Estéticas de la Disidencia: Ciberfeminismo, Queerness y Arte Digital

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May 20, 2025 - 22:10
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Estéticas de la Disidencia: Ciberfeminismo, Queerness y Arte Digital

En los márgenes de la cultura digital, donde los cuerpos normativos se desdibujan y las narrativas dominantes pierden coherencia, emergen estéticas que no buscan complacer, sino resistir.

#CódigosLiterarios es un ciclo de literatura electrónica y videojuegos creado por Plataforma Placa, un colectivo migrante que opera en España, México, Estados Unidos y Chile. Este proyecto pretende profundizar en las intersecciones entre arte, tecnología y cultura. Akihabara Blues se presenta como su colaborador.

Las estéticas de la disidencia se gestan en los intersticios entre el arte, la tecnología y la identidad, proponiendo nuevos modos de mirar, habitar y crear. El ciberfeminismo, lo queerness y el arte digital conforman un tríptico radical desde el que se cuestionan las estructuras patriarcales, binarias y coloniales de la representación.

Ciberfeminismo: reprogramar la matriz

En los años noventa, el colectivo australiano VNS Matrix lanzaba su icónico manifiesto A cyberfeminist manifesto for the 21st century, donde proclamaban: Somos el virus del nuevo desorden mundial. El clítoris es un teclado. Nosotras hackeamos el sistema. Este gesto fundacional del ciberfeminismo abría una brecha en el relato tecnológico hegemónico, denunciando su sesgo androcéntrico y proponiendo una reapropiación subversiva del código.

Autoras como Sadie Plant o Donna Haraway (quien, con su Manifiesto Ciborg, propuso borrar las fronteras entre humano, animal y máquina) abrieron el camino para pensar una tecnología en clave feminista: no como herramienta de opresión, sino como campo de batalla y potencial emancipador. Hoy, este legado se actualiza en prácticas de arte generativo, glitch art, net.art y performance digital que denuncian, ironizan y reconfiguran los discursos sobre género y tecnología.

Queerness digital: cuerpos disidentes en el ciberespacio

El arte digital queer habita el ciberespacio como un territorio fluido donde las identidades se transforman, se mezclan y se dislocan. Plataformas como VRChat, juegos como Dys4ia de Anna Anthropy o entornos virtuales como Second Life han permitido a personas queer experimentar con sus avatares y encarnaciones digitales en formas que muchas veces les son negadas en el mundo físico.

El trabajo de artistas como Zach Blas (Facial Weaponization Suite) o Juliana Huxtable mezcla cuerpo, tecnología y disidencia en instalaciones y performances que critican los sistemas de vigilancia, el racismo algorítmico y las políticas identitarias normativas. Lo queerness en el arte digital no es solo temática: es metodología, fluidez formal, ruptura con la lógica binaria del software y el lenguaje visual dominante.

Glitch, error y virus: poéticas de la ruptura

El glitch art, una estética nacida del error digital, se convierte en una herramienta simbólica para expresar la inadecuación de los cuerpos y deseos disidentes dentro del sistema normativo. “Romper la imagen” es una forma de sabotaje visual que permite exponer lo que se oculta: la violencia de la representación hegemónica.

En este sentido, el glitch no solo es una técnica, sino una posición política. Es el “ruido” que impide la lectura cómoda de la imagen; el virus que, como diría Haraway, desafía la coherencia del sistema. Esta poética de la ruptura se conecta con la teoría queer en su defensa de lo inestable, lo mutante, lo que no encaja.

Nuevos lenguajes, nuevas genealogías

Estas estéticas no emergen del vacío. Beben de genealogías tan diversas como el punk, el afrofuturismo, la teoría poscolonial, los estudios trans y la literatura especulativa. En obras como Testo Yonqui de Paul B. Preciado o Cruising Utopia de José Esteban Muñoz, encontramos no solo marcos teóricos, sino también estilos de escritura que desbordan la norma académica para encarnar las mismas lógicas de fluidez y resistencia que definen a estas prácticas.

Hackear la representación

El arte digital queer y ciberfeminista no busca representar lo que ya es, sino imaginar lo que podría ser. Es una estética del deseo, de la posibilidad y del conflicto. Un espacio de experimentación desde donde hackear los lenguajes visuales del poder y dar lugar a nuevas formas de existencia.

En un mundo saturado de imágenes domesticadas, estas prácticas nos recuerdan que la estética también puede ser insurrección: una forma de pensar, de sentir y de crear comunidad en la disidencia.

Almudena Anés (Linkedin) es una narradora española especializada en arte, videojuegos e identidad. Trabaja desde la escritura para indagar la fragmentación y el simulacro.

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