La frontera terrestre más larga del mundo hecha por el ser humano es un gigantesco cortafuegos entre EEUU y Canadá
Una de las fronteras más polémicas de las últimas semanas es, curiosamente, una en la que no hay conflictos bélicos: la que separa Canadá de Estados Unidos. Se trata de una frontera peculiar, con numerosos puntos rurales sin vigilancia y cuya línea recta parece un gigantesco cortafuegos visible desde el espacio, dividiendo, literalmente, lo que encuentre a su paso. Y, aunque parece que algo así es un voto de confianza entre buenos vecinos, los últimos acontecimientos demuestran que hasta la frontera menos vigilada del mundo puede convertirse en escenario de tensiones. La más larga del mundo. Se extiende a lo largo de la friolera de 8.891 kilómetros y, con la firma del Tratado de París de 1783, se dieron los primeros pasos para definir límites en el territorio de los futuros Estados Unidos y de la Columbia Británica. Fue el momento en el que se puso punto y final a la Guerra de Independencia de Estados Unidos, pero la demarcación final de la frontera tardaría más de un siglo en llegar, y lo haría en forma de un gigantesco cortafuegos. Literalmente: No hay ni que echarle imaginación: esa línea central se extiende miles y miles de kilómetros El ‘cortafuegos’. La imagen superior representa un minúsculo segmento de la frontera, en una de las zonas rurales. Está tomada desde Google Maps porque es una frontera de lo más visual (y te animo a que eches un raro navegando por la app descubriendo casos curiosos). Si un río o una cordillera no separa físicamente el territorio, canadienses y estadounidenses están distanciados por un cortafuegos gigantesco que, en gran parte de la frontera, no deja de ser una línea recta que divide territorio forestal, rural y hasta las propias ciudades. Toda la parte central de la frontera y hasta el Pacífico responde a ese diseño basado en el Paralelo 49 Después de los tratados de París y Jay, seguían existiendo flecos que no se resolverían hasta décadas más tarde, pero uno de los momentos decisivos llegó en la Convención de Londres de 1818. En ella, se estableció el paralelo 49 como la frontera entre ambos países, desde el Lago de los Bosques hasta las Montañas Rocosas. En 1846, el Tratado de Oregón recogió el testigo, continuando la decisión de que el paralelo 49 marcara la frontera desde las Montañas Rocoas hasta el Pacífico, excepto una Vancubert que quedó en los dominios norteños. El cortafuegos y una porción de carretera que se mete en Canadá... y regresa a EEUU Aún así, había fronteras que seguían sin estar claras, como la de Alaska, por lo que se creó un arbitraje específicamente diseñado para esa frontera. En 1908 se consolidó la frontera en la Comisión Internacional de Límites. Fue entonces cuando se tomó la decisión de demarcar físicamente la división, creando un inmenso cortafuegos o franja que marcara, definitivamente, los límites de cada país. La frontera está repleta de estos marcadores que delimitan el estado al que pertenece cada zona Juntos, pero no revueltos. Imagina que estás jugando a un videojuego y quieres definir una división sin que te importe dónde caigan las líneas. Bien, pues un caso similar es el que se vive en algunas localidades que tienen parte del territorio en Estados Unidos y parte en Canadá. No es que haya casos curiosos como el de Ciudad De México (que en un lado de la calle estás en el Estado de México y, en el otro, en Ciudad de México), sino que hay edificios con una división que marca que su planta está en dos países distintos. Un ejemplo es la biblioteca de Derby Line, Vermont, o de Stanstead, Quebec (depende del lado de la frontera en la que estés). En el suelo de la sala de lectura hay una línea negra que marca el país en el que te encuentras, siendo uno de los casos más curiosos, pero no el único. En Vermont y Quebec hay casas que pillan en mitad de la frontera, casos como la Casa de Halfway, que fue una taberna/hotel construida en 1820 antes de que se estableciera esa parte de la frontera y otros cuantos ejemplos de terrenos con parte en Estados Unidos y otra parte en Canadá. La casa en EEUU, la caseta de las herramientas en Canadá Carrito de golf aparcado en EEUU, hoyos en Canadá La mitad de la casa paga impuestos en un lado, la otra en el otro. Es broma, pero no son pocas las construcciones que comparten país Point Roberts. Pero no sólo hay terrenos partidos por la mitad: también zonas que pertenecen a uno de los dos países y a los que únicamente hay enlace terrestre por la nación contraria. Qu

Una de las fronteras más polémicas de las últimas semanas es, curiosamente, una en la que no hay conflictos bélicos: la que separa Canadá de Estados Unidos. Se trata de una frontera peculiar, con numerosos puntos rurales sin vigilancia y cuya línea recta parece un gigantesco cortafuegos visible desde el espacio, dividiendo, literalmente, lo que encuentre a su paso.
Y, aunque parece que algo así es un voto de confianza entre buenos vecinos, los últimos acontecimientos demuestran que hasta la frontera menos vigilada del mundo puede convertirse en escenario de tensiones.
La más larga del mundo. Se extiende a lo largo de la friolera de 8.891 kilómetros y, con la firma del Tratado de París de 1783, se dieron los primeros pasos para definir límites en el territorio de los futuros Estados Unidos y de la Columbia Británica. Fue el momento en el que se puso punto y final a la Guerra de Independencia de Estados Unidos, pero la demarcación final de la frontera tardaría más de un siglo en llegar, y lo haría en forma de un gigantesco cortafuegos.
Literalmente:



El ‘cortafuegos’. La imagen superior representa un minúsculo segmento de la frontera, en una de las zonas rurales. Está tomada desde Google Maps porque es una frontera de lo más visual (y te animo a que eches un raro navegando por la app descubriendo casos curiosos).
Si un río o una cordillera no separa físicamente el territorio, canadienses y estadounidenses están distanciados por un cortafuegos gigantesco que, en gran parte de la frontera, no deja de ser una línea recta que divide territorio forestal, rural y hasta las propias ciudades.

Después de los tratados de París y Jay, seguían existiendo flecos que no se resolverían hasta décadas más tarde, pero uno de los momentos decisivos llegó en la Convención de Londres de 1818. En ella, se estableció el paralelo 49 como la frontera entre ambos países, desde el Lago de los Bosques hasta las Montañas Rocosas. En 1846, el Tratado de Oregón recogió el testigo, continuando la decisión de que el paralelo 49 marcara la frontera desde las Montañas Rocoas hasta el Pacífico, excepto una Vancubert que quedó en los dominios norteños.

Aún así, había fronteras que seguían sin estar claras, como la de Alaska, por lo que se creó un arbitraje específicamente diseñado para esa frontera. En 1908 se consolidó la frontera en la Comisión Internacional de Límites. Fue entonces cuando se tomó la decisión de demarcar físicamente la división, creando un inmenso cortafuegos o franja que marcara, definitivamente, los límites de cada país.


Juntos, pero no revueltos. Imagina que estás jugando a un videojuego y quieres definir una división sin que te importe dónde caigan las líneas. Bien, pues un caso similar es el que se vive en algunas localidades que tienen parte del territorio en Estados Unidos y parte en Canadá. No es que haya casos curiosos como el de Ciudad De México (que en un lado de la calle estás en el Estado de México y, en el otro, en Ciudad de México), sino que hay edificios con una división que marca que su planta está en dos países distintos.
Un ejemplo es la biblioteca de Derby Line, Vermont, o de Stanstead, Quebec (depende del lado de la frontera en la que estés). En el suelo de la sala de lectura hay una línea negra que marca el país en el que te encuentras, siendo uno de los casos más curiosos, pero no el único.

En Vermont y Quebec hay casas que pillan en mitad de la frontera, casos como la Casa de Halfway, que fue una taberna/hotel construida en 1820 antes de que se estableciera esa parte de la frontera y otros cuantos ejemplos de terrenos con parte en Estados Unidos y otra parte en Canadá.



Point Roberts. Pero no sólo hay terrenos partidos por la mitad: también zonas que pertenecen a uno de los dos países y a los que únicamente hay enlace terrestre por la nación contraria. Quizá Alaska es el más célebre -también el más grande- y, aunque conectado por el Ártico y el Pacífico a través de barco, si quieres ir por tierra sólo se puede a través de Canadá.
Point Roberts es uno de los ejemplos curiosos. Se encuentra en el estado de Washington y es el ‘piquito’ de una península únicamente accesible por tierra a través de Canadá. Es uno de esos casos en los que cruzas una calle y pasas de la ciudad canadiense Delta a la estadounidense Point Roberts.

Algo similar ocurre con Elm Point, un pequeño cabo deshabitado rodeado por lago excepto por el norte, siendo territorio canadiense y la única forma de acceder por tierra. Hay muchos más ejemplos así, como la isla de Province cuyo extremo sur pertenece a Estados Unidos y donde podemos ver otro ejemplo de ese cortafuegos del que hablábamos antes.


Machias Seal. Pero claro, tantas situaciones de un territorio cortado por la frontera da lugar a algunas tensiones, y el mejor ejemplo de esto es el de la isla Machias Seal. Se trata de una isla del golfo de Maine que está administrada por Canadá, pero que Estados Unidos reclama como suya. No vive nadie, pero sí hay un faro construido en 1832 en el que Canadá mantiene personal de la Guardia Costera.
Y el motivo de ese interés por parte de ambos es que los tratados como el de París o el de Gante de 1814 muestran ambigüedades que ambos países interpretan a su modo para ejercer ese derecho de soberanía.

Pacífica, pero controlada. La pregunta más obvia es… ¿cómo controlan casi 9.000 kilómetros de una frontera que divide ciudades, un bosque perdido, un rancho privado o un edificio público? Son casos en los que, literalmente, puedes poner un pie en cada país y no puede haber un guardia fronterizo en todo momento. Pero sí, aunque los dos países mantengan acuerdos de colaboración migratoria, hay 120 puertos de entrada terrestres, así como otros puntos marítimos que facilitan el tránsito regulado de personas.

Lo más habitual es el tráfico por carretera, para lo que hay puestos de control en los que a los ciudadanos estadounidenses se les pide un pasaporte válido o documentos como una Tarjeta de Viajero de Confianza o un carné de conducir ‘avanzado’ que emiten sólo ciertas provincias. Si el caso es el contrario, canadienses queriendo entrar a EEUU, los requisitos son muy similares.

Detroit. Porque son aliados y vecinos, pero no dejan de ser países distintos con regulaciones diferentes. No es tan sencillo como pasar de España a Portugal, por ejemplo, siendo ciudadano europeo. Y dentro de los puntos de unión por carretera entre ambos, hay algunos especialmente sensibles, siendo el de Ontario-Detroit el que se lleva el gato al agua.

Se trata del cruce terrestre más importante entre los países debido al altísimo volumen comercial. No hablamos sólo de gente que cruza de país para trabajar, sino de transporte de mercancías. Es, además, un punto tremendamente polémico, ya que durante años ese punto de unión entre países ha sido un puente de propiedad privada, por lo que una única familia se ha lucrado de los peajes a uno y otro lado de la frontera.
Ahora mismo hay un nuevo puente público en construcción que morderá una buena porción de esos beneficios y facilitará el comercio debido a mejores conexiones por autopista para ambas partes. El Puente Ambassador es el comentado puente privado, pero como decimos, hay otras rutas muy importantes para el comercio internacional tanto por tierra, mar y aire.

Acuerdos. Y, como esa migración está a la orden del día, ambas partes han desarrollado una serie de acuerdos con el objetivo de fomentar la cooperación fronteriza y combatir tanto el crimen organizado como la propia gestión del paso de personas. Algunos son acuerdos históricos, como el Acuerdo de Fronteras Inteligentes, creado en 2001 para, a raíz de los atentados del 11 de septiembre, que ambos países intercambien información de inteligencia.
También el acuerdo del ‘Tercer País Seguro’ que obliga a los solicitantes de asilo a presentar su solicitud en el primer país al que lleguen, sea Canadá o Estados Unidos. Más recientemente, y con el foco muy puesto en el control de sustancias como el fentanilo que asola la costa oeste de EEUU, Canadá propuso la creación de una fuerza policial conjunta para patrullar la frontera común y los puntos de narcotráfico más calientes.
También un plan de seguridad de 1.300 millones de dólares con helicópteros, drones y torres de vigilancia para combatir ese narcotráfico. De hecho, el narcotráfico y el paso de fentanilo era uno de los argumentos que esgrimía Donald Trump cuando mencionó los posibles aranceles tanto a México como a Canadá durante la campaña electoral.

Guerra comercial. Y, precisamente, hay que hablar de esos acontecimientos más recientes relacionados con la frontera y la fortificación de ambos países. La llegada de Trump a la Casa Blanca para su segundo mandato ha sido un terremoto en muchos aspectos, siendo el arancelario uno de los más sonados al haber afectado a multitud de países. Estados Unidos es uno de ellos, con medidas por parte de ambos:
- EEUU impuso un arancel del 25% a casi todas las importaciones canadienses. El petróleo y otros productos energéticos se gravaron con un 10%.
- Canadá respondió con un arancel proporcional: 25% a los productos estadounidenses.

Las estimaciones eran catastróficas, con aumento de precio en alimentación, gasolina y materiales como la madera para el consumidor estadounidense. En el lado canadiense, más de lo mismo, algo que obligó a un aplazamiento temporal el pasado 7 de marzo por parte de Donald Trump para algunos aranceles a productos automotrices y agrícolas.
Más allá de esta polémica, que parece lejos de resolverse, tener una frontera de esa magnitud con un país vecino y aliado en el que no puedes cubrir cada metro de la división, pone en relieve las curiosidades que se dan como la frontera que “cae donde caiga”. También lo complicado que es controlarlo todo, y que unos aranceles así pueden favorecer el tráfico negro no ya de fentanilo, sino de gasolina, maíz o… madera.
Y, curiosamente, la frontera más corta del mundo está en... España.
Imágenes | Google Maps, altoclef, Tony Webster, P. Hughes, HellcatSRT, Sebastian Wallroth, Mark Wagner, Traveler100, International Boundary Commission
En Xataka | Las fronteras no solo existen en un mapa: así se ven desde el aire los límites entre países
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La noticia
La frontera terrestre más larga del mundo hecha por el ser humano es un gigantesco cortafuegos entre EEUU y Canadá
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alejandro Alcolea
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