EE.UU. implementa sus aranceles del 25% a los chips y las empresas de Taiwán responden: de 2.000 a 5.000 millones de inversión en Texas

Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China han tenido un efecto inesperado: un renovado interés de las empresas taiwanesas en invertir en territorio estadounidense. Con la administración Trump imponiendo aranceles del 25% a los chips y presionando para una mayor manufactura local, las grandes compañías del sector tecnológico de Taiwán han comenzado a planificar inversiones millonarias en EE.UU., con Texas como epicentro de esta nueva ola de expansión.

El contexto económico global está obligando a los gigantes de la manufactura tecnológica a reconsiderar sus estrategias. La guerra arancelaria iniciada por la administración Trump ha llevado a que las principales fundiciones de servidores de Inteligencia Artificial de Taiwán evalúen seriamente trasladar parte de su producción a suelo estadounidense.

Trump vuelve a cumplir con otra amenaza lanzada: aranceles del 25% a los chips de Taiwán, sus empresas ya están planificando aterrizar en EE.UU.

Este movimiento no solo busca evitar aranceles elevados, sino también mejorar su relación con el mercado norteamericano y asegurar un papel clave en la creciente demanda de servidores para Inteligencia Artificial. Trump ha conseguido el efecto que quería, como así reflejan desde la propia Taiwán fuentes del sector:

"Las siete principales fundiciones de servidores de Inteligencia Artificial de Taiwán visitaron recientemente Texas, EE. UU., y se espera que algunos fabricantes anuncien planes para aumentar la inversión en Estados Unidos antes del 10 de mayo."

Li Shiqin, presidente del Sindicato de Electricidad y Electrónica, destacó en un reciente evento en Hong Kong que la inversión de Taiwán en EE. UU. está muy por debajo de su cuota de mercado en el país. Para mejorar esta situación y ganar un lugar preferencial en la política económica de Trump, las empresas deben realizar inversiones significativas antes de terminar este 2025.

De 2.000 millones a 5.000 millones que comenzarán por Texas, y no se descartan más inversiones

Estas empresas incluyen nombres como Foxconn, Quanta Computer, Wistron, Wiwynn, Inventec, Compal y Pegatron, todos actores clave en la fabricación de servidores para Inteligencia Artificial. Se estima que solo la adquisición de terrenos y la construcción de edificios industriales en Texas costará alrededor de 2.000 millones de dólares. Si además se invierte en infraestructura automatizada para ensamblaje de servidores, la cifra podría ascender hasta los 5.000 millones por cada nueva planta.

"La política de Trump es solo una oportunidad para que los fabricantes taiwaneses aceleren la reubicación de sus bases de producción."

Un factor clave en esta decisión es el costo de esa producción. Tradicionalmente, muchas empresas trasladaron sus fábricas a México buscando costos más bajos, pero la situación está cambiando. Recientemente, una delegación empresarial taiwanesa visitó Texas y se reunió con el gobernador Greg Abbott para discutir posibles incentivos y facilidades para la inversión en el estado.

El gobierno texano, por su parte, ha mostrado una gran disposición a recibir a estas compañías, algo que ya esperaban tras los movimientos previos de Trump que comentamos en otros artículos:

"El gobierno de Texas también tiene previsto construir un centro industrial de software y satélites de órbita baja. También hay rumores en el mercado de que Texas pretende construir una 'versión texana del Parque Científico de Hsinchu'."

Taiwán no quiere dar la imagen de que EE.UU. la ha forzado a invertir en su suelo en vez de en el propio

La inversión taiwanesa no solo está impulsada por los aranceles, sino también por el potencial de Texas como un centro tecnológico emergente. Con la construcción del primer centro de datos de Inteligencia Artificial del proyecto Stargate y la posibilidad de que Texas se convierta en un hub similar al Parque Científico de Hsinchu, las empresas están viendo una oportunidad de crecimiento en el estado.

Sin embargo, no todas las empresas han confirmado sus planes de inversión. Mientras que Foxconn y Pegatron han evitado hacer comentarios a las fuentes taiwanesas, otras compañías han señalado que ya tienen operaciones en EE. UU. y están considerando expandirse. Quanta, por ejemplo, tiene fábricas en California y Tennessee, y planea ampliar su capacidad en ambas ubicaciones.

Wistron, por su parte, adquirió terrenos y fábricas en Texas el año pasado, mientras que Compal y Inventec están explorando la posibilidad de abrir plantas en la región.

Sea como fuere, sin importar la imagen que dé Taiwán al mundo, lo que está claro es que ha sido imponer el 25% de aranceles a los chips que se fabriquen fuera de EE.UU. y rápidamente moverse la isla para aterrizar en suelo yanki con inversiones mil millonarias para no perder el mercado estadounidense.

Trump juega a un juego económico donde su país va a salir ganando sí o sí a largo plazo

El objetivo de Trump es muy inteligente y poco tiene que ver realmente con los chips, sino con la economía. Si sigue, y lo está haciendo, con su política fiscal, suprimirá el IRPF a prácticamente todos los trabajadores, y evidentemente, pretende que parte de ese dinero llegue desde los aranceles a países externos.

O lo que es igual, quiere que el estadounidense medio tenga más dinero en su bolsillo para que gaste más e invierta más, según el caso, mientras que el resto de países pagan la fiesta, lo cual aumentará la economía americana y al mismo tiempo, crea puestos de trabajo de aquellos países que decidan invertir en construir empresas en su suelo. Trump será muchas cosas, pero está demostrando jugar a este juego mejor que ningún otro estratega y dirigente del mundo, incluido Xi Jinping en China.

Igualmente, la guerra comercial todavía no ha llegado a su apogeo, Trump apretará mucho más a China y veremos cómo se defiende dicho país, mientras que la UE parece no enterarse de la jugada del mandatario estadounidense e intenta pactar con ambas partes, entrando en escena la jugada de "compuesta y sin novio" que tanto teme Von der Leyen.

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