La cacería más puñetera que he pasado en Monster Hunter Wilds no fue contra su bestia más grande y poderosa, sino todo lo contrario

Una buena partida de Monster Hunter Wilds se desarrolla como esas portadas de fantasía de los discos de Power Metal Europeo de los 90s. Quizás por eso me gusta tanto el juego. Hay una constante epicidad en la que un grupo ataca con rudeza -y se defiende como gato patas arriba- ante criaturas brutales en escenarios naturales que se derrumban. Y da igual el arma que lleves: la emoción es constante. Lo que me pasó con el Arena Fugaz, sin embargo, fue más parecido a protagonizar un episodio del Coyote y el Correcaminos. En Monster Hunter no todo son tajos, explosiones y martillazos a bestias del tamaño de una avioneta o un autobús. A veces nos toca hacer misiones más rutinarias: salir a pescar, capturar una cantidad específica de insectos... Cosas de esas. ¿secundarias de relleno? No exactamente. De hecho, el mejor ejemplo de esto último es lo que sufrí cuando me pidieron que atrapase una "estrella fugaz" en mitad del desierto. ¿Un mero trámite? Déjame que te cuente lo que me pasó. Un encargo innecesario, un cazador curtido y dos burócratas con demasiado tiempo libre Antes de entrar en el barro toca hacer una aclaración: si has pasado de puntillas por la saga de Capcom te interesará saber que los cazadores de Monster Hunter no son unos bárbaros que se dedican a atizar bestias por diversión. Incluso cuando -¿para qué engañarnos?- es precísamente lo que muchos vamos a buscar. En el universo del juego hay un código establecido y los cazadores, quienes llevan armas sobredimensionadas, buscan constantemente frenar los riesgos y amenazas del ecosistema y, en términos más generales, ayudan a llevar a cabo una investigación de la fauna y la flora. A veces esa investigación consiste en conseguir un material específico y, entre una cosa y otra, acabas enzarzado en una auténtica batalla. Sobra decir que esa es la parte más divertida. Dicho de otro modo, incluso si un Rathalos se desmadra y provoca el caos y la devastación, es necesario esperar a la autorización del gremio de cazadores para desenfundar el arma. Lo cual, visto desde cierta perspectiva, justifica Monster Hunter como una saga de ficción, y no porque hay seres monstruosos sino porque en este mundo salvaje la burocracia salva vidas. Lo cual no quita que de vez en cuando haya un ápice de realismo y, en mi caso específico, dos personajes que me han tenido dando vueltas haciendo encargos innecesarios. Insisto, una buena partida luce como una portada de disco de Power Metal de los 90s En el Campamento principal de los Llanos Barlovento hay dos investigadores que, convenientemente rodeados de libros, sugieren que capturemos especies muy específicas de la fauna. Sus nombres son Dareel y Samin y, por lo general, están interesados en criaturas pequeñas. Podría decirte que lo hacen por un bien mayor, pero resulta que estos idiotas están básicamente compitiendo entre ellos por ver quién hace el estudio más del bicho raro y, bueno, ¿adivinas a quién le toca ir a buscarlos con cuatro pistas sueltas? La manera de afrontar estas misiones es simple: miras el encargo desde el menú, escudriñas los detalles (la zona de caza, la estación, sus hábitos, etc.) y si has jugado lo suficiente seguramente tengas un registro previo en el bestiario que te hará ir a tiro fijo. ¿El problema? Cuando consientes a uno el otro sube la apuesta con él y te pide una cosa todavía más rara formulándolo como "encargo oficial del gremio de cazadores". Dicho esto, no necesitas hacerles ni caso para avanzar en la historia. Pero, claro, cuando estás tan metido en el endgame del juego, perfeccionando tus armaduras y equipamiento de manera constante, es natural que te interese cerrar las misiones pendientes y los encargos, así que me lo tomé como una especie de versión de ¿Dónde está Wally?, pero al estilo Monster Hunter. En cierto modo, estos encargos ya estaban antes de esta entrega. Por eso, cuando me dijeron que me tenían un último encargo me sentí aliviado de quitármelos de encima. No sabía lo que me venía por delante. Dentro de ti hay una estrella. Si lo deseas... brillará Las largas esperas, es lo que tienen... A partir de aquí un inciso:  no soy un novato en la saga. Empecé en las portátiles de Sony y Nintendo y hace tiempo que pasé de las 100 primeras horas de juego en Monster Hunter Wilds. Literalmente he perdido la cuenta de los grandes wyverns que he abatido. Enfrentarme a Arkvelds curtidos no ha perdido su emoción, que conste, y en el bestiario hay un registro por si me da por hacer números. Si jugamos juntos seré la última línea de defensa cuando solo nos quede un desmayo antes de perder la partida. Pero incluso teniendo la mejor armadura y dos alucinantes armas artianas en mi zurrón estaba absolutamente indefenso ante la que, tal y como estaba viendo venir, acabó siendo mi última misión del juego: capturar un Arena Fugaz. De hecho, insi

Mar 23, 2025 - 01:03
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La cacería más puñetera que he pasado en Monster Hunter Wilds no fue contra su bestia más grande y poderosa, sino todo lo contrario

La cacería más puñetera que he pasado en Monster Hunter Wilds no fue contra su bestia más grande y poderosa, sino todo lo contrario

Una buena partida de Monster Hunter Wilds se desarrolla como esas portadas de fantasía de los discos de Power Metal Europeo de los 90s. Quizás por eso me gusta tanto el juego. Hay una constante epicidad en la que un grupo ataca con rudeza -y se defiende como gato patas arriba- ante criaturas brutales en escenarios naturales que se derrumban. Y da igual el arma que lleves: la emoción es constante. Lo que me pasó con el Arena Fugaz, sin embargo, fue más parecido a protagonizar un episodio del Coyote y el Correcaminos.

En Monster Hunter no todo son tajos, explosiones y martillazos a bestias del tamaño de una avioneta o un autobús. A veces nos toca hacer misiones más rutinarias: salir a pescar, capturar una cantidad específica de insectos... Cosas de esas. ¿secundarias de relleno? No exactamente. De hecho, el mejor ejemplo de esto último es lo que sufrí cuando me pidieron que atrapase una "estrella fugaz" en mitad del desierto. ¿Un mero trámite? Déjame que te cuente lo que me pasó.

Un encargo innecesario, un cazador curtido y dos burócratas con demasiado tiempo libre

Antes de entrar en el barro toca hacer una aclaración: si has pasado de puntillas por la saga de Capcom te interesará saber que los cazadores de Monster Hunter no son unos bárbaros que se dedican a atizar bestias por diversión. Incluso cuando -¿para qué engañarnos?- es precísamente lo que muchos vamos a buscar.

En el universo del juego hay un código establecido y los cazadores, quienes llevan armas sobredimensionadas, buscan constantemente frenar los riesgos y amenazas del ecosistema y, en términos más generales, ayudan a llevar a cabo una investigación de la fauna y la flora. A veces esa investigación consiste en conseguir un material específico y, entre una cosa y otra, acabas enzarzado en una auténtica batalla. Sobra decir que esa es la parte más divertida.

Dicho de otro modo, incluso si un Rathalos se desmadra y provoca el caos y la devastación, es necesario esperar a la autorización del gremio de cazadores para desenfundar el arma. Lo cual, visto desde cierta perspectiva, justifica Monster Hunter como una saga de ficción, y no porque hay seres monstruosos sino porque en este mundo salvaje la burocracia salva vidas. Lo cual no quita que de vez en cuando haya un ápice de realismo y, en mi caso específico, dos personajes que me han tenido dando vueltas haciendo encargos innecesarios.

Monster Hunter Wilds Insisto, una buena partida luce como una portada de disco de Power Metal de los 90s

En el Campamento principal de los Llanos Barlovento hay dos investigadores que, convenientemente rodeados de libros, sugieren que capturemos especies muy específicas de la fauna. Sus nombres son Dareel y Samin y, por lo general, están interesados en criaturas pequeñas. Podría decirte que lo hacen por un bien mayor, pero resulta que estos idiotas están básicamente compitiendo entre ellos por ver quién hace el estudio más del bicho raro y, bueno, ¿adivinas a quién le toca ir a buscarlos con cuatro pistas sueltas?

La manera de afrontar estas misiones es simple: miras el encargo desde el menú, escudriñas los detalles (la zona de caza, la estación, sus hábitos, etc.) y si has jugado lo suficiente seguramente tengas un registro previo en el bestiario que te hará ir a tiro fijo. ¿El problema? Cuando consientes a uno el otro sube la apuesta con él y te pide una cosa todavía más rara formulándolo como "encargo oficial del gremio de cazadores".

Dicho esto, no necesitas hacerles ni caso para avanzar en la historia. Pero, claro, cuando estás tan metido en el endgame del juego, perfeccionando tus armaduras y equipamiento de manera constante, es natural que te interese cerrar las misiones pendientes y los encargos, así que me lo tomé como una especie de versión de ¿Dónde está Wally?, pero al estilo Monster Hunter. En cierto modo, estos encargos ya estaban antes de esta entrega. Por eso, cuando me dijeron que me tenían un último encargo me sentí aliviado de quitármelos de encima. No sabía lo que me venía por delante.

Dentro de ti hay una estrella. Si lo deseas... brillará

Monster Hunter Wilds Las largas esperas, es lo que tienen...

A partir de aquí un inciso:  no soy un novato en la saga. Empecé en las portátiles de Sony y Nintendo y hace tiempo que pasé de las 100 primeras horas de juego en Monster Hunter Wilds. Literalmente he perdido la cuenta de los grandes wyverns que he abatido. Enfrentarme a Arkvelds curtidos no ha perdido su emoción, que conste, y en el bestiario hay un registro por si me da por hacer números. Si jugamos juntos seré la última línea de defensa cuando solo nos quede un desmayo antes de perder la partida.

Pero incluso teniendo la mejor armadura y dos alucinantes armas artianas en mi zurrón estaba absolutamente indefenso ante la que, tal y como estaba viendo venir, acabó siendo mi última misión del juego: capturar un Arena Fugaz. De hecho, insisto en el concepto de "capturar", porque ahí está la cuestión.

El encargo consistía en atrapar una "estrella fugaz" que, en esencia, es una criatura que aparece únicamente de noche y por la zona en la que comienza el desierto de los Llanos Barlovento. De modo que tiene que coincidir que haya visibilidad, que sea de noche y que no haya otras amenazas. Las dos primeras no son difíciles ya que "quemando" puntos de cazador puedo cambiar la hora y el clima descansando en cualquier campamento. Pero, claro, tocaba ver exactamente qué era esa criatura.

Me negué en rotundo a mirar guías en YouTube o internet. Dado que era mi último encargo para esos dos plastas, y teniendo en cuenta que no lo había hecho con ninguno antes, decidí resolver aquella idiotez por mi mismo. Así que espere y esperé a que asomase algo sin saber exactamente qué era. Y entonces se hizo de día. La primera jornada no había servido literalmente de nada.

Monster Hunter Wilds Batallas épicas de fondo y yo buscando una "estrella fugaz"...

La segunda noche no tuve mejor suerte. Me asaltó un monstruos curtido y, pensando que iba a perder el tiempo una vez más, decidí convertirlo en materiales para mi equipo sin alejarme de la zona. Segunda noche con las manos vacías, pero entre una cosa y otra pensé haber visto un brillo en la zona. ¿Aquello era lo que estaba buscando?

Con una imagen más o menos definida de qué podía ser empecé a dar vueltas y evitar peligros en la zona y ¡Bingo! La referencia a "estrella fugaz" se refería a un diminuto ratoncito que brilla como un hada por el desierto. Hay que fijarse bien, así que me armé con mi red y me topé con una triste realidad: el maldito roedor es más rápido que mi montura a su máxima velocidad. ¿Cómo rayos se supone que iba a atraparlo si ni siquiera podía seguirle el ritmo?

Cuando el maldito Speedy González de Monster Hunter Wilds acabó con mi paciencia

Durante las siguientes noches más que un cazador parecía uno de esos patosos personajes de los Looney Tunes tratando de atrapar al Correcaminos, al pollito Piolín o a Speedy González. No tenía ni idea qué hacer para cumplir con el encargo.  Acertar con la red montado en el Seikret era más una cuestión de suerte que de reflejos y al menor despiste se colaba entre monstruos poderosos o desaparecía tras una duna sin dejar pistas. El cambio de la noche al día no pasa rápido, pero hay que sumarle al proceso el rato hasta que asoma. Si decide asomar.

Te confieso que hubo un momento en el que pensé que había cosas mucho más interesantes que hacer en Monster Hunter Wilds. Pero luego pensé: si he tumbado a los monstruos más peligrosos y he acabado solo y sin ayuda con una bestia que es del tamaño de un tren, ¿cómo voy a desistir ante un maldito roedor? Pero, claro, luego me daba de canto con la realidad: no había manera de atraparlo. Prefería enfrentarme a la vez a tres grandes monstruos curtidos a perder otra noche más. Y, entonces, se me encendió la bombilla.

Monster Hunter Wilds

Una de las características del Arena Fugaz es su sentido del oído. Ese tipo de detalles no se dan de manera caprichosa. Lógicamente, una pesada y lenta cornamusa no me serviría absolutamente de nada, pero quizás, solo quizás, si usase la eslinga con munición chillona tendría algo parecido a una opción. Por primera vez en muchas partidas tenia algo remotamente parecido a un plan.

Al hacerse de noche me armé con la munición chillona y noté tres cosas: aquella idea funcionaba, pero tenía que cambiar rápidamente a la red. Lo segundo es que el Arena Fugaz, en el proceso de huída, tiende a tropezarse con otros monstruos mayores. Así que con todos los elementos alineados replantee mi menú radial, hice un par de atajos y decidí que había llegado el momento en el que el Coyote atraparía por fin al correcaminos.

La persecución fue intensa, se tropezó tres veces y no sabría decirte si quien se mareó más fue el Arena Fugaz con las chillonas o yo tratándo de seguirle la pista entre otros monstruos inofensivos, pero no mucho antes de que empezase a amanecer (según la interfaz del juego) logre que la red capturase al bicho. Pocas veces el sonido de un logro al saltar -el cual no me esperaba- me ha sonado tan bien. Estaba deseando ver cuál era el premio.

Tras salvar la partida dos veces me teletransporté al campamento con el orgullo de haber logrado una proeza y la satisfacción de que Dareel y Samin me dejarían en paz. O, al menos, al margen de su estúpida competición. Tengo que reconocer que el segundo reconoció mi proeza, pero la recompensa fue cualquier cosa menos asombrosa: un poco de Miel y algunas Hiervas Salvajes para condimentar mis recetas. Eso era todo.

Monster Hunter Wilds

Resulta paradójico que la cacería más difícil (y desesperante) que me ha dado Monster Hunter Wilds no fuese contra sus colosales bestias, sino contra un miserable roedor al que no tengo ninguna intención de volver a buscar. Pero, más allá del logro, reconozco que la siguiente receta que me preparé antes de continuar con mis rutinas de cazador me supo a gloria. No por los ingredientes, sino por cómo los había obtenido.

¿Y ahora qué? Pese a que ya no tengo misiones pendientes, tras darme un homenaje, salí a liberar la frustración acumulada y, con mi glaive insecto y mi espada larga bien afilados, me lancé a por una batalla épica en la arena de monstruos. Casi flaquee una vez, pero pobres de aquellos monstruos, sean guardianes o curtidos, que se pongan en mi camino.

En VidaExtra | Me encanta acribillar a los bicharracos de Monster Hunter Wilds con mi arco, pero pierdo un pedacito de mi alma tras cada cacería

En VidaExtra | Este trucazo de Monster Hunter Wilds me ha permitido mejorar mi equipo de caza al máximo, en tiempo récord y sin tener que luchar

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La noticia La cacería más puñetera que he pasado en Monster Hunter Wilds no fue contra su bestia más grande y poderosa, sino todo lo contrario fue publicada originalmente en Vida Extra por Frankie MB .