Mientras Meta y Google nos meten la IA con calzador, Apple tiene otra estrategia: el usuario elige
No hace falta que hayas estado muy atento a tu iPhone, iPad o Mac para que hayas descubierto algo: Meta y Google están tratando de añadir la IA en tu dispositivo, quieras o no. No será un problema para quien guste de usarla, pero sí para quien busque huir de ella, dado resulta casi imposible. Y esto es un enfoque sumamente distinto al que proporciona Apple. "No quiero utilizar la IA" Me encontré el otro día en X una publicación que me hizo reflexionar. La vertía la traductora Cristina Gdlf, quien se mostraba su posición contraria a tener que "utilizar la IA sin pretenderlo", algo a lo que en cierto modo están empujándonos plataformas como Meta y Google. Especialmente esta última. Te habrás dado cuenta de que, en las últimas semanas, prácticamente todas las búsquedas en Google traen Gemini. Se trata del modelo de lenguaje de Google disponible en iPhone mediante una aplicación y en Android como asistente en sustitución de Google Assistant. Aparece tanto en búsquedas desde el móvil, como en escritorio. En Applesfera ChatGPT me está ayudando en la tarea más rara: pasarle una foto de casa y redecorarla como si fuese Los Sims AI Overview, que es como se llama este nuevo recuadro que aparece al hacer búsquedas en Google, pretende arrojarnos un resultado claro y conciso a la primera sin tener que navegar entre los links que, eso sí, siguen apareciendo, aunque debajo. Nos da hasta las fuentes en las que se basa para su respuesta, pero el primer resultado que veremos es el de la IA. El truco para que Google no active su IA: poner tacos en nuestras búsquedas Esta IA satisface buena parte de las búsquedas que realizamos, pero arroja un problema: huir de la IA de Google en Google es casi imposible. Existen algunos tips como añadir una palabra malsonante en los términos de búsqueda, pero aparte de ser más tedioso, resulta poco práctico en ocasiones, dado que podría desviar los resultados reales que queremos obtener. Incluso en X (Twitter), donde no se obliga a usar la IA, existe una presencia constante de ella Algo similar sucede con la nueva Meta AI en WhatsApp. La IA de Meta ha llegado a la app de mensajería en forma de círculo azul, el cual da acceso a un chatbot con IA. ¿Cuál es el problema? Pues que más allá de sus limitaciones respecto a ChatGPT y otros, no hay forma de quitar ese circulito azul. Hay alguna forma de ocultar su chat, sí, pero es imposible hacer que se esfume. Por supuesto, no es algo único de estas compañías. La IA de X también sigue un camino similar. No obligan a usarla, pero aquel que navegue por la anteriormente llamada Twitter se encontrará decenas de peticiones de usuarios a Grok, además de una pestaña dedicada y algún que otro anuncio y banner con el que publicitar la suscripción a X Premium para utilizarla. Un dilema de fiabilidad y privacidad En cierto modo podemos llegar a comprender que todo esto suceda. Faltaría más que compañías como Meta y Google no pudiesen añadir sus servicios en sus propias plataformas. Ahora bien, esto no quita que exista una cierta sensación de que nos meten la IA con calzador y en situaciones en las que no siempre precisamos de ella. El problema no es únicamente la presencia de la IA, sino la imposibilidad de optar por no usarla. Antes, si una función no te interesaba, simplemente no la activabas. Ahora, la IA está integrada en elementos tan básicos como la barra de búsqueda o el menú principal de una app. Su presencia es persistente, visible y muchas veces inevitable. Esto deja sin escapatoria a quienes prefieren una experiencia más tradicional, o simplemente más controlada. Otra muestra que preocupa, al menos a este servidor que escribe, es que, al convertirse en el camino por defecto, la IA empieza a moldear nuestra forma de interactuar con la información, incluso cuando no lo deseamos. Que Google decida que lo primero que veamos es un resumen generado por IA es fantástico si esa información es buena. Sin embargo, alienta también a no seguir explorando otras fuentes. No contrastar más información y fiarlo todo a la IA puede ser un gran problema Siendo un profesional que, entre otras cosas, vive de los clicks en Google que el usuario da a mis artículos, sé que mi opinión aquí es subjetiva. Sin embargo, mi crítica no va tanto hacia la posición en la que se nos deja a los medios, sino más bien hacia qué conocimientos se lleva realmente el usuario. Ya explicaba anteriormente que en el caso de Google, suele satisfacer bien las búsquedas, pero no podemos obviar las alucinaciones de la IA que pueden llegar a arrojar datos erróneos y confusos. Sobre todo cuando las búsquedas traten de temas subjetivos y en los cuales no hay una respuesta única. Por supuesto, la privacidad es otro elemento crítico. Es el motivo por el que muchas de estas IAs han tardado en llegar a Europa y, pese a que en el caso de Me

No hace falta que hayas estado muy atento a tu iPhone, iPad o Mac para que hayas descubierto algo: Meta y Google están tratando de añadir la IA en tu dispositivo, quieras o no. No será un problema para quien guste de usarla, pero sí para quien busque huir de ella, dado resulta casi imposible. Y esto es un enfoque sumamente distinto al que proporciona Apple.
"No quiero utilizar la IA"
Me encontré el otro día en X una publicación que me hizo reflexionar. La vertía la traductora Cristina Gdlf, quien se mostraba su posición contraria a tener que "utilizar la IA sin pretenderlo", algo a lo que en cierto modo están empujándonos plataformas como Meta y Google. Especialmente esta última.
Te habrás dado cuenta de que, en las últimas semanas, prácticamente todas las búsquedas en Google traen Gemini. Se trata del modelo de lenguaje de Google disponible en iPhone mediante una aplicación y en Android como asistente en sustitución de Google Assistant. Aparece tanto en búsquedas desde el móvil, como en escritorio.
AI Overview, que es como se llama este nuevo recuadro que aparece al hacer búsquedas en Google, pretende arrojarnos un resultado claro y conciso a la primera sin tener que navegar entre los links que, eso sí, siguen apareciendo, aunque debajo. Nos da hasta las fuentes en las que se basa para su respuesta, pero el primer resultado que veremos es el de la IA.

Esta IA satisface buena parte de las búsquedas que realizamos, pero arroja un problema: huir de la IA de Google en Google es casi imposible. Existen algunos tips como añadir una palabra malsonante en los términos de búsqueda, pero aparte de ser más tedioso, resulta poco práctico en ocasiones, dado que podría desviar los resultados reales que queremos obtener.
Algo similar sucede con la nueva Meta AI en WhatsApp. La IA de Meta ha llegado a la app de mensajería en forma de círculo azul, el cual da acceso a un chatbot con IA. ¿Cuál es el problema? Pues que más allá de sus limitaciones respecto a ChatGPT y otros, no hay forma de quitar ese circulito azul. Hay alguna forma de ocultar su chat, sí, pero es imposible hacer que se esfume.
Por supuesto, no es algo único de estas compañías. La IA de X también sigue un camino similar. No obligan a usarla, pero aquel que navegue por la anteriormente llamada Twitter se encontrará decenas de peticiones de usuarios a Grok, además de una pestaña dedicada y algún que otro anuncio y banner con el que publicitar la suscripción a X Premium para utilizarla.
Un dilema de fiabilidad y privacidad
En cierto modo podemos llegar a comprender que todo esto suceda. Faltaría más que compañías como Meta y Google no pudiesen añadir sus servicios en sus propias plataformas. Ahora bien, esto no quita que exista una cierta sensación de que nos meten la IA con calzador y en situaciones en las que no siempre precisamos de ella.
El problema no es únicamente la presencia de la IA, sino la imposibilidad de optar por no usarla. Antes, si una función no te interesaba, simplemente no la activabas. Ahora, la IA está integrada en elementos tan básicos como la barra de búsqueda o el menú principal de una app. Su presencia es persistente, visible y muchas veces inevitable. Esto deja sin escapatoria a quienes prefieren una experiencia más tradicional, o simplemente más controlada.
Otra muestra que preocupa, al menos a este servidor que escribe, es que, al convertirse en el camino por defecto, la IA empieza a moldear nuestra forma de interactuar con la información, incluso cuando no lo deseamos. Que Google decida que lo primero que veamos es un resumen generado por IA es fantástico si esa información es buena. Sin embargo, alienta también a no seguir explorando otras fuentes.
Siendo un profesional que, entre otras cosas, vive de los clicks en Google que el usuario da a mis artículos, sé que mi opinión aquí es subjetiva. Sin embargo, mi crítica no va tanto hacia la posición en la que se nos deja a los medios, sino más bien hacia qué conocimientos se lleva realmente el usuario. Ya explicaba anteriormente que en el caso de Google, suele satisfacer bien las búsquedas, pero no podemos obviar las alucinaciones de la IA que pueden llegar a arrojar datos erróneos y confusos. Sobre todo cuando las búsquedas traten de temas subjetivos y en los cuales no hay una respuesta única.
Por supuesto, la privacidad es otro elemento crítico. Es el motivo por el que muchas de estas IAs han tardado en llegar a Europa y, pese a que en el caso de Meta AI ha llegado con limitaciones para cumplir la normativa en este campo, sigue albergando dudas acerca de qué hacen con nuestros datos de uso, los cuales son altamente sospechosos de ser utilizados para vender a terceros con fines publicitarios.
Apple, por su parte, toma otro camino

Es innegable que Apple Intelligence está ciertamente retrasada respecto a sus competidores, incluyendo la que es su mejor función, la nueva Siri, y que recientemente se ha sabido que tardará más de la cuenta en llegar. Sin embargo, y al menos por lo visto hasta el momento, la firma californiana parece optar por una visión distinta a Meta y Google.
Cierto es que de serie viene activada y esto genera un problema en el peso de las actualizaciones, pero no pone obstáculo alguno para desactivarla. Es tan fácil como acudir a Ajustes > Apple Intelligence y Siri, y allí desactivar su pestaña. Una vez se haga, no habrá nada de la IA de Apple en el iPhone, caso muy distinto al que veníamos comentando.
Así mismo, Apple garantiza también la privacidad de sus herramientas, con unos modelos que principalmente se ejecutan en local y que, cuando recurren a un servidor, lo hacen en un proceso totalmente privado. De hecho, en la WWDC 2024 en la que lo presentaron, indicaron que poseían un cifrado auditado por terceros.
Ahora bien, cabe decir que esto también supone tener un arma de doble filo, dado que no utilizar nuestros datos para mejorar sus herramientas puede jugar en contra de su progreso y mejora. No obstante, ofrecen garantías de que no acceden a la información que utilizamos en ellas y, ni mucho menos, se exponen al mejor postor del mercado.
Acostumbrarse es aceptar la imposición
La conclusión a todo esto es que existe el riesgo a que nos acostumbremos. A que normalicemos no tener opción de deshabilitar estas herramientas, asumiendo que todo lo que aparece en nuestras pantallas es lo que debe estar, sin cuestionarlo.
Eso, en mi opinión, es lo más preocupante de esta nueva ola de IA: no tanto su existencia, sino el modo en que nos están quitando poco a poco el control sobre nuestras herramientas digitales. Porque lo que empezó como una ayuda puntual, un complemento, corre el riesgo de convertirse en una capa impuesta sobre toda nuestra interacción con internet. Y si no tenemos la posibilidad de apagarla, entonces no estamos eligiendo usarla: estamos siendo usados por ella.
Por mucho que personalmente aprecie los avances de la inteligencia artificial —y hay razones para hacerlo—, no todo progreso debería imponerse como si fuera inevitable. Porque cuando ya no podemos decidir si queremos o no utilizar una herramienta, dejamos de ser usuarios y pasamos a ser clientes cautivos de un sistema que nos ofrece cada vez menos margen de maniobra.
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La noticia
Mientras Meta y Google nos meten la IA con calzador, Apple tiene otra estrategia: el usuario elige
fue publicada originalmente en
Applesfera
por
Álvaro García M.
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