A los niños de esta ciudad les prohibieron el móvil un año como prueba. Ahora sabemos que el problema lo tienen los adultos
Hace poco menos de un mes Reino Unido dio un paso definitivo en su cruzada contra el móvil en las escuelas. A través de una encuesta nacional Inglaterra veía que las políticas y los esfuerzos de muchos sectores habían dado sus frutos en silencio: el 90% de los centros educativos los había prohibido por su cuenta. Ahora también se han conocido los resultados de un experimento pionero: un año sin móvil en una ciudad. Una urbe contra el teléfono. Lo contaba en un amplio reportaje el Guardian esta semana. St Albans, una localidad británica al norte de Londres, se convirtió en pionera al lanzar una campaña ambiciosa para retrasar la entrega de móviles a menores de 14 años. La iniciativa, promovida por el director de primaria Matthew Tavender y respaldada por numerosos centros educativos, surgió tras constatar los profundos efectos negativos de los dispositivos en la salud mental, la concentración y el desarrollo emocional de los pequeños, además de generar problemas serios como el acceso a contenidos inapropiados, el acoso digital y la disminución de la resiliencia. Inspirados por el libro The Anxious Generation de Jonathan Haidt, y preocupados por casos locales de bullying digital y difusión de imágenes comprometidas, los colegios enviaron una carta colectiva pidiendo retrasar el uso de teléfonos y se unieron a la campaña nacional Smartphone Free Childhood, que propone prohibir los dispositivos antes de los 14 y el acceso a redes sociales antes de los 16. En Xataka EEUU se ha reconciliado con Ucrania. Y como regalo le ha enviado aviones F16 que son incapaces de volar Resultados y resistencia coordinada. Al parecer, en solo un año, los efectos han sido notables: en Cunningham Hill, el porcentaje de niños con móviles en year 6 cayó del 75% al 12%, y en year 5 del 30% al 4,8%. La campaña consiguió movilizar a padres, muchos de los cuales se comprometieron formalmente a retrasar la compra de dispositivos, y a algunos incluso a actuar como embajadores para persuadir a otras familias. Las escuelas secundarias han tardado más en unirse, aunque en zonas como Southwark y Barnet ya se implementan medidas estrictas como el uso obligatorio de fundas bloqueadoras o la confiscación por semanas. Con todo, la campaña no ha estado exenta de tensiones: algunos padres se han enfrentado con los colegios, incluso llegando a retener dispositivos escolares como represalia por la confiscación de móviles de sus hijos. La paradoja del ejemplo. Cuentan los medios del país que una de las claves del movimiento ha sido su tono autorreflexivo. Tavender había admitido públicamente su propia adicción al móvil y la contradicción de su uso doméstico, lo cual ha ayudado a generar empatía entre los padres. Muchos reconocen que los móviles se han convertido en un sustituto de la atención familiar y que la tecnología se ha infiltrado hasta en los momentos más íntimos del hogar. Los resultados han mostrado claramente que los niños no son culpables de nada, y todos coinciden en que la responsabilidad de revertir esta dinámica recae, en su mayor parte, en los adultos, quienes tienen el "problema" de regular y modelar un mejor comportamiento. Plus: las campañas también han remarcado que esto no es una cruzada contra la tecnología, sino una forma de garantizar el desarrollo infantil en un entorno más controlado, adaptado a la edad y con límites razonables, en la misma línea que la medida adoptada por Francia hace poco. En Xataka Hay un sospechoso número 1 para explicar el apagón total de España: una estabilización deficiente de la red eléctrica Implicaciones sociales. Explicaba el medio británico que aunque St Albans es una ciudad acomodada y bien conectada, con padres informados y tiempo para involucrarse, los impulsores reconocen que hay desafíos adicionales para familias de menos recursos, donde el teléfono a veces es la única vía de conexión o supervisión. No obstante, hay investigaciones que indican que estos mismos niños son los más vulnerables al consumo sin control de internet. La campaña, que ya ha inspirado movimientos similares en otras ciudades y países, propone una idea disruptora: una alianza entre padres, docentes y legisladores para contrarrestar el impacto de una industria tecnológica que no regula adecuadamente el acceso infantil. A medida que más escuelas se suman y que legislaciones como la Online Safety Act comienzan a implementarse, el movimiento podría marcar un punto de inflexión duradero en la forma en que las sociedades abordan la infancia digital, reconociendo en el camino que el progreso comienza por proteger lo más básico: el cerebro en formación. Imagen | Pexels En Xataka Móvil | Reino Unido ha dado un paso definitivo en su lucha contra el móvil en las escuelas: el 90% los ha prohibido En Xataka Móvil | Ha tenido que llegar una serie de Netflix para ab

Hace poco menos de un mes Reino Unido dio un paso definitivo en su cruzada contra el móvil en las escuelas. A través de una encuesta nacional Inglaterra veía que las políticas y los esfuerzos de muchos sectores habían dado sus frutos en silencio: el 90% de los centros educativos los había prohibido por su cuenta. Ahora también se han conocido los resultados de un experimento pionero: un año sin móvil en una ciudad.
Una urbe contra el teléfono. Lo contaba en un amplio reportaje el Guardian esta semana. St Albans, una localidad británica al norte de Londres, se convirtió en pionera al lanzar una campaña ambiciosa para retrasar la entrega de móviles a menores de 14 años. La iniciativa, promovida por el director de primaria Matthew Tavender y respaldada por numerosos centros educativos, surgió tras constatar los profundos efectos negativos de los dispositivos en la salud mental, la concentración y el desarrollo emocional de los pequeños, además de generar problemas serios como el acceso a contenidos inapropiados, el acoso digital y la disminución de la resiliencia.
Inspirados por el libro The Anxious Generation de Jonathan Haidt, y preocupados por casos locales de bullying digital y difusión de imágenes comprometidas, los colegios enviaron una carta colectiva pidiendo retrasar el uso de teléfonos y se unieron a la campaña nacional Smartphone Free Childhood, que propone prohibir los dispositivos antes de los 14 y el acceso a redes sociales antes de los 16.
Resultados y resistencia coordinada. Al parecer, en solo un año, los efectos han sido notables: en Cunningham Hill, el porcentaje de niños con móviles en year 6 cayó del 75% al 12%, y en year 5 del 30% al 4,8%. La campaña consiguió movilizar a padres, muchos de los cuales se comprometieron formalmente a retrasar la compra de dispositivos, y a algunos incluso a actuar como embajadores para persuadir a otras familias.
Las escuelas secundarias han tardado más en unirse, aunque en zonas como Southwark y Barnet ya se implementan medidas estrictas como el uso obligatorio de fundas bloqueadoras o la confiscación por semanas. Con todo, la campaña no ha estado exenta de tensiones: algunos padres se han enfrentado con los colegios, incluso llegando a retener dispositivos escolares como represalia por la confiscación de móviles de sus hijos.
La paradoja del ejemplo. Cuentan los medios del país que una de las claves del movimiento ha sido su tono autorreflexivo. Tavender había admitido públicamente su propia adicción al móvil y la contradicción de su uso doméstico, lo cual ha ayudado a generar empatía entre los padres. Muchos reconocen que los móviles se han convertido en un sustituto de la atención familiar y que la tecnología se ha infiltrado hasta en los momentos más íntimos del hogar.
Los resultados han mostrado claramente que los niños no son culpables de nada, y todos coinciden en que la responsabilidad de revertir esta dinámica recae, en su mayor parte, en los adultos, quienes tienen el "problema" de regular y modelar un mejor comportamiento. Plus: las campañas también han remarcado que esto no es una cruzada contra la tecnología, sino una forma de garantizar el desarrollo infantil en un entorno más controlado, adaptado a la edad y con límites razonables, en la misma línea que la medida adoptada por Francia hace poco.
Implicaciones sociales. Explicaba el medio británico que aunque St Albans es una ciudad acomodada y bien conectada, con padres informados y tiempo para involucrarse, los impulsores reconocen que hay desafíos adicionales para familias de menos recursos, donde el teléfono a veces es la única vía de conexión o supervisión. No obstante, hay investigaciones que indican que estos mismos niños son los más vulnerables al consumo sin control de internet.
La campaña, que ya ha inspirado movimientos similares en otras ciudades y países, propone una idea disruptora: una alianza entre padres, docentes y legisladores para contrarrestar el impacto de una industria tecnológica que no regula adecuadamente el acceso infantil. A medida que más escuelas se suman y que legislaciones como la Online Safety Act comienzan a implementarse, el movimiento podría marcar un punto de inflexión duradero en la forma en que las sociedades abordan la infancia digital, reconociendo en el camino que el progreso comienza por proteger lo más básico: el cerebro en formación.
Imagen | Pexels
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La noticia
A los niños de esta ciudad les prohibieron el móvil un año como prueba. Ahora sabemos que el problema lo tienen los adultos
fue publicada originalmente en
Xataka Móvil
por
Miguel Jorge
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