation, propone que será a lo largo de la década de 2030 cuando la alcancemos. ¿Llegará? Existen muchos motivos para ser escépticos, no ya solo con la ambiciosa agenda de Kurzweil, sino con el concepto mismo de velocidad de escape de la longevidad. Como señalábamos anteriormente, existen motivos para cierto escepticismo. Por ejemplo el hecho de que los avances en una enfermedad no implican avances en otras. Incluso el cáncer es tan variado que implica que, mientras algunos son perfectamente tratables, otros aún representan una enorme amenaza a nuestra vida. Las enfermedades infecciosas representan otro escollo: si bien habíamos avanzado mucho en la creación de vacunas y antibióticos, estos últimos están perdiendo eficacia a pasos agigantados ante la llegada de las “superbacterias”. Las enfermedades neurodegenerativas también nos recuerdan que no solo basta con esquivar la muerte, mientras no mejoremos nuestra calidad de vida en las últimas etapas de nuestra vida, de poco servirán estas mejoras. En Xataka | Llevamos siglos buscando los secretos de la longevidad. Hemos encontrado uno en el ARN de unos gusanos Imagen | Harli Marten

Vivir más y vivir mejor, pero sobre todo vivir más. La longevidad es la obsesión de muchos, incluidos algunos “futurólogos” que creen que la vida eterna (entendida como el fin de las muertes por causa natural) está cerca.
Objetivo 2029. Tan cerca como esta misma década. Antes incluso de su fin, para ser exactos. Esa es la previsión del exingeniero de Google y “futurista” Ray Kurzweil. Así lo señalaba hace unos meses en una entrevista para la empresa Bessemer Venture Partners. Esto nos plantea algunas dudas, como en qué argumentos se basa esta noción y si nos encontramos cerca de conseguir escapar indefinidamente de la muerte.
En la entrevista, Kurzweil lo expresaba de la siguiente manera: “La ciencia avanza y está curando varias enfermedades. Estás recibiendo de vuelta en promedio unos cuatro meses al año (…) Sin embargo, la investigación científica también se encuentra en una curva exponencial. Para 2029, habrás recibido un año entero de cuenta. Así que pierdes un año, pero recibes un año de vuelta”.
“Velocidad de escape”. La idea de Kurzweil gira en torno al concepto de la velocidad de escape de la longevidad. En física, la velocidad de escape es una velocidad que nos permite contrarrestar el tirón gravitatorio de un cuerpo e impulsarnos lejos de él gracias a la simple inercia. En este contexto, la velocidad de escape significa algo distinto, que no nos lleva a escapar de algo físico sino de alejarnos metafóricamente de la misma muerte.
La idea es sencilla, y es que el aumento de la esperanza de vida crezca exponencialmente hasta que se llegue a un punto en el que cada año esta esperanza de vida aumente en más de un año. Gracias a avances en medicina y otros campos, la esperanza de vida ha ido aumentando notablemente en todo el mundo, pero, al menos por ahora, prolongar indefinidamente nuestra esperanza de vida parece una simple quimera.
Argumentos. Por poco tiempo, si nos fiamos de los argumentos de Kurzweil. El principal argumento es el rápido avance de la medicina contemporánea. Los avances médicos nos han permitido vencer numerosas enfermedades infecciosas a través de tratamientos y vacunas. El propio Kurzweil pone como ejemplo la celeridad con la que fue creada la vacuna contra el Covid (obviando quizás el titánico esfuerzo de desarrollo, que además se sustentaba en trabajos previos en inmunización y genética).
Sin embargo también es cierto que seguimos avanzando mucho en la lucha contra enfermedades como los cánceres. Estamos incluso cerca de replicar la tecnología que nos dio la vacuna contra el Covid en la lucha contra algunos tumores. Por otra parte, enfermedades muy vinculadas con la edad como el Alzheimer o el Parkinson siguen resultando todo un reto para los científicos que aún buscan comprender las causas de estos trastornos para combatirlos de forma eficaz.
No solo salud. El incremento de la esperanza de vida no solo se circunscribe al ámbito sanitario. Nuestro mundo es más seguro de lo que era en el pasado. El transporte es más seguro que hace unas décadas, las guerras menos frecuentes, y los crímenes violentos se dan en menor medida. Estos factores también han contribuido al aumento de la esperanza de vida y es probable (tampoco seguro) que lo sigan haciendo en el futuro.
No tan rápido. Hay quienes creen que alcanzaremos la velocidad de escape pronto sin llegar al optimismo de Kurzweil. Por ejemplo George Church, experto en genética de la Universidad de Harvard que señalaba que, quizás a lo largo de nuestra vida, podamos alcanzar este punto evolutivo. Un poco más optimista que Church, Aubrey de Grey, presidente de la Longevity Escape Velocity Foundation, propone que será a lo largo de la década de 2030 cuando la alcancemos.
¿Llegará? Existen muchos motivos para ser escépticos, no ya solo con la ambiciosa agenda de Kurzweil, sino con el concepto mismo de velocidad de escape de la longevidad. Como señalábamos anteriormente, existen motivos para cierto escepticismo. Por ejemplo el hecho de que los avances en una enfermedad no implican avances en otras.
Incluso el cáncer es tan variado que implica que, mientras algunos son perfectamente tratables, otros aún representan una enorme amenaza a nuestra vida. Las enfermedades infecciosas representan otro escollo: si bien habíamos avanzado mucho en la creación de vacunas y antibióticos, estos últimos están perdiendo eficacia a pasos agigantados ante la llegada de las “superbacterias”.
Las enfermedades neurodegenerativas también nos recuerdan que no solo basta con esquivar la muerte, mientras no mejoremos nuestra calidad de vida en las últimas etapas de nuestra vida, de poco servirán estas mejoras.
En Xataka | Llevamos siglos buscando los secretos de la longevidad. Hemos encontrado uno en el ARN de unos gusanos
Imagen | Harli Marten
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Hay gente convencida de que en 2030 vamos a alcanzar la inmortalidad. Estos son sus argumentos
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Pablo Martínez-Juarez
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