Pase lo que pase con los aranceles, la industria tecnológica está condenada: huir de China significa subir precios
Estados Unidos ha concedido una pequeña tregua a la incesante guerra arancelaria paralizando de forma temporal los gravámenes para dispositivos electrónicos. Escasas horas después de comunicar que el arancel global se fijaría en un 10%, poniendo completamente el foco sobre el 125% impuesto a China, Trump lanza un balón de oxígeno para las grandes tecnológicas. Pase lo que pase con los aranceles, hay una consecuencia inevitable: la cadena de suministro global se ha roto tal y como la conocemos, y las empresas deben empezar a moverse rápido con las consecuencias que ello conlleva. Apple como mejor ejemplo. Entre todas la tecnológicas hay una que destaca como la mayor beneficiada y, al mismo tiempo, como la que más tiene que perder si no actúa con agilidad. Apple depende profundamente de su cadena de suministro en China. El país asiático ensambla casi la totalidad de sus productos, una situación que hará crítica la entrada en vigor de un arancel del 125% a China. En los últimos cinco años, Apple ha intentado diversificar su cadena de producción con fábricas en países como India o Vietnam, pero el grueso de su producción, el conocimiento acumulado y las economías de escala siguen ancladas en China. Salir de China no es tan fácil. Apple no es el único gigante que fabrica en China. Samsung sigue fabricando allí, aunque en muy pequeña medida y centrada en dispositivos y componentes menores. Gigantes como Microsoft, HP o Dell (EEUU), que llevan años moviendo producción a México y Tailandia, tienen buena parte de la cadena de producción en China. Su infraestructura industrial hiperespecializada, perfeccionada durante más de cuatro décadas mano a mano con las grandes tecnológicas, es imposible de replicar en el corto plazo. Las Big Tech llevan años externalizando su propio talento a China: han invertido millones en instalar equipo, formar a ingenieros y mover su conocimiento al país asiático. Vietnam, India, Tailandia. Los fabricantes necesitan dos pilares para cimentar su cadena de producción: mano de obra económica y mano de obra especializada. Países como Vietnam, gracias en grandísima parte a la colaboración con gigantes como Samsung, llevan más de dos décadas ofreciendo una alternativa a la manufactura china. Fabricantes como Samsung llevan años trasladando gran parte de su producción a Vietnam para reducir su dependencia de China. Salvo Apple, que sigue rezagada en esta gran huída, la mayoría del sector ha seguido ese camino. Pero ni siquiera esa diversificación garantiza la total inmunidad: la amenaza de nuevos aranceles, como los del 46% que Trump ya ha impuso hace apenas una semana a productos vietnamitas, podría devolver la tensión comercial al primer plano. En Xataka Nintendo también mueve ficha ante los aranceles: está enviando miles de consolas desde Vietnam a EEUU, según Bloomberg Un giro inevitable. No hay escenario posible que impida cambios profundos en la cadena de suministro global. Los fabricantes llevan años evitando la producción en suelo local por los altísimos costes que ello conllevaría, y apostando por países hiperespecializados en los que han invertido millones, talento, e I+D. La amenaza arancelaria cambiará las tornas, suceda lo que suceda. La prórroga de 90 días en las exenciones permitirá evitar una subida repentina de precios, pero no evitará que los grandes fabricantes empiecen a replantearse cambios profundos en su estrategia de fabricación. Mover ficha y moverla rápido. La consecuencia inevitable es la diversificación, una que lleva años haciéndose de forma progresiva y lenta y que debe acelerarse si las empresas quieren seguir respetando sus márgenes de beneficio. Esta diversificación irá de la mano, prácticamente de forma inevitable, de subidas de precio. Huir por completo de China tiene un coste, y pensar que los fabricantes asumirán el impacto sin trasladarlo a los consumidores finales es poco es algo más que utópico. Imagen | ASML En Xataka | España actúa donde Europa duda: la estrategia que está dando frutos en China - La noticia Pase lo que pase con los aranceles, la industria tecnológica está condenada: huir de China significa subir precios fue publicada originalmente en Xataka por Ricardo Aguilar .

Estados Unidos ha concedido una pequeña tregua a la incesante guerra arancelaria paralizando de forma temporal los gravámenes para dispositivos electrónicos. Escasas horas después de comunicar que el arancel global se fijaría en un 10%, poniendo completamente el foco sobre el 125% impuesto a China, Trump lanza un balón de oxígeno para las grandes tecnológicas.
Pase lo que pase con los aranceles, hay una consecuencia inevitable: la cadena de suministro global se ha roto tal y como la conocemos, y las empresas deben empezar a moverse rápido con las consecuencias que ello conlleva.
Apple como mejor ejemplo. Entre todas la tecnológicas hay una que destaca como la mayor beneficiada y, al mismo tiempo, como la que más tiene que perder si no actúa con agilidad. Apple depende profundamente de su cadena de suministro en China. El país asiático ensambla casi la totalidad de sus productos, una situación que hará crítica la entrada en vigor de un arancel del 125% a China.
En los últimos cinco años, Apple ha intentado diversificar su cadena de producción con fábricas en países como India o Vietnam, pero el grueso de su producción, el conocimiento acumulado y las economías de escala siguen ancladas en China.
Salir de China no es tan fácil. Apple no es el único gigante que fabrica en China. Samsung sigue fabricando allí, aunque en muy pequeña medida y centrada en dispositivos y componentes menores. Gigantes como Microsoft, HP o Dell (EEUU), que llevan años moviendo producción a México y Tailandia, tienen buena parte de la cadena de producción en China.
Su infraestructura industrial hiperespecializada, perfeccionada durante más de cuatro décadas mano a mano con las grandes tecnológicas, es imposible de replicar en el corto plazo. Las Big Tech llevan años externalizando su propio talento a China: han invertido millones en instalar equipo, formar a ingenieros y mover su conocimiento al país asiático.
Vietnam, India, Tailandia. Los fabricantes necesitan dos pilares para cimentar su cadena de producción: mano de obra económica y mano de obra especializada. Países como Vietnam, gracias en grandísima parte a la colaboración con gigantes como Samsung, llevan más de dos décadas ofreciendo una alternativa a la manufactura china.
Fabricantes como Samsung llevan años trasladando gran parte de su producción a Vietnam para reducir su dependencia de China. Salvo Apple, que sigue rezagada en esta gran huída, la mayoría del sector ha seguido ese camino. Pero ni siquiera esa diversificación garantiza la total inmunidad: la amenaza de nuevos aranceles, como los del 46% que Trump ya ha impuso hace apenas una semana a productos vietnamitas, podría devolver la tensión comercial al primer plano.
Un giro inevitable. No hay escenario posible que impida cambios profundos en la cadena de suministro global. Los fabricantes llevan años evitando la producción en suelo local por los altísimos costes que ello conllevaría, y apostando por países hiperespecializados en los que han invertido millones, talento, e I+D.
La amenaza arancelaria cambiará las tornas, suceda lo que suceda. La prórroga de 90 días en las exenciones permitirá evitar una subida repentina de precios, pero no evitará que los grandes fabricantes empiecen a replantearse cambios profundos en su estrategia de fabricación.
Mover ficha y moverla rápido. La consecuencia inevitable es la diversificación, una que lleva años haciéndose de forma progresiva y lenta y que debe acelerarse si las empresas quieren seguir respetando sus márgenes de beneficio.
Esta diversificación irá de la mano, prácticamente de forma inevitable, de subidas de precio. Huir por completo de China tiene un coste, y pensar que los fabricantes asumirán el impacto sin trasladarlo a los consumidores finales es poco es algo más que utópico.
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En Xataka | España actúa donde Europa duda: la estrategia que está dando frutos en China
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Pase lo que pase con los aranceles, la industria tecnológica está condenada: huir de China significa subir precios
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