Nuestras impresiones de Baby Steps
Tuvimos la oportunidad de ver Baby Steps por primera vez en junio de 2023 y, después de ese primer vistazo, la verdad es que no sabía qué pensar. Cuando llevas más de treinta años jugando a videojuegos, hay poca cosa que te sorprenda, pero el tráiler de presentación de este juego despertó en mí emociones […]

Tuvimos la oportunidad de ver Baby Steps por primera vez en junio de 2023 y, después de ese primer vistazo, la verdad es que no sabía qué pensar. Cuando llevas más de treinta años jugando a videojuegos, hay poca cosa que te sorprenda, pero el tráiler de presentación de este juego despertó en mí emociones que no alcanzaba a comprender. No lograba decidirme: por una parte, sentía que nunca había visto nada parecido. Por otro lado, no tenía claro si el concepto se tendría en pie por sí solo. Después de una hora probando el juego, ya no me queda duda.
El juego comienza poniéndonos en situación. El protagonista es un hombre hecho y derecho llamado Nate, y Baby Steps os lanza a su mundo abierto sin previo aviso. Empezáis aprendiendo a caminar y se os anima a escapar de una cueva que sirve como área de tutorial, y es entonces cuando dais vuestros primeros pasitos por el mundo abierto del juego, con una única meta en mente: alcanzar la montaña que veis en la distancia.
A los confines de la Tierra
La montaña de la que hablamos no se trata de una zona separada por cinemáticas y salas de carga, sino un objetivo geográfico concreto que tendría que alcanzar en tiempo real, pasito a pasito. Sin duda, este hecho fue lo que terminó de impresionarme.
«Comenzamos con un mapa mucho más pequeño», comenta Bennett Foddy, uno de los diseñadores de Baby Steps. «Luego, para probar, hice un mapa que era de unos 100 metros de ancho, y nos quedó claro de inmediato que ese cambio hacía la experiencia de juego mucho más interesante, pues combinaba la búsqueda estratégica de rutas con el movimiento táctico de los pies. Además, ¡todo el mundo sabe que crear un mundo abierto está tirado!».
Pasito a pasito
Una vez superé esa primera impresión del mundo abierto, abandoné de inmediato la ruta principal para centrarme en algo más interesante que me llamó la atención, y me dirigí hacia lo que parecía un tiovivo en la distancia. Como el juego no incluye mapa ni indicadores de ningún tipo, el jugador decide adónde va en todo momento. A lo lejos se observan hogueras de campamento que señalan la dirección «correcta» en la que avanzar. Mientras avanzaba entre fango, charcos, palos y rocas, las características del mando DualSense tuvieron ocasión de brillar: cada textura va asociada a su correspondiente sensación, y sentía claramente el satisfactorio crujido de la tierra y otros materiales bajo mis pies.
«Incluye un revolucionario sistema experimental de música que va sincronizado con la simulación al caminar», explica Foddy. «Además, creo que hemos logrado crear una historia para reflexionar a partir de la situación de Nate. Y es un juego que está repleto de sorpresas».
Tras dejar atrás el tutorial inicial sin despeinarme y empezar a avanzar hacia lo que parecía una extraña y desolada feria, me llamó la atención un objeto misterioso en lo alto del tiovivo. Había llegado la hora de enfrentarme a mi primer desafío: los salientes de media altura y las superficies resbaladizas.
Era incapaz de dejar atrás ese objeto, así que me pasé un rato intentando entender cómo levantar las rodillas lo suficiente como para dar un paso lo bastante amplio y superar el saliente sin perder el equilibrio y caerme. Aunque solo me llevó un par de minutos, me sentí como si acabara de aplastar a un jefe en una ardua batalla. ¿Qué me esperaría en lo alto de esa ladera en espiral? Un sombrero.
Un sombrero normal y corriente, sí, pero repleto de sorpresas que es mejor que descubráis por vuestra cuenta. Baby Steps tiene montones de coleccionables por descubrir, y su propósito forma parte de la aventura del juego. Eso sí, ninguno de ellos os enseñará a caminar mejor: eso queda en vuestras manos (o en vuestros pies, mejor dicho).
Pero que no cunda el pánico: los desarrolladores me han garantizado que el juego tiene algo que ofrecer para jugadores de todos los niveles. Eso es lo bonito de los mundos abiertos: si os caéis o fracasáis, nada os impide dirigiros a otro punto de interés o merodear hasta toparos con alguna sorpresa.
«Siempre me ha gustado crear juegos difíciles, pero que no echan para atrás a demasiados jugadores», comenta Foddy. «En este caso, nos hemos esforzado para diseñar un juego que parece complicado, pero que ofrece una experiencia bastante relajada. De hecho, probablemente nos hayamos pasado de fácil».
Suerte en vuestra travesía
No hay puntos de guardado, no hay forma de morir y no hay viajes rápidos. El único cambio es si se tiene o no la capacidad de caminar erguido por el terreno. Si bien es cierto que el juego tiene una historia y un final concretos, es posible seguir explorando tras los créditos.
Como muchos otros juegos de este estilo, vosotros decidís cuánto aprendéis sobre el mundo del juego. Para mí, Nate no era más que un avatar a través del cual podía explorar ese mundo, pero tras unos cuantos descubrimientos y un par de comentarios bastante crípticos, descubrir los entresijos de su situación se convirtió en mi absoluta prioridad.
Aunque no tuve mucho tiempo para jugar, sí que me sirvió para conocer a unos cuantos personajes secundarios, algunos de los cuales es muy fácil pasar por alto. Siempre había algún hilo del que tirar o alguna montaña (metafórica o literal) que escalar. Le pregunté al equipo si el viaje de Nate pretendía comunicar algún tipo de gran mensaje o si simplemente se trataba de un tipo con un objetivo.
«Todo el mundo tiene días en los que se siente un poco incómodo», explica Foddy. «Un poco torpe, o quizá algo confuso y perdido. Creo que cualquiera puede verse reflejado. Pero el poder de esos glúteos es algo que solo puedo alcanzar a envidiar, la verdad».
No me esperaba enamorarme de esta forma de un juego en el que cada paso es un desafío, pero aquí estamos. No me importó en absoluto dedicar diez minutos e incluso una hora a conseguir ese objeto que quedaba justo fuera de mi alcance o a investigar lo que ocultaba esa peculiar estructura en la lejanía. No tengo ni idea de qué nos espera en Baby Steps, pero me muero de ganas de poner un pie delante del otro para descubrirlo.