Llevamos toda la vida quejándonos, pero ahora han encontrado el documento más antiguo de la historia con un 'quejica'

Las quejas de clientes insatisfechos no son cosa de Amazon o Tripadvisor. Mucho antes de las redes sociales y las reseñas online, ya existían consumidores descontentos dispuestos a dejar constancia de su malestar. Una tablilla de arcilla de hace casi 4.000 años, encontrada en lo que hoy es Irak, contiene lo que podría considerarse la primera reclamación formal documentada, demostrando que el descontento del consumidor existe desde los albores del comercio.Según leemos en Science Alert, esta pequeña pieza de arcilla descubierta en la antigua ciudad de Ur recoge la queja de un cliente llamado Nanni contra el comerciante Ea-nāṣir. El motivo: la entrega de cobre de baja calidad tras un pago anticipado. Fechada en torno al 1750 a.C., la tablilla muestra que las disputas comerciales de la antigua Mesopotamia tienen puntos en común con nuestras propias experiencias de compra.Una queja milenaria grabada en arcillaLos arqueólogos que excavaron en Ur a principios del siglo XX encontraron varias tablillas dirigidas al mismo comerciante, lo que indica que Ea-nāṣir acumulaba quejas de varios clientes y no gozaba precisamente de buena fama. La tablilla, de apenas 11,4 x 5 centímetros, fue traducida en 1967 por Adolf Leo Oppenheim y ofrece una ventana a la vida cotidiana de la época, similar a cómo los romanos no solo pintaban sus edificios, sino que también los perfumaban, revelando detalles sorprendentes sobre culturas que creíamos conocer bien.La tablilla detalla un problema comercial con el que muchos podríamos identificarnos hoy. Nanni escribe que recibió, como comentábamos más arriba, mercancía de calidad inferior a lo acordado, y que cuando envió a su mensajero a reclamar, Ea-nāṣir respondió con desdén: "Si quieres tomarlos, tómalos; si no, ¡vete!". Además, se queja de que a pesar de haber pagado por adelantado, sus emisarios regresaron "con las manos vacías", sin el producto ni el dinero.El tono de la queja resulta familiar: "¿Acaso algún otro comerciante de Tilmun ha sido tratado así?", pregunta retóricamente Nanni, antes de exigir la devolución completa del dinero y advertir que inspeccionará personalmente futuros envíos. Esta mezcla de indignación y formalidad recuerda a las cartas al director de nuestros periódicos o incluso a algunas reseñas actuales. Del mismo modo que una pirámide ptolemaica en Judea conservaba documentos administrativos, esta tablilla preserva el funcionamiento económico de una sociedad distante pero comprensible.Lo curioso es que Ea-nāṣir guardaba todas las quejas recibidas, quizá como registro de asuntos pendientes o disputas sin resolver. Su mala reputación pudo deberse a factores externos: hacia 1750 a.C., el mercado del cobre estaba cambiando. El material procedente de Tilmun (probablemente la actual Baréin) dominaba el comercio mesopotámico, pero empezaban a aparecer competidores de Magan (Omán) que alteraron las rutas comerciales establecidas.Estos cambios comerciales quizá llevaron a Ea-nāṣir a comerciar con material de peor calidad para mantener sus márgenes, una práctica que recuerda a los recortes de costes de algunas empresas actuales. Al igual que los objetos rituales en la tumba de Tutankamón revelan prácticas ceremoniales complejas, esta tablilla documenta las prácticas comerciales y los conflictos que generaban.El valor de este hallazgo va más allá de la anécdota. Nos muestra cómo, hace cuatro milenios, ya existían mecanismos para gestionar desacuerdos comerciales. También ilustra cómo la escritura, inicialmente desarrollada para contabilidad, evolucionó hacia comunicaciones personales más elaboradas. La tablilla refleja una situación que cualquier persona que haya tenido un problema con una compra puede entender, creando un puente directo con el pasado.No sabemos si Nanni consiguió su reembolso o si Ea-nāṣir mejoró su servicio. Lo que sí sabemos es que esta tablilla de arcilla anticipa en miles de años nuestros actuales sistemas de quejas y reclamaciones. Cuando dejamos una reseña negativa o reclamamos por un producto defectuoso, estamos participando en una tradición que comenzó en las primeras ciudades de Mesopotamia y que continúa, prácticamente sin cambios en lo fundamental, hasta nuestros días.El artículo Llevamos toda la vida quejándonos, pero ahora han encontrado el documento más antiguo de la historia con un 'quejica' fue publicado originalmente en Andro4all.

Abr 15, 2025 - 15:32
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Llevamos toda la vida quejándonos, pero ahora han encontrado el documento más antiguo de la historia con un 'quejica'

Las quejas de clientes insatisfechos no son cosa de Amazon o Tripadvisor. Mucho antes de las redes sociales y las reseñas online, ya existían consumidores descontentos dispuestos a dejar constancia de su malestar. Una tablilla de arcilla de hace casi 4.000 años, encontrada en lo que hoy es Irak, contiene lo que podría considerarse la primera reclamación formal documentada, demostrando que el descontento del consumidor existe desde los albores del comercio.

Según leemos en Science Alert, esta pequeña pieza de arcilla descubierta en la antigua ciudad de Ur recoge la queja de un cliente llamado Nanni contra el comerciante Ea-nāṣir. El motivo: la entrega de cobre de baja calidad tras un pago anticipado. Fechada en torno al 1750 a.C., la tablilla muestra que las disputas comerciales de la antigua Mesopotamia tienen puntos en común con nuestras propias experiencias de compra.

Una queja milenaria grabada en arcilla

Los arqueólogos que excavaron en Ur a principios del siglo XX encontraron varias tablillas dirigidas al mismo comerciante, lo que indica que Ea-nāṣir acumulaba quejas de varios clientes y no gozaba precisamente de buena fama. La tablilla, de apenas 11,4 x 5 centímetros, fue traducida en 1967 por Adolf Leo Oppenheim y ofrece una ventana a la vida cotidiana de la época, similar a cómo los romanos no solo pintaban sus edificios, sino que también los perfumaban, revelando detalles sorprendentes sobre culturas que creíamos conocer bien.

La tablilla detalla un problema comercial con el que muchos podríamos identificarnos hoy. Nanni escribe que recibió, como comentábamos más arriba, mercancía de calidad inferior a lo acordado, y que cuando envió a su mensajero a reclamar, Ea-nāṣir respondió con desdén: "Si quieres tomarlos, tómalos; si no, ¡vete!". Además, se queja de que a pesar de haber pagado por adelantado, sus emisarios regresaron "con las manos vacías", sin el producto ni el dinero.

El tono de la queja resulta familiar: "¿Acaso algún otro comerciante de Tilmun ha sido tratado así?", pregunta retóricamente Nanni, antes de exigir la devolución completa del dinero y advertir que inspeccionará personalmente futuros envíos. Esta mezcla de indignación y formalidad recuerda a las cartas al director de nuestros periódicos o incluso a algunas reseñas actuales. Del mismo modo que una pirámide ptolemaica en Judea conservaba documentos administrativos, esta tablilla preserva el funcionamiento económico de una sociedad distante pero comprensible.

Lo curioso es que Ea-nāṣir guardaba todas las quejas recibidas, quizá como registro de asuntos pendientes o disputas sin resolver. Su mala reputación pudo deberse a factores externos: hacia 1750 a.C., el mercado del cobre estaba cambiando. El material procedente de Tilmun (probablemente la actual Baréin) dominaba el comercio mesopotámico, pero empezaban a aparecer competidores de Magan (Omán) que alteraron las rutas comerciales establecidas.

Estos cambios comerciales quizá llevaron a Ea-nāṣir a comerciar con material de peor calidad para mantener sus márgenes, una práctica que recuerda a los recortes de costes de algunas empresas actuales. Al igual que los objetos rituales en la tumba de Tutankamón revelan prácticas ceremoniales complejas, esta tablilla documenta las prácticas comerciales y los conflictos que generaban.

El valor de este hallazgo va más allá de la anécdota. Nos muestra cómo, hace cuatro milenios, ya existían mecanismos para gestionar desacuerdos comerciales. También ilustra cómo la escritura, inicialmente desarrollada para contabilidad, evolucionó hacia comunicaciones personales más elaboradas. La tablilla refleja una situación que cualquier persona que haya tenido un problema con una compra puede entender, creando un puente directo con el pasado.

No sabemos si Nanni consiguió su reembolso o si Ea-nāṣir mejoró su servicio. Lo que sí sabemos es que esta tablilla de arcilla anticipa en miles de años nuestros actuales sistemas de quejas y reclamaciones. Cuando dejamos una reseña negativa o reclamamos por un producto defectuoso, estamos participando en una tradición que comenzó en las primeras ciudades de Mesopotamia y que continúa, prácticamente sin cambios en lo fundamental, hasta nuestros días.

El artículo Llevamos toda la vida quejándonos, pero ahora han encontrado el documento más antiguo de la historia con un 'quejica' fue publicado originalmente en Andro4all.