Vive en un barco con gastos anuales de 5.700 euros. Los grandes peros: las duchas y los inviernos
Vivir en un piso o una casa está sobrevalorado. Al menos es lo que pensaría Elizabeth Earle, escritora e ilustradora británica que escogió vivir en un barco en un canal británico. Y es que hay personas que, por cualquier circunstancia en la vida, deciden aventurarse y dar el paso hacia un estilo de vida algo más exótico. Si bien ya mencionábamos hace unos días la historia de este millonario que lleva 25 años convirtiendo los cruceros en su nuevo hogar, esta vez exploramos la vida de Earle y otras familias que viven felizmente en barcos de canal. Una aventura que no está exenta de retos No es un caso aislado. De acuerdo con Sky News, alrededor de 15.000 personas en el Reino Unido han optado por vivir en embarcaciones, atraídas por razones económicas, el deseo de aventura o la búsqueda de mayor independencia. No obstante, aunque la idea puede parecer idílica, adaptarse a esta forma de vida conlleva ciertos retos. Tal y como repasan desde el Diario AS, Earle adquirió su primera embarcación por 4.600 euros (3.800 libras). Durante los primeros meses, tuvo que enfrentar condiciones difíciles: no tenía ducha, usaba un balde como inodoro y las temperaturas invernales eran extremas. Sin embargo, con esfuerzo y determinación, renovó completamente su barco, logrando venderlo posteriormente por 20.000 libras. Con ese dinero, pudo comprar una embarcación más grande y cómoda. Barco de Elizabeth Earle. Imagen: Sky News Actualmente, disfruta de la tranquilidad del Canal de Coventry en Warwickshire, acompañada de su perra rescatada, Leela. Para ella, lo mejor de esta vida es la libertad de movimiento: “Si quiero irme de aquí puedo irme mañana mismo”, comenta. A pesar de los sacrificios, Earle afirma que vivir en un barco le ha permitido disfrutar de una existencia más simple y libre. La vida en un barco no está exenta de dificultades. En invierno, el carbón es esencial para mantener el calor, y quedarse sin él implica cargar pesados sacos a través del barro. Además, la seguridad puede ser una preocupación, sobre todo al caminar sola por la noche. También es necesario ser más precavido con las pertenencias. Interior del barco de Tracey Essery. Imagen: Sky News El acceso a servicios básicos es otro aspecto a considerar. La mayoría de los barcos utilizan inodoros de bomba, de cassette o de compostaje, siendo este último el preferido por Earle. Para ducharse, suele acudir a gimnasios, lo que le permite ahorrar agua. “Cuando vas a casa de un amigo y puedes usar su retrete, no te puedes creer la suerte que has tenido. Puedes ir a hacer caca y es fabuloso”, bromeaba. A menudo se asocia este estilo de vida con un menor coste en comparación con vivir en una casa, pero los gastos pueden ser significativos. Earle estima que su presupuesto anual es de unos 5.700 euros, es decir, unos 475 euros al mes, incluyendo seguro, gas, carbón, diésel y la licencia del Canal and River Trust, la entidad que regula estos canales en el Reino Unido. En Xataka Smart Home El precio ya no es el único problema de comprar una vivienda en España. Ahora tenemos menos días para decidirnos Por otro lado, algunos barcos pueden representar una inversión considerable. Tracey Essery, una consultora de sostenibilidad de 63 años, pagó más de 100.000 libras por su barcaza y gasta entre 500 y 600 libras mensuales en facturas. Según ella, vivir en un barco exige una gran planificación, y no estar preparado puede resultar en un error costoso. A pesar de los desafíos, muchos de los que eligen esta forma de vida destacan los aspectos positivos. Maxine Brown y su esposo, por ejemplo, resaltan el sentido de comunidad que han encontrado en los canales. “Cuando vivía en casa no conocía a mis vecinos. Te levantas, vas a trabajar y no hay comunidad, pero en un barco hay una comunidad y puede que no veas a la gente durante un año o así, pero cuando vuelves a encontrarte con ellos es como si los hubieras visto ayer”, explican. Para ellos, esta experiencia ha sido tan satisfactoria que no contemplan volver a vivir en una casa, incluso en su vejez. Vivir en un barco requiere esfuerzo, planificación y la disposición de renunciar a ciertas comodidades. Sin embargo, para quienes buscan una vida más libre y en contacto con la naturaleza, puede que esta alternativa pueda encajar como las piezas de un puzle en sus vidas. Imagen de portada | Bernd

Vivir en un piso o una casa está sobrevalorado. Al menos es lo que pensaría Elizabeth Earle, escritora e ilustradora británica que escogió vivir en un barco en un canal británico. Y es que hay personas que, por cualquier circunstancia en la vida, deciden aventurarse y dar el paso hacia un estilo de vida algo más exótico.
Si bien ya mencionábamos hace unos días la historia de este millonario que lleva 25 años convirtiendo los cruceros en su nuevo hogar, esta vez exploramos la vida de Earle y otras familias que viven felizmente en barcos de canal.
Una aventura que no está exenta de retos
No es un caso aislado. De acuerdo con Sky News, alrededor de 15.000 personas en el Reino Unido han optado por vivir en embarcaciones, atraídas por razones económicas, el deseo de aventura o la búsqueda de mayor independencia. No obstante, aunque la idea puede parecer idílica, adaptarse a esta forma de vida conlleva ciertos retos.
Tal y como repasan desde el Diario AS, Earle adquirió su primera embarcación por 4.600 euros (3.800 libras). Durante los primeros meses, tuvo que enfrentar condiciones difíciles: no tenía ducha, usaba un balde como inodoro y las temperaturas invernales eran extremas. Sin embargo, con esfuerzo y determinación, renovó completamente su barco, logrando venderlo posteriormente por 20.000 libras. Con ese dinero, pudo comprar una embarcación más grande y cómoda.

Actualmente, disfruta de la tranquilidad del Canal de Coventry en Warwickshire, acompañada de su perra rescatada, Leela. Para ella, lo mejor de esta vida es la libertad de movimiento: “Si quiero irme de aquí puedo irme mañana mismo”, comenta. A pesar de los sacrificios, Earle afirma que vivir en un barco le ha permitido disfrutar de una existencia más simple y libre.
La vida en un barco no está exenta de dificultades. En invierno, el carbón es esencial para mantener el calor, y quedarse sin él implica cargar pesados sacos a través del barro. Además, la seguridad puede ser una preocupación, sobre todo al caminar sola por la noche. También es necesario ser más precavido con las pertenencias.

El acceso a servicios básicos es otro aspecto a considerar. La mayoría de los barcos utilizan inodoros de bomba, de cassette o de compostaje, siendo este último el preferido por Earle. Para ducharse, suele acudir a gimnasios, lo que le permite ahorrar agua. “Cuando vas a casa de un amigo y puedes usar su retrete, no te puedes creer la suerte que has tenido. Puedes ir a hacer caca y es fabuloso”, bromeaba.
A menudo se asocia este estilo de vida con un menor coste en comparación con vivir en una casa, pero los gastos pueden ser significativos. Earle estima que su presupuesto anual es de unos 5.700 euros, es decir, unos 475 euros al mes, incluyendo seguro, gas, carbón, diésel y la licencia del Canal and River Trust, la entidad que regula estos canales en el Reino Unido.
Por otro lado, algunos barcos pueden representar una inversión considerable. Tracey Essery, una consultora de sostenibilidad de 63 años, pagó más de 100.000 libras por su barcaza y gasta entre 500 y 600 libras mensuales en facturas. Según ella, vivir en un barco exige una gran planificación, y no estar preparado puede resultar en un error costoso.
A pesar de los desafíos, muchos de los que eligen esta forma de vida destacan los aspectos positivos. Maxine Brown y su esposo, por ejemplo, resaltan el sentido de comunidad que han encontrado en los canales. “Cuando vivía en casa no conocía a mis vecinos. Te levantas, vas a trabajar y no hay comunidad, pero en un barco hay una comunidad y puede que no veas a la gente durante un año o así, pero cuando vuelves a encontrarte con ellos es como si los hubieras visto ayer”, explican. Para ellos, esta experiencia ha sido tan satisfactoria que no contemplan volver a vivir en una casa, incluso en su vejez.
Vivir en un barco requiere esfuerzo, planificación y la disposición de renunciar a ciertas comodidades. Sin embargo, para quienes buscan una vida más libre y en contacto con la naturaleza, puede que esta alternativa pueda encajar como las piezas de un puzle en sus vidas.
Imagen de portada | Bernd