Japón le acaba de declarar la "guerra" a China: un sistema operativo para redes de fibra como alternativa a Huawei
Hace pocas semanas lo contamos: China busca la autosuficiencia tecnológica a todos los niveles, y el hecho de que Huawei ya fabricara chips para sus smartphones era una prueba de ello. Mientras, Estados Unidos ya le ha declarado la guerra a la compañía para que su expansión no salga de la nación. Ahora, el último en sumarse a la “fiesta” es Japón, y lo hace de forma sorprendente: con un sistema operativo… para las redes de fibra óptica. Desafiando el dominio chino. En un intento por romper la hegemonía de Huawei en el mercado global de redes de fibra óptica, Japón ha anunciado el lanzamiento internacional de un sistema operativo de uso general para equipos de telecomunicaciones, una iniciativa liderada por el Ministerio de Comunicaciones que busca ofrecer una alternativa asequible, abierta y menos dependiente de tecnologías chinas. El proyecto, que comenzará pruebas este año en más de diez países de Asia, Europa, América y África, permitirá a operadores locales evaluar el rendimiento y la compatibilidad del software con sus propios sistemas. La instalación se realizará sobre hardware fabricado por empresas de Taiwán y otros países, y se aplicarán tarifas de uso, lo que marca una apuesta por una infraestructura modular, flexible y económicamente viable. La estrategia apunta directamente a uno de los principales desafíos del sector: el fenómeno del vendor lock-in generado por la baja compatibilidad de los productos de Huawei con equipos de terceros, una barrera tecnológica que dificulta la migración hacia sistemas más abiertos. En Xataka China ha conseguido con su tren bala lo que parecía imposible: las aerolíneas no son rentables en un viaje de 1.300 km El “opaco” dominio de Huawei. Según datos de Omdia, Huawei concentró aproximadamente el 30% del mercado global de equipos de redes ópticas, y junto a otras firmas chinas como Wuhan FiberHome supera el 35% de participación. Contaba Nikkei que este dominio se ha cimentado sobre una agresiva política de subsidios estatales y precios bajos, lo que ha permitido a la empresa expandirse incluso en países con restricciones presupuestarias. Sin embargo, la dependencia de un ecosistema cerrado ha despertado inquietudes crecientes, tanto por la dificultad de integración con productos de otros fabricantes como por riesgos de seguridad, espionaje o manipulación de datos. En este contexto, Japón quiere ofrecer un camino alternativo: un sistema operativo estandarizado que funcione en dispositivos genéricos y que garantice la posibilidad de elegir proveedores sin quedar atrapado en arquitecturas exclusivas. La intención no parece solo comercial: es geoestratégica al buscar frenar la expansión tecnológica de Pekín en regiones sensibles. Soberanía digital. La propuesta japonesa no se limita al software: incluye el respaldo institucional del gobierno y la colaboración del sector privado para asegurar una implementación viable y segura. El enfoque se apoya en experiencias pasadas, donde Japón, a pesar de liderar el desarrollo tecnológico, perdió terreno por no comercializar sus avances con la agilidad necesaria. Así, el país busca corregir esa trayectoria a través de asociaciones tempranas, como la organización internacional fundada por Nippon Telegraph and Telephone (NTT) en 2020 para establecer estándares de redes ópticas, que ya cuenta con más de 150 miembros, entre ellos gigantes como Sony, Google e Intel. Esta red de colaboración permitirá definir protocolos abiertos y transparentes, clave para garantizar la confianza de los países receptores. En particular, la nación apunta a países emergentes que enfrentan dilemas entre aceptar infraestructura china financiada por deuda o mantener el control de sus redes de comunicación estratégicas. En Xataka Sabíamos que desayunar nueces y otros frutos secos era positivo para nuestro cerebro. Lo que no sabíamos era hasta qué punto Tecnología al servicio de la autonomía. Si se quiere también, el proyecto representa más que una innovación tecnológica: una intervención política en el tablero global de las telecomunicaciones. Mientras Alemania estudia excluir tecnologías chinas de su infraestructura crítica y otros países se replantean sus vínculos digitales con Pekín, Japón se posiciona como un proveedor de confianza con capacidad técnica, neutralidad diplomática y visión a largo plazo. En regiones donde el crédito chino ha financiado redes enteras, existe temor a que un impago pueda traducirse en pérdida de soberanía sobre la infraestructura nacional. La oferta japonesa, basada en estándares abiertos y con responsabilidad compartida entre fabricantes y operadores, busca evitar ese escenario. Aunque Fujitsu y NEC apenas suman un 5% del mercado actual, la jugada japonesa no apunta a una victoria inmediata, sino más bien a una reconfiguración del equilibrio global a part

Hace pocas semanas lo contamos: China busca la autosuficiencia tecnológica a todos los niveles, y el hecho de que Huawei ya fabricara chips para sus smartphones era una prueba de ello. Mientras, Estados Unidos ya le ha declarado la guerra a la compañía para que su expansión no salga de la nación. Ahora, el último en sumarse a la “fiesta” es Japón, y lo hace de forma sorprendente: con un sistema operativo… para las redes de fibra óptica.
Desafiando el dominio chino. En un intento por romper la hegemonía de Huawei en el mercado global de redes de fibra óptica, Japón ha anunciado el lanzamiento internacional de un sistema operativo de uso general para equipos de telecomunicaciones, una iniciativa liderada por el Ministerio de Comunicaciones que busca ofrecer una alternativa asequible, abierta y menos dependiente de tecnologías chinas.
El proyecto, que comenzará pruebas este año en más de diez países de Asia, Europa, América y África, permitirá a operadores locales evaluar el rendimiento y la compatibilidad del software con sus propios sistemas. La instalación se realizará sobre hardware fabricado por empresas de Taiwán y otros países, y se aplicarán tarifas de uso, lo que marca una apuesta por una infraestructura modular, flexible y económicamente viable. La estrategia apunta directamente a uno de los principales desafíos del sector: el fenómeno del vendor lock-in generado por la baja compatibilidad de los productos de Huawei con equipos de terceros, una barrera tecnológica que dificulta la migración hacia sistemas más abiertos.
El “opaco” dominio de Huawei. Según datos de Omdia, Huawei concentró aproximadamente el 30% del mercado global de equipos de redes ópticas, y junto a otras firmas chinas como Wuhan FiberHome supera el 35% de participación. Contaba Nikkei que este dominio se ha cimentado sobre una agresiva política de subsidios estatales y precios bajos, lo que ha permitido a la empresa expandirse incluso en países con restricciones presupuestarias.
Sin embargo, la dependencia de un ecosistema cerrado ha despertado inquietudes crecientes, tanto por la dificultad de integración con productos de otros fabricantes como por riesgos de seguridad, espionaje o manipulación de datos. En este contexto, Japón quiere ofrecer un camino alternativo: un sistema operativo estandarizado que funcione en dispositivos genéricos y que garantice la posibilidad de elegir proveedores sin quedar atrapado en arquitecturas exclusivas. La intención no parece solo comercial: es geoestratégica al buscar frenar la expansión tecnológica de Pekín en regiones sensibles.
Soberanía digital. La propuesta japonesa no se limita al software: incluye el respaldo institucional del gobierno y la colaboración del sector privado para asegurar una implementación viable y segura. El enfoque se apoya en experiencias pasadas, donde Japón, a pesar de liderar el desarrollo tecnológico, perdió terreno por no comercializar sus avances con la agilidad necesaria.
Así, el país busca corregir esa trayectoria a través de asociaciones tempranas, como la organización internacional fundada por Nippon Telegraph and Telephone (NTT) en 2020 para establecer estándares de redes ópticas, que ya cuenta con más de 150 miembros, entre ellos gigantes como Sony, Google e Intel. Esta red de colaboración permitirá definir protocolos abiertos y transparentes, clave para garantizar la confianza de los países receptores. En particular, la nación apunta a países emergentes que enfrentan dilemas entre aceptar infraestructura china financiada por deuda o mantener el control de sus redes de comunicación estratégicas.
Tecnología al servicio de la autonomía. Si se quiere también, el proyecto representa más que una innovación tecnológica: una intervención política en el tablero global de las telecomunicaciones. Mientras Alemania estudia excluir tecnologías chinas de su infraestructura crítica y otros países se replantean sus vínculos digitales con Pekín, Japón se posiciona como un proveedor de confianza con capacidad técnica, neutralidad diplomática y visión a largo plazo.
En regiones donde el crédito chino ha financiado redes enteras, existe temor a que un impago pueda traducirse en pérdida de soberanía sobre la infraestructura nacional. La oferta japonesa, basada en estándares abiertos y con responsabilidad compartida entre fabricantes y operadores, busca evitar ese escenario. Aunque Fujitsu y NEC apenas suman un 5% del mercado actual, la jugada japonesa no apunta a una victoria inmediata, sino más bien a una reconfiguración del equilibrio global a partir de, según subrayan, valores como la interoperabilidad, la transparencia y la autonomía tecnológica.
Imagen | RawPixel
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La noticia
Japón le acaba de declarar la "guerra" a China: un sistema operativo para redes de fibra como alternativa a Huawei
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Xataka Móvil
por
Miguel Jorge
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