La carretera me ha enseñado a no fiarme ciegamente de Google Maps ni Waze. No siempre tienen razón

Te subes al coche y lo primero que haces es configurar la ruta en tu app favorita. Nos hemos habituado a esto desde hace ya algunos años, no importa si lo hacemos a través de nuestro teléfono o con Android Auto. Aplicaciones como Google Maps, Waze o alternativas como Coyote nos permiten dirigirnos a nuestro destino sin tener que buscar nosotros mismos la ruta en un mapa. Muy útil, tanto que acabamos por bajar la guardia. Demasiado.

Estas aplicaciones nos avisan cuando tenemos que girar, cuando tenemos que desviarnos por otra carretera o incluso cuando hay un radar cerca. Tendemos a confiar ciegamente en sus indicaciones, muchas veces ignorando el sentido común o nuestra percepción de la carretera. No siempre, pero esto puede conducirnos a algún problema. Y hay un buen surtido de precedentes que lo demuestran.

La tecnología, sea cual sea, no es infalible

La tecnología es ideal para hacernos la vida mejor o más sencilla y no hay que irse muy lejos para ello. Antes de tener tan a mano el GPS y apps como Google Maps, planificar un viaje por carretera era toda una odisea. Buscar rutas por mapas era una primera etapa necesaria, todo sin contar con que no teníamos ningún tipo de feedback del estado de las mismas en caso de tráfico denso, accidentes o mal tiempo.

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De eso, hemos pasado a un momento en el que basta con introducir destino y la app de turno se encarga del resto. El sistema es tan sencillo, accesible y rápido que ponerse en sus manos parece la decisión más lógica. Quizás por eso puede llegar a ser un problema que, probablemente, hayamos sufrido alguna vez. Yo mismo he tenido que dar un rodeo enorme en la ciudad de Málaga por un corte por obras que me indicaba Google Maps que, quizás por un error puntual, no existía.

Que nos ocurra algo así no es de buen gusto, pero las consecuencias no van más allá que pasar un rato más al volante. El problema es cuando una indicación de este tipo puede hacernos acabar con el coche por una vía donde no se puede circular o directamente con el coche por unas escaleras, como ocurrió hace unos meses en la ciudad de Sanxenxo.

Imagen: Concello de Sanxenxo

Este caso no acabó con víctimas ni daños demasiado graves, pero no es la única vez que un vehículo ha acabado en una posición delicada por una mala indicación de un GPS. Tenemos otro ejemplo que sucedió en 2022 en la ciudad de Ávila, donde un conductor iba buscando un parking y seguir demasiado a un GPS hizo que también acabara con el coche en unas escaleras.

Imagen: Emergencias Ávila

Los sucesos de este tipo no solo les ocurren a particulares. También tenemos varios casos en los últimos años en los que han estado involucrados camiones de todo tipo, con conductores profesionales al volante. Como explica El Diario de Navarra, van ya seis camiones en los últimos años que se quedan atascados en el núcleo urbano de Etulain, una pequeña localidad de 40 vecinos. La culpa es de nuevo de un GPS.

También tenemos otro ejemplo bastante curioso relacionado con camiones y errores provocados por el GPS. La Guardia Civil se refiere a una zona conocida como el 'Triángulo de la Pantaloneta', situada en La Rioja. Esta zona es propensa a jugarles malas pasadas a los camioneros, puesto que el GPS indica que hay una gasolinera que no existe y la mayoría de vehículos acaban varados como en la siguiente imagen.

Imagen: Guardia Civil

Saber dónde hay radares puede jugar en nuestra contra

Nos hemos centrado más arriba en accidentes provocados por una aplicación con GPS, pero nos queda otro punto que es muy importante para aplicaciones como Waze y Google Maps: la ubicación de radares. Como hemos explicado en otras ocasiones, no hay ningún problema para conocer la ubicación de todos los radares fijos, una información que publica la propia DGT. Los que son móviles ya son otro tema.

Utilizar una aplicación como Waze para estar al tanto de estos otros radares es útil. Esta aplicación se nutre de la información que dan otros usuarios, por lo que si uno ve uno de estos radares e informa al resto, sabremos antes de pasar que ahí hay que tener cierto cuidado con nuestra velocidad. Aquí volvemos a lo que comentábamos un poco más arriba: confiamos en que esa información es 'absoluta'. Y no lo es.

Imagen: roadjourney2wheels (Instagram)

Hace unos días os contábamos un caso donde una motorista se había percatado de un radar casi 'invisible'. Estaba colocado detrás de una señal y es tan compacto que es prácticamente imposible verlo hasta que uno lo ha pasado (y es demasiado tarde, claro). En este caso, el radar podría haber sido comunicado a través de Waze pero, ¿habrá más radares tan bien escondidos? Es muy probable, lo que hace casi imposible que todos estén en una app.

Aquí entra en juego nuevamente el tema de la confianza. Vamos conduciendo y vemos que en la app que en nuestra ruta no hay radares. Si nos fiamos ciegamente en esta información, existe la posibilidad de que nos confiemos en exceso y acabemos excediendo un límite de velocidad en una zona que está controlada por uno de estos radares 'invisibles' o bien escondidos. El resultado será, probablemente, recibir una multa.

Este tipo de radares tan bien escondidos se suman a los radares remolque, que son tan fáciles de mover que pueden cambiar de ubicación en poco tiempo. Todo esto nos debe hacer ver que las aplicaciones como Waze o Google Maps son muy útiles y positivas para el conductor, casi vitales en largos desplazamientos o para movernos en una ciudad que no conocemos. Ahora bien, su información no puede hacernos abandonar el sentido común. Y si no, siempre nos queda preguntarle a alguien que pase cómo se ha hecho toda la vida.

Imagen | Composición con imagen de Álvaro García M. y Emergencias Ávila

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