¿Puede la inteligencia artificial rescatar a X de Elon Musk?

Elon Musk se dedica a jugar con sus piezas en el tablero empresarial: xAI, su compañía de desarrollo de inteligencia artificial, acaba de adquirir X, anteriormente conocida como Twitter, en una operación valorada en 33,000 millones de dólares en acciones. La noticia no deja de ser llamativa: Musk, en esencia, se ha vendido una empresa …

Mar 29, 2025 - 19:55
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¿Puede la inteligencia artificial rescatar a X de Elon Musk?

IMAGE: OpenAI's DALL·E, via ChatGPT

Elon Musk se dedica a jugar con sus piezas en el tablero empresarial: xAI, su compañía de desarrollo de inteligencia artificial, acaba de adquirir X, anteriormente conocida como Twitter, en una operación valorada en 33,000 millones de dólares en acciones.

La noticia no deja de ser llamativa: Musk, en esencia, se ha vendido una empresa a sí mismo, integrando así dos de sus proyectos bajo un mismo paraguas. Esta transacción, que valora xAI en alrededor de 80,000 millones de dólares, tiene cierta lógica desde la visión que Musk siempre promueve: la integración de inteligencia artificial avanzada con plataformas digitales masivas. De hecho, xAI llevaba ya tiempo tomando prácticamente por asalto X.com, en todos los sentidos.

Pero por supuesto, no todo es bonito: según sus cuentas, desde que Musk adquirió Twitter por 44,000 millones de dólares en 2022, el valor de la plataforma ha caído notablemente hasta los 33,000 millones actuales al descontar la deuda. Una operación que deja en muy mal lugar a los inversores que entraron en la última ronda de financiación de X, situada teóricamente en los mismos 44,000 millones por los que la compró. La depreciación plantea numerosas preguntas sobre la gestión efectiva de Musk y la capacidad real de generar valor tangible más allá de su visión estratégica.

Algunos analistas comparan esta adquisición con movimientos anteriores de Musk, como la cuestionada compra de SolarCity por parte de Tesla en 2016, considerando los potenciales conflictos de interés y oportunidades para la opacidad financiera y el insider trading que tienen lugar cuando una misma persona controla ambos lados de una operación financiera significativa. Para ejemplo, los compradores de la deuda que Musk tomó para adquirir Twitter, que habrán visto cómo se revaloriza y que muy probablemente tuvieron información privilegiada sobre la operación.

¿Se trata entonces de un movimiento estratégico sólido para fortalecer ambas compañías, o es más bien una maniobra diseñada para consolidar poder y restaurar artificialmente el valor de un activo en problemas? Es pronto para decirlo con certeza, pero lo claro es que, una vez más, Musk se dedica a la prestidigitación financiera, y esos movimientos siempre merecen una atención crítica y vigilancia que sabemos que, dado su estatus como co-presidente de facto del país, no va a tener lugar.

No nos engañemos: esto no es una fusión de iguales. Es una conquista corporativa, una vuelta de honor para la gran visión de xAI de un futuro donde la inteligencia artificial no solo asiste, sino que directamente se adueña de la conversación. X.com, con su caótico caldo de opiniones humanas ultraconservadoras, se convierte en el laboratorio perfecto para los experimentos de xAI, porque por supuesto, nada avanza tanto el descubrimiento científico como chapotear en un lodazal de opiniones incendiarias y hilos conspiranoicos. Parece fácil imaginar el discurso en la sala de juntas: «tomemos el megáfono más ruidoso de internet y hagámoslo… ¿más inteligente? Claro, eso tiene que funcionar».

Es poético, casi como ver a una serpiente tragarse su propia cola, pero con más notitas auto-laudatorias en X y menos escamas. El tiempo dirá si esta fusión aporta innovación tangible o si simplemente refleja otra simple ambición personal y una enfermiza fijación con la letra X disfrazada de estrategia corporativa.

Y así, aquí seguimos, presenciando el lento y sarcástico vals de lo inevitable: X.com, antes Twitter, que alguna vez fue símbolo de las conversaciones de una humanidad cruda y sin filtros, ahora recibe una flamante correa nueva, cortesía de xAI, una compañía de inteligencia artificial. ¿Será el símbolo de su doma? ¿O seguirá gritando al éter, solo que ahora sobre todo consignas ultraderechistas con un leve eco robótico? El tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: la ironía de que una plataforma construida sobre el ruido humano sea engullida por una entidad amante de las máquinas es tan densa que podrías untarla sobre una tostada. Buen provecho, futuro.

¿Puede una gestión más centrada en la inteligencia artificial y la optimización salvar a X de seguir convirtiéndose en el medio de comunicación oficioso de la ultraderecha mundial? ¿O mejor perdemos definitivamente la esperanza, abandonamos la patética cámara de espejos de Musk y nos vamos a otro sitio?