Un iPad se pasó cinco años sumergido en el río Támesis. Alguien lo encontró y su tarjeta SIM ha resuelto un crimen
La historia podría servir perfectamente para una próxima campaña de Apple donde quiera reforzar esa idea de durabilidad de sus dispositivos. En este caso, además, con un final inesperado. A finales de noviembre del año pasado, una noticia desconocida para el gran público llegó hasta la policía de Londres. Alguien había dado con un iPad que llevaba demasiado tiempo bajos las aguas del Támesis. En su interior, una tarjeta SIM con una revelación sorprendente. Un iPad olvidado como clave. Como explicaba el Washington Post, el dispositivo llevaba más de cinco años después de haber sido arrojado al río Támesis, un iPad cubierto de barro que finalmente emergió como pieza fundamental en una investigación criminal que parecía haberse quedado en tierra de nadie. Al parecer, la tablet la encontró la unidad de policía fluvial de Londres durante una búsqueda en la ribera relacionada con un tiroteo ocurrido en julio de 2019, el cual dejó a un hombre paralizado. Aunque el dispositivo estaba inutilizable, la tarjeta SIM seguía funcionando y permitió vincular el aparato al número telefónico de Daniel Kelly, un hombre de 46 años que se encontraba bajo sospecha policial. Lo que parecía ser tan solo otro dispositivo perdido se convirtió así en el punto de partida para una reconstrucción minuciosa que culminó en la condena por conspiración para asesinar de Kelly y los hermanos Stewart y Louis Ahearne, de 46 y 36 años respectivamente. En Xataka La exención de aranceles a móviles y ordenadores obedece a un motivo simple: EEUU se estaba pegando un tiro en el pie Un plan meticuloso. La víctima, Paul Allen, de 45 años, no era un desconocido para el mundo del crimen: el hombre había cumplido condena por su participación en el robo a un depósito de Securitas en 2006, considerado uno de los mayores asaltos en la historia del Reino Unido, con un botín de 68 millones de dólares. Tras ser liberado en 2016, Allen parecía haber retomado una vida normal hasta que, el 11 de julio de 2019, recibió seis disparos en su cocina que lo dejaron paralítico. La investigación reveló que Kelly y los hermanos Ahearne lo habían estado vigilando durante semanas, incluso instalando un dispositivo de rastreo en su automóvil. Las coordenadas obtenidas gracias a registros del iPad, cámaras de seguridad y tecnología de reconocimiento de matrículas permitieron reconstruir los movimientos de los atacantes, quienes utilizaron un Renault Captur alquilado (el mismo modelo de vehículo empleado en un robo anterior) para seguir a su víctima hasta el día del atentado. Conexiones internacionales. Plus: el caso no se limitaba a un solo crimen. Un mes antes del ataque en Londres, en junio de 2019, dos jarrones de la dinastía Ming y una copa fueron robados del Museo de Artes del Lejano Oriente en Ginebra, Suiza. La investigación reveló vínculos directos entre aquel robo y el trío británico, en especial por el uso de vehículos alquilados bajo el mismo patrón. Stewart y Louis Ahearne fueron extraditados a Suiza y condenados en enero a tres años y medio de prisión, una multa de 60.000 dólares y la prohibición de entrar en el país durante cinco años. Las similitudes operativas entre ambos crímenes (el sigilo, el uso de autos de alquiler, los tiempos de ejecución) dibujaron el perfil de un grupo calculador, sistemático y con ambiciones tanto en el crimen organizado como en el robo internacional de artefactos culturales. Una pregunta sin respuesta. El hallazgo del iPad fue calificado por el detective Matt Webb, a cargo de la investigación tanto en Londres como en Suiza, como una “sorpresa total”, y reafirmó la teoría del caso de que el dispositivo había sido utilizado para coordinar comunicaciones y seguir los movimientos de la víctima. “¿Por qué alguien sentiría la necesidad de arrojar un iPad al río?”, se preguntó Webb, apuntando a una clara intención de borrar pruebas. Aunque los acusados negaron su participación durante el juicio, las pruebas tecnológicas fueron contundentes. La policía no solo conectó sus movimientos a los hechos, sino que también estableció su patrón de acción en ambos delitos. La condena de los tres hombres marcaba así el final de una investigación compleja, y ponía de manifiesto el peso de la evidencia digital, incluso una que parecía haber quedado sepultada en el barro. En Xataka En 2007, Steve Jobs salió al escenario con un iPhone que apenas funcionaba: lo salvó un guion que no admitía ni un desvío Un crimen “de cine”. Para el detective Webb, además, el caso parecía sacado de un guion de Hollywood. Tenía todos los elementos: un dispositivo perdido en un río, una víctima con un oscuro pasado, vigilancias meticulosas, viajes internacionales, obras de arte robadas y la caída de un grupo de criminales tras una pieza de tecnología rescatada contra todo pronóstico. Con todo, como él mism

La historia podría servir perfectamente para una próxima campaña de Apple donde quiera reforzar esa idea de durabilidad de sus dispositivos. En este caso, además, con un final inesperado. A finales de noviembre del año pasado, una noticia desconocida para el gran público llegó hasta la policía de Londres. Alguien había dado con un iPad que llevaba demasiado tiempo bajos las aguas del Támesis. En su interior, una tarjeta SIM con una revelación sorprendente.
Un iPad olvidado como clave. Como explicaba el Washington Post, el dispositivo llevaba más de cinco años después de haber sido arrojado al río Támesis, un iPad cubierto de barro que finalmente emergió como pieza fundamental en una investigación criminal que parecía haberse quedado en tierra de nadie. Al parecer, la tablet la encontró la unidad de policía fluvial de Londres durante una búsqueda en la ribera relacionada con un tiroteo ocurrido en julio de 2019, el cual dejó a un hombre paralizado.
Aunque el dispositivo estaba inutilizable, la tarjeta SIM seguía funcionando y permitió vincular el aparato al número telefónico de Daniel Kelly, un hombre de 46 años que se encontraba bajo sospecha policial. Lo que parecía ser tan solo otro dispositivo perdido se convirtió así en el punto de partida para una reconstrucción minuciosa que culminó en la condena por conspiración para asesinar de Kelly y los hermanos Stewart y Louis Ahearne, de 46 y 36 años respectivamente.
Un plan meticuloso. La víctima, Paul Allen, de 45 años, no era un desconocido para el mundo del crimen: el hombre había cumplido condena por su participación en el robo a un depósito de Securitas en 2006, considerado uno de los mayores asaltos en la historia del Reino Unido, con un botín de 68 millones de dólares. Tras ser liberado en 2016, Allen parecía haber retomado una vida normal hasta que, el 11 de julio de 2019, recibió seis disparos en su cocina que lo dejaron paralítico.
La investigación reveló que Kelly y los hermanos Ahearne lo habían estado vigilando durante semanas, incluso instalando un dispositivo de rastreo en su automóvil. Las coordenadas obtenidas gracias a registros del iPad, cámaras de seguridad y tecnología de reconocimiento de matrículas permitieron reconstruir los movimientos de los atacantes, quienes utilizaron un Renault Captur alquilado (el mismo modelo de vehículo empleado en un robo anterior) para seguir a su víctima hasta el día del atentado.
Conexiones internacionales. Plus: el caso no se limitaba a un solo crimen. Un mes antes del ataque en Londres, en junio de 2019, dos jarrones de la dinastía Ming y una copa fueron robados del Museo de Artes del Lejano Oriente en Ginebra, Suiza. La investigación reveló vínculos directos entre aquel robo y el trío británico, en especial por el uso de vehículos alquilados bajo el mismo patrón.
Stewart y Louis Ahearne fueron extraditados a Suiza y condenados en enero a tres años y medio de prisión, una multa de 60.000 dólares y la prohibición de entrar en el país durante cinco años. Las similitudes operativas entre ambos crímenes (el sigilo, el uso de autos de alquiler, los tiempos de ejecución) dibujaron el perfil de un grupo calculador, sistemático y con ambiciones tanto en el crimen organizado como en el robo internacional de artefactos culturales.
Una pregunta sin respuesta. El hallazgo del iPad fue calificado por el detective Matt Webb, a cargo de la investigación tanto en Londres como en Suiza, como una “sorpresa total”, y reafirmó la teoría del caso de que el dispositivo había sido utilizado para coordinar comunicaciones y seguir los movimientos de la víctima. “¿Por qué alguien sentiría la necesidad de arrojar un iPad al río?”, se preguntó Webb, apuntando a una clara intención de borrar pruebas.
Aunque los acusados negaron su participación durante el juicio, las pruebas tecnológicas fueron contundentes. La policía no solo conectó sus movimientos a los hechos, sino que también estableció su patrón de acción en ambos delitos. La condena de los tres hombres marcaba así el final de una investigación compleja, y ponía de manifiesto el peso de la evidencia digital, incluso una que parecía haber quedado sepultada en el barro.
Un crimen “de cine”. Para el detective Webb, además, el caso parecía sacado de un guion de Hollywood. Tenía todos los elementos: un dispositivo perdido en un río, una víctima con un oscuro pasado, vigilancias meticulosas, viajes internacionales, obras de arte robadas y la caída de un grupo de criminales tras una pieza de tecnología rescatada contra todo pronóstico.
Con todo, como él mismo señaló, la realidad tras esa narrativa es mucho más sombría. Lo que comenzó como una vendetta planificada terminó en una tragedia irreversible para la víctima, y en la cárcel para sus agresores. En última instancia, fue la tenacidad de los investigadores, la capacidad de reconstruir cada hilo y la aparición inesperada de ese iPad mugriento lo que permitió que la justicia cerrara un capítulo tan oscuro como fascinante.
Imagen | Metropolitan Police
En Xataka Móvil | Cómo protegerse ante el SIM Swapping, la amenaza que preocupa a la Policía y cada vez está más presente en España
En Xataka Móvil | El duplicado de SIM puede afectarte sin que lo sepas: así combaten el SIM Swapping los operadores
-
La noticia
Un iPad se pasó cinco años sumergido en el río Támesis. Alguien lo encontró y su tarjeta SIM ha resuelto un crimen
fue publicada originalmente en
Xataka Móvil
por
Miguel Jorge
.