Lo siento Sonic, pero me he enamorado en Steam corriendo a velocidades supersónicas y esquivando lluvias de misiles
Mis intentonas de catar las mieles de Sonic apenas han funcionado conmigo. El erizo azul es todo un icono de la industria de los videojuegos, pero sus innumerables entregas no me han conquistado. Sí, probé el título de 1991 en una Game Boy Advance y di el salto al formato 3D con Sonic Heroes para PS2, pero son apenas anécdotas en mi historial. Y no es que deteste los plataformas, pues de hecho se encuentran entre mis géneros favoritos, por lo que la aparición de Sonic Frontiers parecía como si la saga me extendiese la mano para darle una nueva oportunidad. No lo hice y me quedé con las ganas de recorrer paisajes gigantescos a velocidades endiabladas. Ahora, con la llegada de la promoción Steam Next Fest, HASTE: Broken Worlds me ha dado la dosis de caña que necesitaba. Landfall, creadores de grandes éxitos como Totally Accurate Battle Simulator, Clustertruck o Content Warning, han recuperado el espíritu de su plataformas sobre camiones. El resultado es una combinación genial entre lo que siempre soñó la mascota de Sega y un formato roguelike absolutamente inesperado para el género. El contexto no parece tener ninguna clase de sentido desde un inicio de la demo, pues no hay mayor explicación a que debemos correr con Zoe, la protagonista, para evitar que todo el universo colapse. Es por ello que toca introducirse en diez Frgmentos, los cuales se tratan de una colección de niveles generados de forma procedimental a completar sin morir. Apenas tres corazones, con sus correspondientes barras de salud, nos separan de un fracaso que te echa el aliento en el cogote. Sin embargo, no sabes si prestar más atención a su peligro o a la sensación de libertad que ofrece HASTE: Broken Worlds. Con una sencillez pasmosa, la obra tan solo permite iniciar la carrera, saltar y descender en picado por unos terrenos conformados por bosques en islas flotantes. El terreno es extremadamente irregular, por lo cual toca aprovechar las deformaciones como trampolín para cubrir enormes distancias, pero también es preciso caer a toda velocidad cuando la hierba desciende. De este modo, tomaremos todavía más impulso (o lo conservaremos, dependiendo de lo bien ejecutado que sea el aterrizaje) para seguir corriendo mientras todo se desomorona a nuestro alrededor. En Vida Extra Los mejores lanzamientos de marzo de 2025: Assassin's Creed Shadows, Split Fiction, Atomfall y más Y no resulta fácil esquivar decenas de árboles, piedras y estructuras futuristas que lanzan rayos de energía para cortar el paso, lo cual se convierte en una feria de evitar obstáculos. Por suerte, es posible recurrir a una tabla futurista que es capaz de canalizar nuestra energía acumulada con los aterrizajes, lo cual permite conseguir un impulso de velocidad brutal. Además, si bien llegar al final de cada nivel es el objetivo principal, también es conveniente recoger pequeñas piezas de Fragmento para obtener una calificación mayor. De hecho, la cantidad que obtengamos es vital para hacer la parada técnica en boxes. Es nuestra decisión acudir a una tienda donde se nos ofrecen tres potenciadores que sirven para recargar salud u obtener velocidad temporal, entre otras mejoras, y a partir de ahí volver a saltar a la acción. Con todo, las mayores sorpresas que me ha dado HASTE: Broken Worlds provienen de los cambios de tono absolutos de sus biomas. Existe una variante apocalíptica en la que hay que recorrer una suerte de meteorito con campos gravitatorios dañinos y en los que no está claro el rumbo que hay que tomar. La dirección hay que averiguarla rotando la cámara mientras Zoe sigue corriendo, pero con una destrucción constante todavía más acelerada. Por otro lado, es posible que toque un formato fantástico en el que nuestra carrera llena de color el nivel y el objetivo es pintarlo antes de que termine el tiempo. Con el mismo método contrarreloj está mi versión preferida en la que llueven bombas y toca sobrevivir 30 segundos sin detenerse. Si ya son suficientes locuras para el cuerpo, los gameplays compartidos por Landfall muestran ganchos y maquinaria de fábrica por la que correr para el futuro. Aunque no parece que el peso narrativo en HASTE: Broken Worlds sea lo más importante, sí que es posible encontrarse con diferentes personajes con los que interactuar y conocer mejor su universo. Los diálogos rezuman simpatía y sus diseños en 2D son ilustraciones espléndidas que valen mucho la pena descubrir, por lo que las pausas más tranquilas en entornos preciosos las agradezco. Eso sí, toda consecución de niveles concluye en un jefe final del Fragmento, siendo en este caso un mecha enorme que lanza misiles desde la distancia. Toca llegar hasta él para golpearle varias veces esquivando la ráfaga interminable que lo destroza todo, obligando a que nos movamos con un dinamismo y una soltura estupendos. Sé que puede parecer una nimied

Mis intentonas de catar las mieles de Sonic apenas han funcionado conmigo. El erizo azul es todo un icono de la industria de los videojuegos, pero sus innumerables entregas no me han conquistado. Sí, probé el título de 1991 en una Game Boy Advance y di el salto al formato 3D con Sonic Heroes para PS2, pero son apenas anécdotas en mi historial.
Y no es que deteste los plataformas, pues de hecho se encuentran entre mis géneros favoritos, por lo que la aparición de Sonic Frontiers parecía como si la saga me extendiese la mano para darle una nueva oportunidad. No lo hice y me quedé con las ganas de recorrer paisajes gigantescos a velocidades endiabladas. Ahora, con la llegada de la promoción Steam Next Fest, HASTE: Broken Worlds me ha dado la dosis de caña que necesitaba.
Landfall, creadores de grandes éxitos como Totally Accurate Battle Simulator, Clustertruck o Content Warning, han recuperado el espíritu de su plataformas sobre camiones. El resultado es una combinación genial entre lo que siempre soñó la mascota de Sega y un formato roguelike absolutamente inesperado para el género. El contexto no parece tener ninguna clase de sentido desde un inicio de la demo, pues no hay mayor explicación a que debemos correr con Zoe, la protagonista, para evitar que todo el universo colapse.
Es por ello que toca introducirse en diez Frgmentos, los cuales se tratan de una colección de niveles generados de forma procedimental a completar sin morir. Apenas tres corazones, con sus correspondientes barras de salud, nos separan de un fracaso que te echa el aliento en el cogote. Sin embargo, no sabes si prestar más atención a su peligro o a la sensación de libertad que ofrece HASTE: Broken Worlds.
Con una sencillez pasmosa, la obra tan solo permite iniciar la carrera, saltar y descender en picado por unos terrenos conformados por bosques en islas flotantes. El terreno es extremadamente irregular, por lo cual toca aprovechar las deformaciones como trampolín para cubrir enormes distancias, pero también es preciso caer a toda velocidad cuando la hierba desciende. De este modo, tomaremos todavía más impulso (o lo conservaremos, dependiendo de lo bien ejecutado que sea el aterrizaje) para seguir corriendo mientras todo se desomorona a nuestro alrededor.
Y no resulta fácil esquivar decenas de árboles, piedras y estructuras futuristas que lanzan rayos de energía para cortar el paso, lo cual se convierte en una feria de evitar obstáculos. Por suerte, es posible recurrir a una tabla futurista que es capaz de canalizar nuestra energía acumulada con los aterrizajes, lo cual permite conseguir un impulso de velocidad brutal. Además, si bien llegar al final de cada nivel es el objetivo principal, también es conveniente recoger pequeñas piezas de Fragmento para obtener una calificación mayor. De hecho, la cantidad que obtengamos es vital para hacer la parada técnica en boxes.
Es nuestra decisión acudir a una tienda donde se nos ofrecen tres potenciadores que sirven para recargar salud u obtener velocidad temporal, entre otras mejoras, y a partir de ahí volver a saltar a la acción. Con todo, las mayores sorpresas que me ha dado HASTE: Broken Worlds provienen de los cambios de tono absolutos de sus biomas. Existe una variante apocalíptica en la que hay que recorrer una suerte de meteorito con campos gravitatorios dañinos y en los que no está claro el rumbo que hay que tomar.
La dirección hay que averiguarla rotando la cámara mientras Zoe sigue corriendo, pero con una destrucción constante todavía más acelerada. Por otro lado, es posible que toque un formato fantástico en el que nuestra carrera llena de color el nivel y el objetivo es pintarlo antes de que termine el tiempo. Con el mismo método contrarreloj está mi versión preferida en la que llueven bombas y toca sobrevivir 30 segundos sin detenerse. Si ya son suficientes locuras para el cuerpo, los gameplays compartidos por Landfall muestran ganchos y maquinaria de fábrica por la que correr para el futuro.

Aunque no parece que el peso narrativo en HASTE: Broken Worlds sea lo más importante, sí que es posible encontrarse con diferentes personajes con los que interactuar y conocer mejor su universo. Los diálogos rezuman simpatía y sus diseños en 2D son ilustraciones espléndidas que valen mucho la pena descubrir, por lo que las pausas más tranquilas en entornos preciosos las agradezco.
Eso sí, toda consecución de niveles concluye en un jefe final del Fragmento, siendo en este caso un mecha enorme que lanza misiles desde la distancia. Toca llegar hasta él para golpearle varias veces esquivando la ráfaga interminable que lo destroza todo, obligando a que nos movamos con un dinamismo y una soltura estupendos.
Sé que puede parecer una nimiedad, pero terminar la demo y que se te permita disfrutar del mundo abierto para desplazarte con soltura es una pasada. Sencillamente, podría pasarme un buen rato dando saltos y corriendo a velocidades supersónicas, porque la sensación que transmite el videojuego es fabulosa. Por ahora, HASTE: Broken Worlds no posee una fecha de lanzamiento, pero a buen seguro que lo tendré en mi lista de deseados para no perderle la pista.
En VidaExtra | Es la mayor barbarie que haya parido Capcom y lleva siendo mi placer culpable desde hace casi 20 años
En VidaExtra | Los detalles del sistema de habilidades de GTA San Andreas son la prueba de que fue y siempre será un juegazo
En VidaExtra | De Gran Turismo a GT7: 25 años a la vanguardia de la conducción en consolas PlayStation
-
La noticia
Lo siento Sonic, pero me he enamorado en Steam corriendo a velocidades supersónicas y esquivando lluvias de misiles
fue publicada originalmente en
Vida Extra
por
Juan Sanmartín
.