Apple, brazos robóticos y el futuro de la fabricación del iPhone en EE.UU.
Descubre el reto de Apple para fabricar iPhones en EE.UU.: robots, costes, empleos y sostenibilidad.

La posibilidad de que Apple traslade la fabricación de los iPhone desde China a Estados Unidos ha sido, durante años, tema de debate tanto en el sector tecnológico como en la esfera política norteamericana. Con la llegada de los últimos aranceles y la presión de la administración estadounidense, esta potencial mudanza productiva ha cobrado renovada actualidad. Sin embargo, el propio Tim Cook, CEO de Apple, ha dejado claro que la materialización de este movimiento depende críticamente de un factor: el acceso a tecnología de brazos robóticos avanzados capaces de mantener los estándares de escala y precisión que la marca exige.
El contexto: presión política y guerra comercial por la fabricación del iPhone
La discusión sobre el traslado de la fabricación del iPhone a Estados Unidos viene de lejos, impulsada principalmente por el deseo estadounidense de fortalecer la producción industrial local y reducir la dependencia de China. La administración Trump, siguiendo una línea proteccionista, llegó a imponer un arancel de hasta el 145 % sobre los productos de electrónica procedentes de China, aunque los smartphones contaron con prórrogas temporales para sus importaciones.
El Secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick, se ha erigido como portavoz de la presión gubernamental para que Apple traslade la producción de sus dispositivos estrella a suelo estadounidense. Según Lutnick, Apple estaría esperando la llegada de brazos robóticos avanzados para dar el paso definitivo a la fabricación local, asegurando que la compañía solo podrá mantener sus niveles de precisión y escala productiva usando esta tecnología.
El papel de Tim Cook y la visión de Apple
Tim Cook ha sido claro a lo largo de los años acerca de los motivos por los que Apple sigue produciendo en China. La razón principal no es simplemente el coste de la mano de obra, sino la enorme cantidad de trabajadores e ingenieros altamente cualificados y especializados en herramientas de precisión con los que cuenta el gigante asiático. «En Estados Unidos, difícilmente llenarías una sala de conferencias con especialistas en ingeniería de herramientas; en China, llenas estadios de fútbol», ha llegado a señalar Cook en entrevistas recientes.
Cook ha reconocido, durante conversaciones privadas con responsables políticos estadounidenses, que su mayor preocupación no es tanto el coste, sino el riesgo de dependencia de la mano de obra extranjera. Según ha relatado Lutnick, el propio CEO de Apple expresó: «Necesito tener los brazos robóticos para hacerlos a una escala y precisión que me permita traerlo aquí. Y el día que los tenga disponibles lo traeré porque no me gusta emplear a toda esta cantidad de gente en el extranjero; ese es mi riesgo más grande. ¿Qué pasa si en China hay una huelga o malestar social y de repente pierdo la mano de obra?»
Las dificultades logísticas y económicas de fabricar en Estados Unidos
La propuesta de producir el iPhone íntegramente en EE.UU. se enfrenta a una serie de retos titánicos. Replicar el ecosistema logístico y productivo del sudeste asiático implicaría no solo enormes inversiones, sino afrontar la escasez de mano de obra cualificada en el país norteamericano. Según analistas como Dan Ives, de Wedbush Securities, los costes de trasladar toda la compleja cadena de suministro y especialización a EE.UU. serían «enormes y, para muchos, prohibitivos».
Ni siquiera la gran inversión de Apple en EE.UU. (más de 500.000 millones de dólares en los últimos años) ha logrado todavía crear una base industrial comparable a la china. Además, los salarios estadounidenses, mucho más altos que los de Asia, y la falta de disponibilidad de millones de trabajadores con experiencia específica (la tasa de paro es baja y muchos buscan empleos de mayor cualificación), dificultan aún más este objetivo.
Como referencia, solo el ensamblaje de un iPhone 16 requiere de hasta 50.000 personas repartidas en diferentes turnos y líneas de montaje. Mientras que en China la semana laboral puede superar las 46 horas, en Estados Unidos apenas alcanza las 38, lo que dispararía la necesidad de contrataciones y costes.
¿Por qué China sigue siendo epicentro de la producción tecnológica?
Existe la idea equivocada de que las empresas como Apple ensamblan sus productos en China únicamente por los bajos costes laborales. Sin embargo, tanto Tim Cook como otros directivos de la industria han recalcado que la clave es la increíble concentración de profesionales capacitados y la experiencia acumulada durante décadas en la gestión de procesos de alta precisión.
Las declaraciones de Cook lo dejan claro:
La cantidad de ingenieros de herramientas de precisión en China es tan alta que podrías llenar varias canchas de fútbol. En EE.UU., no llenarías ni una sala de conferencias.
Este factor es aún más relevante que el dinero. La especialización y la enorme escala permiten a Apple fabricar millones de dispositivos con una coordinación y eficiencia que, por ahora, Estados Unidos no puede igualar.
El camino alternativo: el caso de India como nueva apuesta de Apple
Viendo las crecientes dificultades y los riesgos geopolíticos, Apple ha ido diversificando poco a poco su producción, apostando especialmente por India. La producción india comenzó en 2017 con modelos de menor coste como el iPhone SE, pero desde 2023 ya se ensamblan allí versiones insignia para lanzamiento global.
Según estimaciones de IDC India, en 2024 Apple produjo entre 40 y 43 millones de iPhones en la India, exportando la mayoría fuera del país. Sin embargo, si quisiera cubrir exclusivamente el mercado estadounidense -donde se venden más de 60 millones de iPhones al año- tendría que duplicar (o más) la capacidad de sus plantas indias.
La apuesta por India tampoco está exenta de desafíos. Tata Electronics, que lidera la producción local en colaboración con gigantes como Foxconn y Pegatron, aún debe mejorar su tasa de rendimiento, que en la fábrica de Hosur fue solo del 50 % en 2023, lejos de los estándares exigidos por Apple. La presión para aumentar la calidad e incrementar la producción en pocos años será intensa.
Automatización, robótica y revolución industrial 2.0: ¿la solución definitiva?
El sueño de trasladar la fabricación de dispositivos como el iPhone a territorio estadounidense podría hacerse realidad únicamente con la llegada de una automatización avanzada. La robótica y la inteligencia artificial son el factor que, según Apple y las autoridades estadounidenses, permitirían reemplazar –al menos parcialmente– gran parte de la mano de obra humana.
La referencia aquí es clara: Apple necesita brazos robóticos avanzados para garantizar la precisión y la rapidez del ensamblaje. Solo así se podría producir a la escala de decenas de millones de dispositivos anuales sin multiplicar los costes laborales hasta niveles insostenibles. Elon Musk y Tesla ya han avanzado en este sentido con sus robots Optimus en la industria automovilística, y la propia Apple ha incorporado grados crecientes de automatización en sus líneas de montaje.
De hecho, según informaciones recogidas por medios especializados, Apple ha logrado reducir hasta un 50 % la cantidad de trabajadores humanos en determinadas fases del ensamblaje del iPhone, especialmente con la instalación de brackets metálicos y circuitos impresos de los modelos más recientes. Aunque aún no se ha alcanzado una automatización completa, la tendencia es clara: las máquinas, supervisadas por técnicos cualificados, irán ganando terreno.
El desafío de las tierras raras y los cuellos de botella en la cadena de suministro
Entre los materiales más críticos para la fabricación de iPhones y otros dispositivos electrónicos destacan las tierras raras, esenciales para componentes como motores hápticos, imanes, sensores y circuitos avanzados.
China domina tanto la extracción como el refinado de tierras raras a nivel mundial. Esta posición privilegiada le otorga un papel estratégico en la cadena de suministro global, al punto de haber impuesto restricciones a la exportación de algunos de estos materiales en el pasado para presionar en disputas comerciales y tecnológicas.
Estados Unidos, y más concretamente Apple, están tratando de aumentar la tasa de reciclaje de tierras raras –apenas entre un 1 % y un 4 % en la actualidad– y de impulsar la investigación con nuevas técnicas menos contaminantes. Robots como Taz, diseñados para triturar y separar de manera precisa los imanes de módulos de audio, representan el siguiente paso en automatización avanzada aplicable al reciclaje.
Impacto en el empleo y la formación: ¿es viable una «revolución industrial americana»?
Uno de los argumentos más repetidos por quienes apoyan la relocalización de la producción de iPhones en EE.UU. es el impacto positivo en el empleo técnico cualificado y la creación de puestos de trabajo con salarios elevados. Según la administración Trump y la visión de Lutnick, los nuevos empleos no serían de simple ensamblaje en cadena, sino roles de técnicos, ingenieros y supervisores de líneas automatizadas, capaces de «dirigir fábricas» en vez de realizar tareas repetitivas.
Sin embargo, la realidad laboral estadounidense presenta ciertos obstáculos. La tasa de empleo es alta, y la mayoría de los trabajadores estadounidenses prefieren sectores con mayor proyección o menos exigencia física, como los tecnológicos, financieros o de servicios. Además, coordinar a millones de trabajadores formados en manufactura avanzada y en turnos prolongados no es tarea sencilla.
Referencias comparativas como el Brexit muestran cómo la reasignación masiva de ciertos empleos industriales puede toparse con resistencia social, escasez de personal dispuesto y la necesidad de una formación técnica que lleva años desarrollar. El reto de Estados Unidos radica en formar a miles de técnicos e ingenieros capaces de operar y mantener los sistemas robóticos y automatizados que sustituirían progresivamente a la mano de obra tradicional.
¿Estamos ante el inicio de una nueva era industrial impulsada por la IA y la robótica?
La estrategia de Apple y las presiones políticas para relocalizar la fabricación de iPhones en Estados Unidos no pueden entenderse sin tener en cuenta el contexto de la actual revolución industrial 4.0. El avance imparable de la inteligencia artificial, los sistemas de automatización y los robots especializados están transformando la manera de producir dispositivos tecnológicos en todo el mundo.
El pronóstico tecnológico apunta a que, en las próximas décadas, el ensamblaje totalmente automatizado será no solo viable, sino indispensable para mantener la competitividad global y la sostenibilidad medioambiental. Apple, con su apuesta por la robótica, sienta hoy las bases de lo que podría ser la industria manufacturera de las próximas generaciones, donde los técnicos humanos pasan a supervisar y perfeccionar las líneas robotizadas.
No obstante, alcanzar el nivel de precisión y versatilidad que requiere el ensamblaje de un iPhone aún depende de la interacción con trabajadores humanos. Tareas minuciosas y cambios de modelo exigen atención y destreza que las máquinas todavía no igualan, aunque la brecha se acorta cada año con nuevas generaciones de robots inteligentes.
Un impacto claro en el precio de los dispositivos
El futuro, como reconoce Tim Cook y los analistas industriales, no será una dicotomía entre humanos y robots, sino un trabajo conjunto donde la especialización y la reconfiguración constante serán la clave del éxito. La llegada de brazos robóticos avanzados podría ser el primer paso real hacia la relocalización de la producción de dispositivos como el iPhone en suelo estadounidense.
La fabricación del iPhone en Estados Unidos sigue dependiendo de la evolución de la robótica avanzada y la reorganización de toda la cadena de suministro global. Las presiones políticas, el auge de la automatización y la apuesta de Apple por la economía circular marcarán los próximos años en esta apasionante partida tecnológica y geopolítica, donde cada avance tendrá repercusiones inmediatas tanto en el precio del producto final como en los equilibrios internacionales de poder y sostenibilidad.