Inteligencia artificial y empleo tecnológico: ¿susto o muerte?

La llegada de la inteligencia artificial generativa provoca, como hemos comprobado en artículos recientes, muy interesantes debates sobre el futuro del trabajo en el sector tecnológico. Ahora, unas recientes proyecciones del Bureau of Labor Statistics (BLS), que viene a ser el brazo de investigación del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, nos invitan a …

Feb 23, 2025 - 15:45
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Inteligencia artificial y empleo tecnológico: ¿susto o muerte?

IMAGE: OpenAI's DALL·E, via ChatGPT

La llegada de la inteligencia artificial generativa provoca, como hemos comprobado en artículos recientes, muy interesantes debates sobre el futuro del trabajo en el sector tecnológico. Ahora, unas recientes proyecciones del Bureau of Labor Statistics (BLS), que viene a ser el brazo de investigación del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, nos invitan a repensar viejos temores y a vislumbrar nuevas oportunidades: según algunos analistas, es muy posible que los trabajadores tecnológicos tengan muchos menos motivos para preocuparse de lo que muchos parecían creer.

El estudio viene a analizar cómo la inteligencia artificial afectará las proyecciones de empleo en la próxima década, y los datos hablan por sí solos: se prevé un incremento del 10.5% en el empleo dentro del sector de servicios profesionales, científicos y técnicos entre 2023 y 2033, más del doble del esperado para el promedio nacional. En un contexto en el que se teme una ola de automatización, estas cifras sugieren que tanto el auge de la digitalización como la necesidad de una fuerte transformación tecnológica van a seguir demandando profesionales altamente cualificados. Según los propios investigadores del Bureau of Labor Statistics, «aunque es posible que las mejoras en productividad inducidas por la inteligencia artificial puedan superar la demanda laboral continua, no existe evidencia clara que pueda sustentar esa idea». Un matiz fundamental: el impacto de la inteligencia artificial es, en gran medida, incierto, y va a depender fundamentalmente de la forma en que se implemente en cada industria.

El informe destaca que si bien algunas ocupaciones podrían verse afectadas negativamente, otras van a estar en pleno auge. El diseño de sistemas se perfila como el de mayor crecimiento dentro de la industria tecnológica, y el papel de científico de datos se posiciona, de forma no muy sorprendente, como la ocupación con mayor expansión en la próxima década. Por otro lado, la automatización y la capacidad de la inteligencia artificial para replicar tareas básicas están llevando a proyecciones a la baja en ocupaciones más rutinarias: se espera, por ejemplo, una caída del 4.7% en el empleo de transcriptores médicos, y un descenso del 5% en el de representantes de servicio al cliente, lo que nos recuerda que no todas las profesiones tienen el mismo grado de vulnerabilidad frente a la automatización.

Una dualidad que nos obliga a repensar el concepto de «trabajo» en la era digital: mientras algunas tareas rutinarias se disponen, obviamente, a desaparecer, se apunta que la complejidad creciente de los sistemas digitales van a exigir más especialistas que sepan diseñar, implementar y gestionar estas nuevas infraestructuras.

El fenómeno, por tanto, no parece tan simple como pensar en un futuro en el que la inteligencia artificial sustituya a los trabajadores humanos. La experiencia y la lógica nos muestran que, al automatizar ciertos procesos, se abren nuevas oportunidades en áreas que van a seguir mucho tiempo requiriendo una supervisión y un mantenimiento probablemente llevado a cabo por humanos. La tecnología, en lugar de simplemente eliminar empleos, parece más bien transformar la naturaleza de estos y crear nuevos roles, demandando habilidades más sofisticadas y estratégicas.

Este parece ser el detalle fundamental: la innovación tecnológica nunca ha sido una fuerza unilateral de destrucción de empleo. La historia nos ha enseñado que, con cada revolución industrial, las tareas repetitivas han sido sustituidas, pero a la vez han ido emergiendo nuevos puestos de trabajo. La clave parece estar, por tanto, en la capacidad de adaptación, en la formación continua y en la reinvención profesional. El análisis parece subrayar una incertidumbre intrínseca en la forma en que la inteligencia artificial va a impactar las diferentes industrias: mientras algunos temen un auténtico cataclismo sobre el empleo, otros parecen apostar más por transformaciones que, si se gestionan adecuadamente, pueden significar saltos cualitativos en la eficiencia y en la calidad de los servicios.

La realidad parece apuntar a que la inteligencia artificial actuará de manera diferenciada según la naturaleza del trabajo. Los trabajos que implican tareas altamente estructuradas y repetitivas son, como todos sabemos desde hace mucho tiempo, las más susceptibles a la automatización. Sin embargo, aquellas que requieren creatividad, juicio humano y una constante adaptación al cambio, como el desarrollo de sistemas o la ciencia de datos, se pueden beneficiar de la transformación.

Este escenario plantea una pregunta crucial: cómo prepararnos para un futuro donde la inteligencia artificial y el factor humano se disponen a entrelazarse cada vez más. Y la respuesta, aunque compleja, parece pasar por una inversión continua en educación y en formación (visite nuestro bar ;-) No se trata simplemente de temer al cambio, sino de anticiparlo y capacitar a las nuevas generaciones para que puedan aspirar a ser los arquitectos de lo que parece que va a ser una auténtica revolución digital.

La automatización y la inteligencia artificial no tienen que ser enemigos mortales del empleo, sino motores de cambio que, bien gestionados, pueden potenciar el desarrollo profesional y la innovación. La transformación digital está en marcha y, nos pongamos como nos pongamos, va a ser imparable. Como sociedad, debemos abrazar esa evolución y, sobre todo, apostar decididamente por la formación continua. Porque el futuro del empleo en tecnología no depende de la tecnología en sí, sino de nuestra capacidad para adaptarnos, reinventarnos y liderar esos cambios.