Un AirTag y una bici, la historia de un robo frustrado
Hay quienes insisten en que poner un AirTag en la bicicleta no es la mejor idea, pero la realidad, como...

Hay quienes insisten en que poner un AirTag en la bicicleta no es la mejor idea, pero la realidad, como suele pasar, se encarga de desmontar teorías. El último episodio lo hemos vivido en Salou, donde dos bicicletas valoradas en 15.000 euros han vuelto a manos de sus dueños gracias a un AirTag de apenas 30 euros. Un accesorio pequeño, casi invisible, que ha demostrado ser mucho más que un simple capricho tecnológico. La historia, además de rocambolesca, deja claro que a veces la diferencia entre perderlo todo y recuperarlo está en saber aprovechar la tecnología y, por supuesto, en la rapidez de la policía.
El caso es sencillo pero revelador. Dos ciclistas participaban en una marcha en Balaguer, Lleida, cuando sus bicicletas desaparecieron. Afortunadamente, uno de ellos había escondido un AirTag en un pequeño neceser de herramientas. Gracias a este gesto, y a la red de dispositivos Apple que hacen posible el milagro, las bicicletas fueron localizadas a más de 120 kilómetros, en Salou. Los Mossos d’Esquadra no tardaron en actuar, y en cuestión de horas, los propietarios recuperaban sus preciadas bicicletas. No es magia, es tecnología bien usada.
Conviene recordar que el AirTag no es un GPS clásico. No transmite la ubicación en tiempo real ni depende de una tarjeta SIM, sino que utiliza la red de dispositivos Apple cercanos para enviar su posición. Si el AirTag pasa cerca de un iPhone, iPad o Mac, su ubicación se actualiza en la app ‘Buscar’. Es un proceso privado y anónimo, pero depende de que haya dispositivos Apple cerca. Por eso, algunos expertos desaconsejan su uso en bicicletas: si el ladrón se lleva la bici a un lugar aislado, el AirTag será indetectable hasta que pase cerca de otro dispositivo compatible. Sin embargo, la experiencia demuestra que, incluso con esta limitación, merece la pena intentarlo.
Eso sí, hay que tener ciertas precauciones. Lo primero es marcar el AirTag como perdido en cuanto notes el robo, para evitar que el ladrón reciba alertas en su móvil. También es fundamental buscar un escondite ingenioso: dentro del estuche de herramientas, camuflado en el timbre o pintado del color de la bici. Cuanto más difícil sea encontrarlo, más opciones tendrás de localizar tu bicicleta antes de que el ladrón lo descubra y lo retire.
Al final, la moraleja es clara: mejor tener un AirTag que no tener nada. No es infalible, pero por el precio y la facilidad de uso, se convierte en una herramienta imprescindible para cualquier ciclista que valore su bicicleta. La tecnología, bien utilizada y con un poco de ingenio, puede ser la mejor aliada frente a los amigos de lo ajeno. Y si alguna vez tienes la mala suerte de sufrir un robo, recuerda: denuncia siempre y deja que la policía haga su trabajo. El AirTag puede ser la diferencia entre la resignación y la alegría de volver a pedalear sobre tu bici.