He renunciado hasta la última pizca de mi humanidad por poder en Fallout 76. ¡Y no me arrepiento de absolutamente nada!

Dicen que lo más importante en la vida es el amor y la amistad, pero no es verdad... al menos en el universo de Fallout 76. Es el poder. La potencia de fuego y la capacidad de destrozar a cualquier enemigo que se ponga tu camino, sea humano o bestia. Y a los moradores de Appalachia nos vale cualquier cosa con tal de hacer daño. Esta vez la cosa va mucho más allá de armas, drogas y sueros de mutágenos. Ahora tenemos la posibilidad de convertirnos en Necrófagos, como Walton Goggins en la serie de Prime Video. Significa chupar más radiación que en toda nuestra vida, morir y nacer como una especie de zombie consciente. No te quiere casi nadie, pero tiene sus ventajas. El Necrófago es el siguiente paso en la evolución Volver a Fallout 76 siempre es una delicia. Aparece una nueva misión en mi Pip-Boy: Un Acto de Fe. Me envía a investigar una señal de socorro. El origen es un pobre desgraciado que ha tragado radiación como si no hubiese un mañana en Vertedero de Emmett Mountain. Se está muriendo en el Hotel Whitespring. Tras una charla en la que pongo todo de mi parte para fingir que me preocupa lo más mínimo, viajo al noreste del Refugio 79 en busca de un "especialista en radiación". El karma tiene una forma curiosa de actuar, porque al llegar encuentro una Bestia Calcinada sobrevolando la zona y al Monstruo de Flatwoods Mítico. Para que te hagas una idea, hay un 2.5% de probabilidades de que aparezca este último. Nunca lo había visto por el mundo en persona en las +500 horas que llevo jugadas. Me mata, obviamente, porque me pilla completamente de sorpresa. Lo malo del karma en Fallout es que no te enseña a ser mejor persona, sino que te convierte en un salvaje mucho peor. Quizás por eso llego a la base secreta de los Necrófagos sin muchas ganas de hacer amigos. Ellos han matado al grupo del pobre desgraciado que se muere por radiación, pero a cambio le ofrecen convertirse en Necrófago para evitar la muerte... y de paso también se libra del hambre, la sed y cualquier posibilidad de ligar en el futuro. Sobra decir que no es gratis. Me envían junto a un Necrófago, Asher, a Emmett Mountain para recolectar unas piedras radiactivas especiales. Lo cierto es que me da igual, tanto como el pobre desgraciado de Leamon. Le ayudo a conseguir los ingredientes para la intervención, pero nos interrumpe una visita no deseada: Madeline, una de las colonos que trabaja en el vertedero. Asher quiere matarla para no dejar testigos mientras pone a los Necrófagos como los mártires de la historia. Irónico que el origen de esta situación es que los mártires se hayan cargado a un grupo de trabajadores del vertedero. Le impido matarla. Puedo amenazarle con la Fuerza o utilizar mi Carisma, así que elijo lo último, ya que pronto no tendré casi nada. Volvemos a la base de los Necrófagos. Estos preguntan a Leamon si quiere convertirse y el muy cobarde tira la pelota en mi tejado. Su sueño es ayudar a la gente... pero no puede ni decidir sobre su vida. Inútil cuanto menos. Le digo que se convierta en Necrófago y persiga su sueño porque muerto le va a costar un poquito, por eso de estar enterrado bajo tierra y esas cosas. En Vida Extra Te cuento cinco cosas que realmente debes saber sobre Assassin's Creed Shadows. Y no es un Top con las mejores armas del juego Parthenia, la científica loca, me ofrece convertirme en Necrófago. Accedo, obviamente. He ayudado al inútil de Leamon precisamente para esto. Solo tengo que tomarme un suero, comer una radiación de casi 500 puntos en el contador Geiger y morir. Poca cosa. Mi build queda casi intacta con la transformación, que añade nuevas cartas y hace inaccesible otras de humano. Tras un baño y varios tragos de agua radiactiva, visito todos los puestos que conozco de la Hermandad del Acero para matarlos a todos. Me bastan 40 minutos asignando cartas en el menú S.P.E.C.I.A.L. para crear una proto-build que me permite resistir mucho daño a cambio de tragar radiación por un tubo y de meterme drogas de vez en cuando. Jamás me he divertido tanto matando a cualquier cosa que se mueva con mi revólver. Como ya adelanté tras probar al Necrófago en el PTS, se acabó ser bueno y de utilizar el diálogo para resolver los conflictos. Comienza la era del Necrófago desencadenado. Soy el nuevo paso en la evolución... al menos hasta que Bethesda le meta el nerfeo del siglo. En VidaExtra | Skyline Valley está entre lo mejor que le ha pasado a Fallout 76 en su historia y aun así ha conseguido quitarme todas las ganas de jugar En VidaExtra | El éxito de Fallout: London nos ha dejado una cosa clara: hay vida más allá de Estados Unidos, pero llegar no es tan fácil como crees En VidaExtra | La raid Profundidades Luminosas de Fallout 76 me ha pegado tal patada voladora en el pecho que me ha puesto a bailar. Y eso es muy bueno

Mar 23, 2025 - 13:33
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He renunciado hasta la última pizca de mi humanidad por poder en Fallout 76. ¡Y no me arrepiento de absolutamente nada!

He renunciado hasta la última pizca de mi humanidad por poder en Fallout 76. ¡Y no me arrepiento de absolutamente nada!

Dicen que lo más importante en la vida es el amor y la amistad, pero no es verdad... al menos en el universo de Fallout 76. Es el poder. La potencia de fuego y la capacidad de destrozar a cualquier enemigo que se ponga tu camino, sea humano o bestia. Y a los moradores de Appalachia nos vale cualquier cosa con tal de hacer daño.

Esta vez la cosa va mucho más allá de armas, drogas y sueros de mutágenos. Ahora tenemos la posibilidad de convertirnos en Necrófagos, como Walton Goggins en la serie de Prime Video. Significa chupar más radiación que en toda nuestra vida, morir y nacer como una especie de zombie consciente. No te quiere casi nadie, pero tiene sus ventajas.

El Necrófago es el siguiente paso en la evolución

Volver a Fallout 76 siempre es una delicia. Aparece una nueva misión en mi Pip-Boy: Un Acto de Fe. Me envía a investigar una señal de socorro. El origen es un pobre desgraciado que ha tragado radiación como si no hubiese un mañana en Vertedero de Emmett Mountain. Se está muriendo en el Hotel Whitespring.

Tras una charla en la que pongo todo de mi parte para fingir que me preocupa lo más mínimo, viajo al noreste del Refugio 79 en busca de un "especialista en radiación". El karma tiene una forma curiosa de actuar, porque al llegar encuentro una Bestia Calcinada sobrevolando la zona y al Monstruo de Flatwoods Mítico. Para que te hagas una idea, hay un 2.5% de probabilidades de que aparezca este último. Nunca lo había visto por el mundo en persona en las +500 horas que llevo jugadas. Me mata, obviamente, porque me pilla completamente de sorpresa.

Lo malo del karma en Fallout es que no te enseña a ser mejor persona, sino que te convierte en un salvaje mucho peor. Quizás por eso llego a la base secreta de los Necrófagos sin muchas ganas de hacer amigos. Ellos han matado al grupo del pobre desgraciado que se muere por radiación, pero a cambio le ofrecen convertirse en Necrófago para evitar la muerte... y de paso también se libra del hambre, la sed y cualquier posibilidad de ligar en el futuro.

Sobra decir que no es gratis. Me envían junto a un Necrófago, Asher, a Emmett Mountain para recolectar unas piedras radiactivas especiales. Lo cierto es que me da igual, tanto como el pobre desgraciado de Leamon. Le ayudo a conseguir los ingredientes para la intervención, pero nos interrumpe una visita no deseada: Madeline, una de las colonos que trabaja en el vertedero.

Asher quiere matarla para no dejar testigos mientras pone a los Necrófagos como los mártires de la historia. Irónico que el origen de esta situación es que los mártires se hayan cargado a un grupo de trabajadores del vertedero. Le impido matarla. Puedo amenazarle con la Fuerza o utilizar mi Carisma, así que elijo lo último, ya que pronto no tendré casi nada.

Volvemos a la base de los Necrófagos. Estos preguntan a Leamon si quiere convertirse y el muy cobarde tira la pelota en mi tejado. Su sueño es ayudar a la gente... pero no puede ni decidir sobre su vida. Inútil cuanto menos. Le digo que se convierta en Necrófago y persiga su sueño porque muerto le va a costar un poquito, por eso de estar enterrado bajo tierra y esas cosas.

Lyca1ntocles 2025 03 19 17 45 26
Lyca1ntocles 2025 03 19 17 46 21

Parthenia, la científica loca, me ofrece convertirme en Necrófago. Accedo, obviamente. He ayudado al inútil de Leamon precisamente para esto. Solo tengo que tomarme un suero, comer una radiación de casi 500 puntos en el contador Geiger y morir. Poca cosa. Mi build queda casi intacta con la transformación, que añade nuevas cartas y hace inaccesible otras de humano. Tras un baño y varios tragos de agua radiactiva, visito todos los puestos que conozco de la Hermandad del Acero para matarlos a todos.

Me bastan 40 minutos asignando cartas en el menú S.P.E.C.I.A.L. para crear una proto-build que me permite resistir mucho daño a cambio de tragar radiación por un tubo y de meterme drogas de vez en cuando. Jamás me he divertido tanto matando a cualquier cosa que se mueva con mi revólver. Como ya adelanté tras probar al Necrófago en el PTS, se acabó ser bueno y de utilizar el diálogo para resolver los conflictos. Comienza la era del Necrófago desencadenado. Soy el nuevo paso en la evolución... al menos hasta que Bethesda le meta el nerfeo del siglo.

En VidaExtra | Skyline Valley está entre lo mejor que le ha pasado a Fallout 76 en su historia y aun así ha conseguido quitarme todas las ganas de jugar

En VidaExtra | El éxito de Fallout: London nos ha dejado una cosa clara: hay vida más allá de Estados Unidos, pero llegar no es tan fácil como crees

En VidaExtra | La raid Profundidades Luminosas de Fallout 76 me ha pegado tal patada voladora en el pecho que me ha puesto a bailar. Y eso es muy bueno

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La noticia He renunciado hasta la última pizca de mi humanidad por poder en Fallout 76. ¡Y no me arrepiento de absolutamente nada! fue publicada originalmente en Vida Extra por Alberto Martín .