La decisión más importante de la administración Trump
La alizanza Estados Unidos - Países del Golfo Pérsico recuerda a la era de los chips empezando en Japón y Corea

Visita del presidente Trump al Golfo Pérsico, ¡esta vez parece que diplomática y amistosa! Las paradas clave han sido en Arabia Saudí, Catar y los Emiratos Árabes Unidos, con una protagonista: la Inteligencia Artificial.
Los EAU han conseguido el que quizás sea el anuncio más tangible y llamativo en los nuevos acuerdos sobre inteligencia artificial: la creación del que será el mayor campus de IA del mundo en Abu Dabi con una extensión de 10 millas cuadradas y una capacidad de 5 gigavatios. Este proyecto se desarrollaría dentro de la iniciativa "Stargate", que fuera anunciada por Sam Altman y el presidente Trump en cuanto este último llegó al poder y que contemplaba la inversión de 500.000 millones de dólares en infraestructura para la IA.
Más datos: G42 de Abu Dabi, una "potencia de IA respaldada por el estado", obtiene una cuota anual de 500.000 chips Nvidia de alta gama (20% para G42, 80% para empresas de EEUU). Microsoft, como cliente e inversor en G42, tendrá prioridad en el acceso a los nuevos chips, lo que supuestamente ayudará a paliar el "déficit de cómputo de EEUU". El acuerdo con Arabia Saudí parte de un paquete económico de 600.000 millones de dólares. Por un lado tenemos a DataVolt, desarrollador saudí, invirtiendo 20.000 millones en centros de datos de EEUU y por otro capital tecnológico de EEUU (Oracle, Google, etc.) fluyendo a Arabia Saudí. Además crean HUMAIN, nueva firma nacional de IA saudí, que planea desplegar 500MW de cómputo con AMD y 500MW con Nvidia; y acuerdos de HUMAIN con Qualcomm y AWS (para una "Zona de IA").
Tyler Cowen se pregunta si esta es la decisión más importante de la administración Trump. Su principal inquietud es que si por "falta de energía eléctrica y unos cuantos dólares", están entregando una gran influencia sobre el futuro a poderes autoritarios con prioridades y valores muy distintos". Se pregunta quién tendrá realmente los derechos de control de facto en estos centros.
David Sacks, el actual asesor de IA de la Casa Blanca, ha jugado un papel clave en las negociaciones, defendiendo que los acuerdos benefician a EE.UU. y que la única pregunta relevante es si China desearía haberlos hecho primero. Sacks argumenta que si EE.UU. no promueve el uso de su tecnología, los países con ambiciones en IA recurrirán a alternativas chinas.
Japón, Corea y Taiwan para los chips; Arabia Saudí y Emiratos Árabes para la inteligencia artificial
La guerra de los chips la narró de manera excelente Chris Miller (Amazon, Todos tus libros). En su estupendo repaso histórico recoge un par de décadas en la que Estados Unidos alentó y permitió el auge de la industria de los semiconductores en Japón primero y más tarde en Corea del Sur y Taiwan.
Desde Canon y Sony hasta Samsung y TSMC, muchas compañías surgieron bajo el paraguas de un Estados Unidos que concedió primero la mera fabricación e importación para luego darse cuenta de que pasaron al diseño de los chips y finalmente a la marca competidora de electrónica.
Es en ese espejo en el que podemos mirar el movimiento de la administración Trump. Y el problema que podemos anticipar para Estados Unidos en algunos años, aunque con matices que diferencian el caso de los chips y el de la inteligencia artificial.
El primero es que con Japón, Corea del Sur y Taiwan se alentaba una alianza política alrededor de los valores democráticos. El segundo es que estos tres países se encontraban (ahora todavía más) en una situación delicada: su seguridad dependía del ejército de Estados Unidos, por lo que en última instancia la situación de poder quedaba clara.
En este último aspecto, muchos analistas apuntan a que los países del Golfo siguen necesitando a EE.UU. aunque cada año baten récords de gasto en defensa. En cuanto a los valores compartidos como socios en la tecnología clave del siglo XXI el asunto es más claro. El sistema de valores democráticos y de derechos humanos no es la guía para los dirigentes de estos países precisamente.
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Primero fabricar y computar, al final diseñar y competir
El caso es que décadas más tarde, la nueva generación de compañías asiáticas siempre acaban innovando, compitiendo y, en muchas ocasiones, sustituyendo a las occidentales. Estos países primero fabrican, luego la siguiente generación diseña lo fabricado y por último compiten con la marca occidental que queda descubierta en muchas ocasiones como un mero agregador.
Es imposible saber si esa historia se repetirá con la inteligencia artificial. Si por competir con el bloque comunista, Estados Unidos potenció a Japón, Corea del Sur y Taiwan, por liderar frente a China es posible que acabe empujando a Arabia Saudí y Emiratos Árabes como potencias de la inteligencia artificial.