Canarias tiene siete islas, pero solo una ha escapado de las hordas de turistas. Su secreto está en la tierra, literalmente

El Archipiélago Canario lo constituyen oficialmente siete islas: Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, La Palma y El Hierro. Además, tenemos cuatro islotes y una serie de roques (junto a una disputa centenaria por unas tierras diminutas, aunque eso es otra historia). Lo curioso en lo relativo a las islas es que casi todas, en mayor o menor medida, han terminado bajo el influjo del turismo masivo. A excepción de una, cuya naturaleza le dio una “ventaja” sobre el resto: El Hierro. Brillar sin buscarlo. El Hierro, la más pequeña, occidental, menos visitada y mejor conservada de todas las islas Canarias, ha empezado a llamar la atención de un tiempo a esta parte, aunque seguramente, muy a pesar de muchos locales. Primero fue la serie de Netflix Hierro en 2019 la que la puso en el mapa audiovisual. Más tarde, durante la pandemia, volvió a ocupar titulares en medio mundo. Las razones: ser uno de los primeros territorios de España en salir del confinamiento en junio de 2020, y por haber registrado solo un caso de Covid-19 durante la crisis sanitaria. Así llegaron las recomendaciones internacionales que la situaron entre los mejores destinos de Europa en 2021, pero la isla sigue tal cual, apenas ha cambiado por ello su modo de vida pausado, ni su resistencia a las transformaciones que sí moldearon al resto del archipiélago en las últimas décadas. Su secreto es una paradoja: lo que no tiene la hace más fuerte a las hordas. En Xataka Egipto tiene un problema con sus pirámides: cuando los turistas descubren lo que hay vuelven traumatizados La isla del “no”. La peculiaridad de la isla reside en lo que ha decidido no tener: sin hoteles de cadena, sin complejos turísticos, sin ascensores ni edificios de más de dos plantas, la isla tampoco cuenta con playas extensas, aunque posee una red de charcos (piscinas naturales) de una belleza incomparable. Aquí es clave su geografía, ya que llegar a ella fuera del Archipiélago ya implica al menos dos trayectos (en avión, vía Tenerife o Gran Canaria, o en Ferry, vía Tenerife), ya que no existen vuelos internacionales directos ni conexiones marítimas desde la Península o el extranjero. Con apenas 11.000 habitantes y una superficie que equivale a la mitad de Ibiza, el tráfico es ínfimo y la sensación sigue siendo la de estar en un territorio donde la modernidad apenas ha rozado las cosas esenciales. Y, sin embargo, desde 2018 El Hierro se autoabastece casi por completo con energías renovables, gracias a su central hidro-eólica Gorona del Viento, consolidándose como un referente mundial en sostenibilidad. Naturaleza indomable. Mientras las islas mayores del archipiélago canario enfrentan una creciente resistencia social al turismo masivo, El Hierro ha adoptado deliberadamente un modelo radicalmente distinto. En lugar de sumarse a la espiral de urbanización, vuelos directos y turismo de masas, la isla ha apostado por una estrategia de crecimiento pausado, sostenibilidad integral y un vínculo íntimo con la naturaleza. Surgida del océano hace 1,2 millones de años por violentas erupciones submarinas, la isla despliega una geografía abrupta y salvaje donde impresionantes acantilados, calderas volcánicas y densos bosques de laurisilva coexisten con praderas ondulantes, pinares centenarios y abruptas costas de roca negra que la convierten en un paraíso para el senderismo, la contemplación y, en última instancia, una impagable soledad. Para que nos hagamos una idea, en 2023 apenas 20.300 visitantes llegaron a la isla (en contraste con los más de 6,5 millones que recibió Tenerife, por ejemplo). El Sabinar Turismo para durar. Hay más, por supuesto. Como decíamos antes, desde 1997, El Hierro desarrolla un ambicioso plan de desarrollo sostenible que ha orientado su modelo turístico hacia una forma de viajar con impacto limitado, centrado en la valorización del entorno natural y la cultura local. Se han creado siete centros de visitantes y museos, se han mejorado infraestructuras sin romper el equilibrio paisajístico (la primera carretera asfaltada llegó en 1962 y aún hoy solo existe un semáforo), y se han fomentado actividades que privilegian el contacto con el medio ambiente. A este respecto, Davinia Suárez Armas, directora insular de turismo y transporte, resumía a la BBC el espíritu de la isla: crecer sin deteriorar la calidad de vida de los residentes ni comprometer sus recursos naturales. De hecho, es posible recorrer en menos de una hora desde las costas cálidas del sur hasta la capital de Valverde, atravesando microclimas que van desde llanuras áridas a húmedos bosques de niebla, donde prosperan más de un centenar de especies endémicas, incluida la crítica lagartija gigante de El Hierro, lo que motivó que la isla entera fuese declarada Reserva de la Biosfera en 2000 y Geoparque en 2014 por la UNESCO.

Abr 22, 2025 - 13:58
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Canarias tiene siete islas, pero solo una ha escapado de las hordas de turistas. Su secreto está en la tierra, literalmente

Canarias tiene siete islas, pero solo una ha escapado de las hordas de turistas. Su secreto está en la tierra, literalmente

El Archipiélago Canario lo constituyen oficialmente siete islas: Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, La Palma y El Hierro. Además, tenemos cuatro islotes y una serie de roques (junto a una disputa centenaria por unas tierras diminutas, aunque eso es otra historia). Lo curioso en lo relativo a las islas es que casi todas, en mayor o menor medida, han terminado bajo el influjo del turismo masivo.

A excepción de una, cuya naturaleza le dio una “ventaja” sobre el resto: El Hierro.

Brillar sin buscarlo. El Hierro, la más pequeña, occidental, menos visitada y mejor conservada de todas las islas Canarias, ha empezado a llamar la atención de un tiempo a esta parte, aunque seguramente, muy a pesar de muchos locales. Primero fue la serie de Netflix Hierro en 2019 la que la puso en el mapa audiovisual. Más tarde, durante la pandemia, volvió a ocupar titulares en medio mundo. Las razones: ser uno de los primeros territorios de España en salir del confinamiento en junio de 2020, y por haber registrado solo un caso de Covid-19 durante la crisis sanitaria.

Así llegaron las recomendaciones internacionales que la situaron entre los mejores destinos de Europa en 2021, pero la isla sigue tal cual, apenas ha cambiado por ello su modo de vida pausado, ni su resistencia a las transformaciones que sí moldearon al resto del archipiélago en las últimas décadas. Su secreto es una paradoja: lo que no tiene la hace más fuerte a las hordas.

La isla del “no”. La peculiaridad de la isla reside en lo que ha decidido no tener: sin hoteles de cadena, sin complejos turísticos, sin ascensores ni edificios de más de dos plantas, la isla tampoco cuenta con playas extensas, aunque posee una red de charcos (piscinas naturales) de una belleza incomparable. Aquí es clave su geografía, ya que llegar a ella fuera del Archipiélago ya implica al menos dos trayectos (en avión, vía Tenerife o Gran Canaria, o en Ferry, vía Tenerife), ya que no existen vuelos internacionales directos ni conexiones marítimas desde la Península o el extranjero.

Con apenas 11.000 habitantes y una superficie que equivale a la mitad de Ibiza, el tráfico es ínfimo y la sensación sigue siendo la de estar en un territorio donde la modernidad apenas ha rozado las cosas esenciales. Y, sin embargo, desde 2018 El Hierro se autoabastece casi por completo con energías renovables, gracias a su central hidro-eólica Gorona del Viento, consolidándose como un referente mundial en sostenibilidad.

Naturaleza indomable. Mientras las islas mayores del archipiélago canario enfrentan una creciente resistencia social al turismo masivo, El Hierro ha adoptado deliberadamente un modelo radicalmente distinto. En lugar de sumarse a la espiral de urbanización, vuelos directos y turismo de masas, la isla ha apostado por una estrategia de crecimiento pausado, sostenibilidad integral y un vínculo íntimo con la naturaleza.

Surgida del océano hace 1,2 millones de años por violentas erupciones submarinas, la isla despliega una geografía abrupta y salvaje donde impresionantes acantilados, calderas volcánicas y densos bosques de laurisilva coexisten con praderas ondulantes, pinares centenarios y abruptas costas de roca negra que la convierten en un paraíso para el senderismo, la contemplación y, en última instancia, una impagable soledad. Para que nos hagamos una idea, en 2023 apenas 20.300 visitantes llegaron a la isla (en contraste con los más de 6,5 millones que recibió Tenerife, por ejemplo).

El Sabinar El Sabinar

Turismo para durar. Hay más, por supuesto. Como decíamos antes, desde 1997, El Hierro desarrolla un ambicioso plan de desarrollo sostenible que ha orientado su modelo turístico hacia una forma de viajar con impacto limitado, centrado en la valorización del entorno natural y la cultura local. Se han creado siete centros de visitantes y museos, se han mejorado infraestructuras sin romper el equilibrio paisajístico (la primera carretera asfaltada llegó en 1962 y aún hoy solo existe un semáforo), y se han fomentado actividades que privilegian el contacto con el medio ambiente.

A este respecto, Davinia Suárez Armas, directora insular de turismo y transporte, resumía a la BBC el espíritu de la isla: crecer sin deteriorar la calidad de vida de los residentes ni comprometer sus recursos naturales. De hecho, es posible recorrer en menos de una hora desde las costas cálidas del sur hasta la capital de Valverde, atravesando microclimas que van desde llanuras áridas a húmedos bosques de niebla, donde prosperan más de un centenar de especies endémicas, incluida la crítica lagartija gigante de El Hierro, lo que motivó que la isla entera fuese declarada Reserva de la Biosfera en 2000 y Geoparque en 2014 por la UNESCO.

Símbolos de resistencia. Entre curvas cerradas, paisajes volcánicos y pastos azotados por el viento, aparece La Dehesa, donde crecen los árboles más célebres del enclave: los sabinares retorcidos por siglos de vientos alisios, convertidos en símbolos vivos de la resistencia herreña. En ese sentido, la autosuficiencia ha sido parte del ADN isleño desde la llegada de los bimbaches, pueblo bereber asentado hacia el año 120. Sin ríos ni lagos naturales, aprendieron a recolectar agua de la niebla, especialmente del legendario Árbol Garoé, cuya ubicación se recorre hoy a través de la Ruta del Agua.

Plus: este sendero circular de 16 kilómetros conecta San Andrés, el pueblo más alto de la isla, con depósitos, aljibes y restos de tecnologías hidráulicas primitivas, todos testigos de una historia marcada por la escasez hídrica y las oleadas migratorias, especialmente hacia Venezuela. La Bajada de la Virgen, fiesta cuatrienal dedicada a la Virgen de los Reyes (quien, según la tradición, puso fin a la gran sequía de 1741), mantiene vivo ese legado espiritual que mezcla necesidad y fe.

Autosuficiencia. En 2014, la isla inauguró Gorona del Viento, la central pionera que combina energía eólica e hidráulica gracias a su geografía privilegiada. El sistema bombea agua desalada desde un depósito costero hasta una caldera volcánica a 700 metros de altitud cuando hay excedente de viento, y libera ese caudal en épocas sin viento para generar electricidad con turbinas hidráulicas.

En agosto de 2015, logró por primera vez abastecer toda la isla durante cuatro horas. En 2024, batió un récord global: 24 días consecutivos operando exclusivamente con energía limpia, lo que evitó la emisión de 13.708 toneladas de CO₂ y el consumo de más de 4.500 toneladas de diésel. Con todo, el cambio climático también empieza a dejar huella, con veranos prolongados y menos viento que obligan a la isla a diversificar su matriz energética incluyendo energía solar. El objetivo oficial: reducir sus emisiones a la mitad para 2030 y alcanzar la neutralidad total en 2050.

Modelo ejemplar. Gracias a estos esfuerzos, El Hierro ha sido reconocida como destino líder en sostenibilidad y la central Gorona del Viento se ha convertido en un modelo para proyectos similares en todo el mundo. Pero más allá de los reconocimientos formales, la isla ha logrado algo casi más difícil: preservar su esencia.

Al atardecer, desde el Faro de Orchilla, antiguo punto de referencia del meridiano cero según Tolomeo, el viajero puede contemplar un océano abierto, sin horizonte visible, y entender que, pese a los siglos, la isla sigue siendo ese confín del mundo conocido, si se quiere también, un lugar que no se deja domesticar. En un contexto donde otros destinos se ven desbordados por su propio éxito turístico, El Hierro se ha mantenido firme en su singularidad: menos puede ser más.

Imagen | Wikimedia, El Coleccionista

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La noticia Canarias tiene siete islas, pero solo una ha escapado de las hordas de turistas. Su secreto está en la tierra, literalmente fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .