Review: Monster Hunter Wilds, domando la naturaleza
No soy un neófito en la saga Monster Hunter. Sí es el primero que tengo la suerte de abordar desde … Sigue leyendo → La entrada Review: Monster Hunter Wilds, domando la naturaleza aparece primero en Akihabara Blues.

No soy un neófito en la saga Monster Hunter. Sí es el primero que tengo la suerte de abordar desde un punto de vista menos casual, intentando escudriñar cada mecánica, decisión o arma, y este es mi análisis explorando el juego desde esta nueva perspectiva.
Esta reseña contiene spoilers del juego
Un gran mundo que explorar
Mi primer acercamiento a la saga fue Monster Hunter Unite (allá por la PSP) y me pareció un título cautivador, no por sus monstruos, sino por su mundo. El mundo de Monster Hunter es vasto desde el primer momento que te imbuyes en uno de sus juegos. Da igual la entrega o los mapas que tengas disponibles para jugar, el trasfondo de esta saga es inmenso. Cultura, pueblos, geología, la obvia flora y fauna, costumbre e, incluso, religión. Cada entrega aporta su granito de arena a este mundo lleno de vastas armas y tierras.
Por eso, el primer título que me cautivó de verdad fue Monster Hunter Worlds. Añadía una increíble tonalidad y detalle a un mundo vivo. Criaturas territoriales y culturas encontradas a favor de la ciencia y la biodiversidad. También mejoraba creces el gameplay, simplificando mecánicas y añadiendo mejoras de calidad de vida para que todo el mundo pudiese entrar a un juego cada vez más fácil de entrar y difícil de dominar.
Por eso creía imposible que este mundo se pudiera expandir más a lo ancho y al detalle, o que mejorase el gameplay mejor que Worlds o Rise (al que también le metí buenas horas), hasta que probé Monster Hunter Wilds.
¿Qué hacemos aquí?
Monster Hunter Wilds comienza como una space opera clásica, con una expedición hacia tierras tan inciertas y tan desconocidas que tienen el nombre de Tierras Prohibidas. Estos terrenos no nos son desconocidos. Los hemos ido viendo a lo largo de las entregas como fondo, un skybox que, por lore, se intuían cosas. Ahora llega el momento de adentrarse más allá de la boundaries y encontrar uno de los mundos más vivos e impresionantes de la saga.
Este territorio, aparentemente deshabitado, nos da la bienvenida con un desierto amarillo casi blanco y una mancha en medio de este. Un niño llamado Nata, destroza todas las ideas preconcebidas de esta civilización que, ya avanzada a una temprana edad victoriana, propone y parece inventar el clásico colonialismo con la excusa de la investigación.
Por suerte, el elenco de increíblemente animados personajes es más majo – y, porqué no decirlo, muy guapos – que las pesetas, desde el primero hasta el último y parecen preocuparse por estos animales, parecen preocuparse por este entorno que Capcom ha potenciado hasta un nuevo nivel.
Tenemos varios cambios
Los escenarios, ahora son más grandes y profundos, llenos de detalles. Una escala que me recuerda a Jurassic Park en todas sus facetas, monstruos grandes y hábitats acordes. Monster Hunter Wilds no recibe el nombre únicamente por lo salvaje de sus parajes.
Ahora monstruos de diferentes tamaños viven en grupos y manadas, responden a alfas, migran y se mueven creando el círculo de la vida (esto hay que leerlo con la canción de El Rey León de en el fondo del hipotálamo). Esta fauna responde entre sí de numerosas formas en función de sus propias reglas, desde unos que van en pequeños grupos como grandes bestias con jerarquías fuertes.
Además, responden a los elementos y a la climatología cambiante de este mundo. La “primera zona” abarca un desierto seco y lleno de una latente electricidad estática que produce tormentas terroríficas que rodean al jugador de brumas y truenos que, a su vez, maravillan y sirven de utilizad para el combate.
Viajar por las tierras de Monster Hunter Wilds en el pollo-montura Seikret (también parte de este ciclo pudiendo ver su cría y doma) es una experiencia que nos lleva mirar alrededor, ya sea por conseguir materiales, afilar el arma o, simplemente, disfrutar de una conversación agradable e inocente con nuestro Felyne, que comparte su asombro con el mundo adelantándose al jugador, que no puede decirlo a través de su avatar aunque otros “humanos” compartan ese asombro.
Un gameplay salvaje
Una cosa que vuelve en este juego (o al menos ha vuelto a mi mente) es la inclusión de razas inteligentes, que pasan de la etiqueta “fauna” a la de “tribu” o “pueblo” (y no será la única que nos encontremos). Con un nuevo sentido renacido de persona, cada línea de voz entendible es más notable y un “yo te curo” o “allí arriba” para tirar una roca y que golpee a un monstruo hace una experiencia mucho más dinámica.
El gameplay en Rise ya era mucho más dinámico (de hecho, por eso es mi Monster Hunter más jugado hasta la fecha), pero Monster Hunter Wilds convierte cada caza en un coser y cantar. Ya no tanto por las armas, que ahora podremos llevar dos (a lo Red Dead Redemption 2) sino que las cazas aparecen según vas atravesando estos parajes. El tablero de misiones queda para solicitudes de los campamentos y las cazas llegan en cuanto nos encontramos con El Bicho de turno. Este nuevo flujo de cazas, logra que casi no tengas que bajarte del Seikret para nada. Conseguir recursos, viajar, atacar a tu presa, todo sentado en tu montura personalizada.
También en los campamentos se han tomado buenas decisiones. Estamos en territorio desconocido y no hay base a la que volver, ahora, cada avance dentro de terra incognita es un peldaño en el que establecerse, recargar, estabilizarse y seguir. En estos campamentos, podremos disfrutar de varias comodidades como en anteriores bases.
Forja para las armas y armaduras, misiones secundarias para ayudar con suministros, tiendas… y la cocina, antes llevada en un solo lugar, ahora nos lleva a ser Juan-Palomo-yo-me-lo-guiso-yo-me-lo-como en nuestra propia tienda, llegando a tal punto de detalle que podremos elegir la proteína que queramos – carne, pescado, verdura – junto con distintos ingredientes que se reflejarán en la propia animación de cocinar que, como Capcom ya nos tiene acostumbrados en esta saga, se ve increíblemente deliciosa.
También podremos pasar un momento sentado, de chill, con nuestro Felyne, descansando como buenos colegas en la hamaca regalando pequeños momentos y reforzando la idea de que la tienda es campo seguro.
Domando la Naturaleza
Monster Hunter Wilds es una delicia en todos los sentidos, tanto metafóricos como físicos. El flujo de gameplay te transporta a unas vistas inolvidables en escenarios de gran y pequeña escala con una acción de película. La fotografia y la música te engancha junto con el descubrimiento de un pedazo desconocido de este salvaje mundo.
Seguiré jugando al titulo con la fuerza de mil soles y conseguiré todas las armaduras y armas (tanto para mí, como para mi Seikret y mi ya recurrente Felyne, Nevado). Sí, me queda para el endgame, pero este mundo no se disfruta solo y de seguro voy a maravillarme con cada rincón de él. [95]
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