El vino y la cerveza llevan años moviendo hordas de turistas por todo el mundo. Ahora también lo hace el pan

No importa que hablemos de Madrid, Barcelona, Zaragoza, Oviedo o Vigo. En cualquier ciudad medianamente grande de España (al igual que en otros muchos países) es difícil salir a la calle y no encontrar un lugar en el que comprar una barra de pan, bollos o un cruasán a una distancia razonable. Lo venden en las pastelerías de barrio, pero también en los supermercados (grades y pequeños) y por supuesto en cadenas como Starbucks o Dunkin. Eso no quita que haya gente dispuesta a coger el coche o incluso subirse a un avión para probar un pan especial. En un mundo en el que cada vez se viaja más y ya no sorprende oír hablar turismo enológico y excursiones gastronómicas o dedicadas a la cerveza artesanal (craft beer-tourism) se abre paso una nueva modalidad: el turismo de panadería. Viajando con el paladar. Sobre viajes no hay nada escrito. Tampoco sobre turismo ni vacaciones. Hay quien planifica sus escapadas pensando en playas paradisiacas, quien prefiere pasar sus días libres escalando montañas, quien se decanta por las ciudades, quien prioriza los lugares tranquilos para descansar… y quien directamente decide su destino "escuchando" a su paladar y la barriga. No es nada nuevo. El enoturismo, el beer-tourism y el turismo gastronómico en general lleva años practicándose y se ha convertido en un negocio que mueve miles de millones de euros. Según Turespaña, solo en 2022 (un ejercicio marcado aún por la pandemia) los turistas que visitaron España se gastaron 22.700 millones de euros en actividades eno-gastronómicas, lo que las convierte en una de las principales fuentes de ingresos para el sector. Y de las que más crecen. @nat.maquieira Se llama #Lannan y está en Edimburgo, siempre tiene cola y los #croissant y #painauchocolat son su especialidad

Abr 24, 2025 - 09:56
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El vino y la cerveza llevan años moviendo hordas de turistas por todo el mundo. Ahora también lo hace el pan

El vino y la cerveza llevan años moviendo hordas de turistas por todo el mundo. Ahora también lo hace el pan

No importa que hablemos de Madrid, Barcelona, Zaragoza, Oviedo o Vigo. En cualquier ciudad medianamente grande de España (al igual que en otros muchos países) es difícil salir a la calle y no encontrar un lugar en el que comprar una barra de pan, bollos o un cruasán a una distancia razonable. Lo venden en las pastelerías de barrio, pero también en los supermercados (grades y pequeños) y por supuesto en cadenas como Starbucks o Dunkin. Eso no quita que haya gente dispuesta a coger el coche o incluso subirse a un avión para probar un pan especial.

En un mundo en el que cada vez se viaja más y ya no sorprende oír hablar turismo enológico y excursiones gastronómicas o dedicadas a la cerveza artesanal (craft beer-tourism) se abre paso una nueva modalidad: el turismo de panadería.

Viajando con el paladar. Sobre viajes no hay nada escrito. Tampoco sobre turismo ni vacaciones. Hay quien planifica sus escapadas pensando en playas paradisiacas, quien prefiere pasar sus días libres escalando montañas, quien se decanta por las ciudades, quien prioriza los lugares tranquilos para descansar… y quien directamente decide su destino "escuchando" a su paladar y la barriga.

No es nada nuevo. El enoturismo, el beer-tourism y el turismo gastronómico en general lleva años practicándose y se ha convertido en un negocio que mueve miles de millones de euros. Según Turespaña, solo en 2022 (un ejercicio marcado aún por la pandemia) los turistas que visitaron España se gastaron 22.700 millones de euros en actividades eno-gastronómicas, lo que las convierte en una de las principales fuentes de ingresos para el sector. Y de las que más crecen.

@nat.maquieira

Se llama #Lannan y está en Edimburgo, siempre tiene cola y los #croissant y #painauchocolat son su especialidad