Brandon Sanderson explica sus tres leyes de la magia y cómo las respetan (o no) Harry Potter, Star Wars, El Señor de los Anillos y Superman

Cuando dominas todo un universo de fantasía como el Cosmere, es necesario mantener una serie de reglas si no quieres que se produzcan desequilibrios. Brandon Sanderson tiene en su mente numerosas novelas en las que la magia tiene un protagonismo total, por lo que él mismo se rige por normas estrictas.

Durante una charla con Tim Ferris, el autor ha explicado cómo trabaja con sus tres leyes de la magia que le permiten moldear sus mundos, pero antes el entrevistador los ha explicado:

1. La capacidad de un autor para resolver conflictos con magia es directamente proporcional a lo bien que el lector comprende dicha magia.
2. Las debilidades, los límites y los costes son más interesantes que los poderes.
3. El autor debe expandir lo que ya forma parte del sistema de magia antes de agregar algo completamente nuevo, ya que, de lo contrario, esto podría cambiar por completo cómo encaja la magia en el mundo ficticio.

Sanderson indica que, para que una historia funcione bien, la magia debe ser descubierta poco a poco por el protagonista hasta que él mismo consiga detectar una regla que puede aprovechar a su favor. Cuando llega el clímax del argumento, puede aprovecharse de la misma para resolver el gran problema y constituir el esquema "promesa, progreso, recompensa". Por lo tanto, "ha estudiado, ha aprendido cómo funciona la magia y, al final, puede hacer algo que nadie más puede hacer. Y lo crees, porque viste todo el esfuerzo", señala el novelista.

El respeto hacia tus propias normas

La otra forma de enfocar ese conflicto definitivo consiste en que gracias al conocido como deus ex machina, por el cual todo se resuelve de forma arbitraria por parte del escritor. En el caso de Harry Potter, Sanderson señala que "J.K. Rowling era muy buena con la lógica interna en un libro en particular, pero luego la tiraba por la ventana en el siguiente. Un ejemplo: los giratiempos. En el libro donde aparecen, tienen reglas claras y funcionan dentro de esas reglas. Pero en el cuarto libro, de repente olvidan que pueden viajar en el tiempo y nunca los usan".

De hecho, él mismo amplía la desidia que provoca el lector respecto a los deus ex machina hacia cualquier género de novela. "Lo que pasa es que la fantasía tiene una mayor tendencia a ello debido a la magia. Algunos autores piensan: 'Tengo magia, así que puedo chasquear los dedos y resolver el problema', expone el autor, al mismo tiempo que utiliza la saga Star Wars para seguir exponiendo sus principios.

"Si tu sistema de magia está bien construido, el lector lo entenderá. Un gran ejemplo es Star Wars. Creemos que Luke puede disparar los misiles usando la Fuerza. ¿Por qué? Porque, a lo largo de la historia, hemos visto a Obi-Wan usarla, hemos visto a Luke esforzarse por aprenderla, hemos visto que los sistemas de puntería fallan. En el gran momento, cuando Obi-Wan le dice: 'Utiliza la Fuerza, Luke', lo entendemos. Luke quita el visor y dispara. Lo creemos porque se nos ha mostrado la progresión: promesa, progreso, recompensa."

Por otro lado, también elogia los fundamentos de la magia que utilizan referentes tan sólidos de la fantasía como El Señor de los Anillos y Juego de Tronos. Las obras de Tolkien y George R.R. Martin saben cómo construir momentos de tensión y dobles filos respecto al uso de la magia en sus páginas.

"Tolkien también lo entendía bien. El Anillo resuelve problemas, pero también complica las cosas. Cuando Sam usa el Anillo para rescatar a Frodo de los orcos, lo creemos porque sabemos qué hace el Anillo. Es un momento heroico. Pero luego Sam renuncia al Anillo, y eso refuerza su carácter. El Señor de los Anillos es un manual perfecto sobre cómo usar la magia dura y blanda de manera efectiva.

George R.R. Martin también es bueno en esto. En Juegos de Tronos, cada vez que alguien usa magia, te asustas. Sabes que la gente morirá, que las cosas empeorarán. Su magia blanda es brillante porque crea un sentido de misterio, peligro y tristeza. Es impredecible y emocionante."

Errores de novato

Aunque sus explicaciones son convicentes y están argumentadas, lo cierto es que Sanderson no siempre las siguió al pie de la letra ni las tuvo presentes. De hecho, él mismo reconoce que no tuvo el enfoque necesario cuando dio sus primeros pasos con El Archivo de las Tormentas.

"Cuando empecé a escribir El Archivo de las Tormentas, caí en una trampa: pensar que 'más es mejor'. Y eso fue lo que arruinó la versión original de El Camino de los Reyes. Uno pensaría que habría aprendido la lección, pero no... La gente me decía: 'Tuviste tres sistemas de magia en Nacidos de la bruma. ¿Cuántos habrá en El Archivo de las Tormentas?'. Y yo respondía: '¡Habrá 30! ¡Será épico!'.

Pero cuando me senté a planearlo, me di cuenta de que estaba abordando el libro de la manera equivocada. Treinta sistemas de magia no son mejores que tres bien desarrollados. Esos tres, bien ejecutados, son mucho mejores que treinta mal diseñados. Así que me pregunté: '¿De qué trata realmente mi libro? ¿Qué elementos del mundo potenciarán mejor la historia?'. En lugar de agregar más, decidí enfocarme en hacer un trabajo más profundo y detallado.

Esto me recuerda a los videojuegos. En la serie The Elder Scrolls, uno de los primeros juegos en generar mazmorras de forma procedural anunciaba: '¡Hay mil mazmorras para explorar!'. Pero la verdad es que todas esas mazmorras estaban construidas con los mismos 30 elementos combinados de distintas formas, así que después de la segunda mazmorra ya estabas aburrido. Más adelante, los desarrolladores se dieron cuenta de que, si diseñaban pocas mazmorras con más cuidado, la experiencia mejoraba muchísimo."

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Es por ello que su tercera ley le permite contenerse a la hora de expandir sin sentido, lo que le permite construir su mundo de manera más reflexiva. En el caso de Imperio Final, cometió el error de anticipar un hecho destinado al segundo libro a recomendación de un editor.

"Me dijo que el final de Imperio Final no era tan espectacular como querían. Me sugirió que agregara algo para darle más impacto. Y yo respondí: 'Genial, tengo algo planeado para el segundo libro, lo adelantaré al primero'. Pero no lo había preparado adecuadamente.

Cuando el libro salió, a la gente le gustó, pero muchos dijeron que el final se sintió como un deus ex machina. Y tenían razón. No lo había preparado bien, simplemente apareció de la nada al final. Así que me pregunté: '¿Por qué a veces esto funciona y otras no?'. Y así nació la primera ley".

Aquello derivó en la creación de la segunda ley, lo cual aplica perfectamente a un icono de los cómics como Superman. Sanderson cree que lo que hace interesante al personaje de DC no es lo que puede hacer, sino precisamente sus limitaciones.

"No es que pueda volar o levantar edificios; es que no puede hacer que Lois se enamore de él, no puede salvar a todos, no puede violar su código y no puede hacer nada cuando hay kryptonita. Ahí es donde aparece el conflicto y, por lo tanto, la historia".

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