Una compañía ha logrado el mayor avance del papel higiénico en 100 años. Y está disparando sus ventas

Hay muchos sectores donde el margen de mejora es amplísimo y otros donde se diría que ya está todo casi inventado. Pongamos el mercado del papel higiénico como ejemplo. Desde su invención hace más de un siglo pocas cosas han cambiado. Sí, hace unos años fue noticia la llegada de una versión “luxury”, e incluso se ha utilizado para otros propósitos (el último metiéndolo en el frigorífico), pero, en esencia, sus virtudes y defectos se han mantenido. Y de repente, algo parece que ha cambiado. Revolución silenciosa. Durante décadas, el papel higiénico ha sido uno de los productos más inalterables del hogar moderno, una rutina tan natural como invisible. Sin embargo, bajo esa aparente inmovilidad existe una feroz carrera tecnológica: las grandes corporaciones llevan años perfeccionando este objeto esencial a través de pequeñas pero sofisticadas innovaciones. Como explicaba hace unos días el Washington Post, la más reciente es posiblemente la más importante y llega de la mano de Charmin, que tras cinco años de investigación ha sustituido la clásica línea recta de perforación por una ondulada, en lo que denomina Smooth Tear, una solución que busca resolver un problema tan mundano como universal: el maldito desgarro desigual de las hojas. La compañía asegura que esta minucia ha disparado un crecimiento del 5 % en su negocio y un “nivel significativo de deleite” entre los usuarios, demostrando que incluso el gesto más banal puede ser optimizado hasta el detalle más ínfimo. En Xataka La campaña del aceite de oliva va tan bien que los olivareros españoles ya han perdido 270 millones de euros Ingeniería aplicada al tacto. Lejos de ser una frivolidad, la innovación en el papel higiénico es fruto de procesos de desarrollo altamente complejos. Explicaba el Post que en los laboratorios de Procter & Gamble y Kimberly-Clark, ingenieros y diseñadores han probado cientos de prototipos evaluando parámetros como la resistencia, la textura y la capacidad de respuesta al agua y al uso en distintas posiciones del portarrollos, incluso considerando si el usuario es zurdo o diestro. Las curvas del nuevo patrón no son ornamentales, sino el resultado de cálculos milimétricos sobre fuerza, ángulo de tracción y adaptación al proceso industrial, donde el reto técnico consiste en crear una línea de ruptura no lineal que sea eficaz para el consumidor, pero lo suficientemente robusta para sobrevivir al ritmo vertiginoso de las máquinas de producción. Para que nos hagamos una idea, la ingeniería detrás de este humilde producto incluye cilindros rotatorios, dientes sincronizados y yunques estratégicamente posicionados, un engranaje de precisión que el consumidor jamás ve. Cuando Nokia producía papel higiénico Papel, cultura e higiene. El papel higiénico moderno es una invención sorprendentemente reciente en la historia humana. Aunque el papel existe desde hace más de dos milenios (gracias a la antigua China), su uso con fines íntimos no se popularizó hasta finales del siglo XIX. Antes de eso, se recurría a lo que hubiera a mano: hojas, trapos, mazorcas, incluso catálogos de tiendas. Fue Joseph Gayetty quien en 1857 introdujo el concepto de papel “medicado”, aunque fue ridiculizado por el pudor de la época. El verdadero hito llegó en 1890, cuando los hermanos Scott popularizaron el rollo perforado, aportando comodidad e higiene al ritual diario. Desde entonces, cada avance (por mínimo que parezca) ha respondido a una búsqueda persistente de equilibrio entre funcionalidad, limpieza y experiencia (incluso sensorial), elevando poco a poco el producto cotidiano a una forma sutil de diseño aplicado. Innovación sin ruptura. Barry Kudrowitz, experto en diseño de productos, definía este tipo de cambios como “innovación incremental”: mejoras minúsculas que no alteran la esencia del objeto, pero optimizan su uso dentro del marco que el usuario ya conoce y acepta. En contraposición a soluciones más disruptivas como el bidé (que aún genera resistencias culturales), el papel higiénico ondulado encaja perfectamente en los hábitos del consumidor y encuentra su fuerza precisamente en su familiaridad. Si se quiere también, estamos ante un cambio que no pide reaprender nada, pero ofrece un beneficio tangible, y por eso precisamente resulta tan eficaz. En un mercado saturado, donde casi todos los consumidores ya usan “su” papel higiénico, la única vía de crecimiento real está en convencerles de que su marca lo hace un poco mejor, un poco más suave, o un poco más inteligente. En Xataka El boicot de Europa a Estados Unidos es real y se está notando en uno de sus sectores más rentables: el turismo Mejorar lo práctico. En definitiva, la historia del nuevo borde ondulado de Charmin es, en esencia, una metáfora de la obsesión moderna por la perf

Abr 17, 2025 - 12:21
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Una compañía ha logrado el mayor avance del papel higiénico en 100 años. Y está disparando sus ventas

Una compañía ha logrado el mayor avance del papel higiénico en 100 años. Y está disparando sus ventas

Hay muchos sectores donde el margen de mejora es amplísimo y otros donde se diría que ya está todo casi inventado. Pongamos el mercado del papel higiénico como ejemplo. Desde su invención hace más de un siglo pocas cosas han cambiado. Sí, hace unos años fue noticia la llegada de una versión “luxury”, e incluso se ha utilizado para otros propósitos (el último metiéndolo en el frigorífico), pero, en esencia, sus virtudes y defectos se han mantenido.

Y de repente, algo parece que ha cambiado.

Revolución silenciosa. Durante décadas, el papel higiénico ha sido uno de los productos más inalterables del hogar moderno, una rutina tan natural como invisible. Sin embargo, bajo esa aparente inmovilidad existe una feroz carrera tecnológica: las grandes corporaciones llevan años perfeccionando este objeto esencial a través de pequeñas pero sofisticadas innovaciones.

Como explicaba hace unos días el Washington Post, la más reciente es posiblemente la más importante y llega de la mano de Charmin, que tras cinco años de investigación ha sustituido la clásica línea recta de perforación por una ondulada, en lo que denomina Smooth Tear, una solución que busca resolver un problema tan mundano como universal: el maldito desgarro desigual de las hojas. La compañía asegura que esta minucia ha disparado un crecimiento del 5 % en su negocio y un “nivel significativo de deleite” entre los usuarios, demostrando que incluso el gesto más banal puede ser optimizado hasta el detalle más ínfimo.

Ingeniería aplicada al tacto. Lejos de ser una frivolidad, la innovación en el papel higiénico es fruto de procesos de desarrollo altamente complejos. Explicaba el Post que en los laboratorios de Procter & Gamble y Kimberly-Clark, ingenieros y diseñadores han probado cientos de prototipos evaluando parámetros como la resistencia, la textura y la capacidad de respuesta al agua y al uso en distintas posiciones del portarrollos, incluso considerando si el usuario es zurdo o diestro.

Las curvas del nuevo patrón no son ornamentales, sino el resultado de cálculos milimétricos sobre fuerza, ángulo de tracción y adaptación al proceso industrial, donde el reto técnico consiste en crear una línea de ruptura no lineal que sea eficaz para el consumidor, pero lo suficientemente robusta para sobrevivir al ritmo vertiginoso de las máquinas de producción. Para que nos hagamos una idea, la ingeniería detrás de este humilde producto incluye cilindros rotatorios, dientes sincronizados y yunques estratégicamente posicionados, un engranaje de precisión que el consumidor jamás ve.

Nokia Toilet Paper Cuando Nokia producía papel higiénico

Papel, cultura e higiene. El papel higiénico moderno es una invención sorprendentemente reciente en la historia humana. Aunque el papel existe desde hace más de dos milenios (gracias a la antigua China), su uso con fines íntimos no se popularizó hasta finales del siglo XIX. Antes de eso, se recurría a lo que hubiera a mano: hojas, trapos, mazorcas, incluso catálogos de tiendas.

Fue Joseph Gayetty quien en 1857 introdujo el concepto de papel “medicado”, aunque fue ridiculizado por el pudor de la época. El verdadero hito llegó en 1890, cuando los hermanos Scott popularizaron el rollo perforado, aportando comodidad e higiene al ritual diario. Desde entonces, cada avance (por mínimo que parezca) ha respondido a una búsqueda persistente de equilibrio entre funcionalidad, limpieza y experiencia (incluso sensorial), elevando poco a poco el producto cotidiano a una forma sutil de diseño aplicado.

Innovación sin ruptura. Barry Kudrowitz, experto en diseño de productos, definía este tipo de cambios como “innovación incremental”: mejoras minúsculas que no alteran la esencia del objeto, pero optimizan su uso dentro del marco que el usuario ya conoce y acepta. En contraposición a soluciones más disruptivas como el bidé (que aún genera resistencias culturales), el papel higiénico ondulado encaja perfectamente en los hábitos del consumidor y encuentra su fuerza precisamente en su familiaridad.

Si se quiere también, estamos ante un cambio que no pide reaprender nada, pero ofrece un beneficio tangible, y por eso precisamente resulta tan eficaz. En un mercado saturado, donde casi todos los consumidores ya usan “su” papel higiénico, la única vía de crecimiento real está en convencerles de que su marca lo hace un poco mejor, un poco más suave, o un poco más inteligente.

Mejorar lo práctico. En definitiva, la historia del nuevo borde ondulado de Charmin es, en esencia, una metáfora de la obsesión moderna por la perfección técnica en lo cotidiano. No se trata de reinventar el papel higiénico, sino de convertirlo en un producto digno de atención científica, comercial y cultural. El arte de encontrar complejidad en lo simple, de aplicar tecnología de alta precisión a un objeto cuyo destino, irónicamente, es desaparecer al instante.

En un mundo donde casi todo lo esencial ya está inventado, la idea es certera: refinar lo ordinario, reinventar lo mínimo y recordarnos que incluso el gesto más anodino (ese tirar de un rollo colgado junto al lavabo y que salga “perfecto”) puede ser el fruto de años de ingeniería, diseño y esfuerzo.

Imagen | Erik Mclean, Catlemur

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La noticia Una compañía ha logrado el mayor avance del papel higiénico en 100 años. Y está disparando sus ventas fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .