En su lucha contra las pantallas Francia ha encontrado algo: los menores de seis años corren un serio peligro
Seguramente pocos lo recuerdan, pero en junio de 2018 Francia se erigió como nación pionera en el planeta. En aquellas fechas, los legisladores franceses votaron a favor de la prohibición de los móviles en los colegios de estudiantes menores de 15 años. Un hecho sin precedentes que luego se ha visto replicado y ampliado en muchas otras naciones. Ahora, el país ha alertado sobre los menores de seis años. Pantallas y cerebros en desarrollo. Lo contaba el Guardian hace unas horas. Cinco de las principales sociedades médicas francesas han emitido una carta abierta al gobierno en la que instan a prohibir la exposición de los niños menores de seis años a cualquier tipo de pantalla (televisores, tabletas, teléfonos, videojuegos u ordenadores) argumentando que incluso un uso breve puede provocar daños permanentes en el desarrollo cerebral. La carta, firmada por expertos en pediatría, salud pública, oftalmología, psiquiatría infantil y salud ambiental, denuncia que ya se ha producido un impacto profundo en una generación infantil “sacrificada en el altar de la ignorancia”, y llama a una revisión urgente de las políticas públicas en materia digital y educativa. Las pantallas, sostienen, no solo no satisfacen las necesidades del cerebro infantil, sino que interfieren activamente en su maduración neurológica, afectando la atención, la memoria, el lenguaje, la motricidad y el desarrollo socioemocional. El mensaje es claro: los niños pequeños no son adultos en miniatura, y ni la tecnología en sí ni sus contenidos (ni siquiera los supuestamente educativos) están adaptados a las características de un cerebro en crecimiento. En Xataka Ahora sabemos qué hacía el ejército de EEUU en Finlandia. Rusia está expandiendo sus tropas en su frontera con Europa Epidemia silenciosa. Aunque en Francia ya se recomienda evitar pantallas antes de los tres años y limitar su uso entre los tres y los seis a situaciones ocasionales y bajo supervisión adulta, los especialistas consideran que estas directrices son insuficientes. Proponen una prohibición firme tanto en el entorno doméstico como en el escolar. Cada día, dicen, profesionales de la salud y educadores en jardines de infancia observan los efectos acumulativos de esta exposición precoz: niños con retraso en el habla, déficit de atención, inquietud motriz y dificultades cognitivas, fenómenos que no se limitan a un entorno social determinado, pero que afectan con más fuerza a los hogares más vulnerables, acentuando desigualdades ya existentes. En lugar de pantallas, sugieren retomar prácticas básicas como la lectura en voz alta, el juego libre, las actividades físicas, artísticas y creativas, e incluso los juegos de mesa como herramientas esenciales del desarrollo sano. Riesgo normalizado. Contaba el Guardian que la normalización del uso de pantallas en la primera infancia ha sido facilitada por una cultura que delega en la tecnología funciones que antes correspondían al entorno humano: entretener, calmar, enseñar o distraer. Sin embargo, ha tenido un coste neurológico y emocional que apenas comienza a dimensionarse. La analogía que plantean los expertos es contundente: nadie dejaría cruzar la calle solo a un niño de cinco años... entonces, ¿por qué exponerlo a un entorno digital que compromete su salud mental, emocional e intelectual a largo plazo? Un estudio. A este respecto, un informe encargado por el presidente Emmanuel Macron reveló que, entre 2014 y 2015, los niños franceses de tres a seis años pasaban en promedio 1 hora y 47 minutos diarios frente a una pantalla. Desde entonces, casi ninguna de las recomendaciones de ese informe se ha implementado, con la única excepción de limitar el uso en menores de tres años. Mientras tanto, propuestas recientes como la del ex primer ministro Gabriel Attal buscan extender las restricciones digitales a los adolescentes, incluyendo la prohibición del acceso a redes sociales antes de los 15 años y la imposición de un toque de queda digital nocturno entre los 15 y los 18. En Xataka Este mapa muestra cómo será la Tierra dentro de 250 millones de años. Si se cumple, España tendrá mucha suerte Infancia desprotegida. Como en las iniciativas que hemos venido contando en Reino Unido, lo que está en juego no es simplemente la gestión del ocio infantil, sino el desarrollo cerebral en una etapa decisiva. La carta de los expertos franceses no es un alegato moral ni un grito de nostalgia analógica, sino un llamado clínico fundamentado: las pantallas no son neutrales, y su uso sistemático desde los primeros años está alterando la configuración cognitiva de toda una generación. En ausencia de un consenso amplio o de políticas contundentes, la infancia queda expuesta a un entorno que prioriza la estimulación pasiva, la sobreexposición sensorial y la fragmentación de la atención. En ese c

Seguramente pocos lo recuerdan, pero en junio de 2018 Francia se erigió como nación pionera en el planeta. En aquellas fechas, los legisladores franceses votaron a favor de la prohibición de los móviles en los colegios de estudiantes menores de 15 años. Un hecho sin precedentes que luego se ha visto replicado y ampliado en muchas otras naciones. Ahora, el país ha alertado sobre los menores de seis años.
Pantallas y cerebros en desarrollo. Lo contaba el Guardian hace unas horas. Cinco de las principales sociedades médicas francesas han emitido una carta abierta al gobierno en la que instan a prohibir la exposición de los niños menores de seis años a cualquier tipo de pantalla (televisores, tabletas, teléfonos, videojuegos u ordenadores) argumentando que incluso un uso breve puede provocar daños permanentes en el desarrollo cerebral.
La carta, firmada por expertos en pediatría, salud pública, oftalmología, psiquiatría infantil y salud ambiental, denuncia que ya se ha producido un impacto profundo en una generación infantil “sacrificada en el altar de la ignorancia”, y llama a una revisión urgente de las políticas públicas en materia digital y educativa. Las pantallas, sostienen, no solo no satisfacen las necesidades del cerebro infantil, sino que interfieren activamente en su maduración neurológica, afectando la atención, la memoria, el lenguaje, la motricidad y el desarrollo socioemocional. El mensaje es claro: los niños pequeños no son adultos en miniatura, y ni la tecnología en sí ni sus contenidos (ni siquiera los supuestamente educativos) están adaptados a las características de un cerebro en crecimiento.
Epidemia silenciosa. Aunque en Francia ya se recomienda evitar pantallas antes de los tres años y limitar su uso entre los tres y los seis a situaciones ocasionales y bajo supervisión adulta, los especialistas consideran que estas directrices son insuficientes. Proponen una prohibición firme tanto en el entorno doméstico como en el escolar.
Cada día, dicen, profesionales de la salud y educadores en jardines de infancia observan los efectos acumulativos de esta exposición precoz: niños con retraso en el habla, déficit de atención, inquietud motriz y dificultades cognitivas, fenómenos que no se limitan a un entorno social determinado, pero que afectan con más fuerza a los hogares más vulnerables, acentuando desigualdades ya existentes. En lugar de pantallas, sugieren retomar prácticas básicas como la lectura en voz alta, el juego libre, las actividades físicas, artísticas y creativas, e incluso los juegos de mesa como herramientas esenciales del desarrollo sano.
Riesgo normalizado. Contaba el Guardian que la normalización del uso de pantallas en la primera infancia ha sido facilitada por una cultura que delega en la tecnología funciones que antes correspondían al entorno humano: entretener, calmar, enseñar o distraer. Sin embargo, ha tenido un coste neurológico y emocional que apenas comienza a dimensionarse.
La analogía que plantean los expertos es contundente: nadie dejaría cruzar la calle solo a un niño de cinco años... entonces, ¿por qué exponerlo a un entorno digital que compromete su salud mental, emocional e intelectual a largo plazo?
Un estudio. A este respecto, un informe encargado por el presidente Emmanuel Macron reveló que, entre 2014 y 2015, los niños franceses de tres a seis años pasaban en promedio 1 hora y 47 minutos diarios frente a una pantalla. Desde entonces, casi ninguna de las recomendaciones de ese informe se ha implementado, con la única excepción de limitar el uso en menores de tres años.
Mientras tanto, propuestas recientes como la del ex primer ministro Gabriel Attal buscan extender las restricciones digitales a los adolescentes, incluyendo la prohibición del acceso a redes sociales antes de los 15 años y la imposición de un toque de queda digital nocturno entre los 15 y los 18.
Infancia desprotegida. Como en las iniciativas que hemos venido contando en Reino Unido, lo que está en juego no es simplemente la gestión del ocio infantil, sino el desarrollo cerebral en una etapa decisiva. La carta de los expertos franceses no es un alegato moral ni un grito de nostalgia analógica, sino un llamado clínico fundamentado: las pantallas no son neutrales, y su uso sistemático desde los primeros años está alterando la configuración cognitiva de toda una generación.
En ausencia de un consenso amplio o de políticas contundentes, la infancia queda expuesta a un entorno que prioriza la estimulación pasiva, la sobreexposición sensorial y la fragmentación de la atención. En ese contexto, cada minuto frente a una pantalla se vuelve menos una herramienta y más una renuncia a formas de desarrollo más ricas, humanas y saludables. Los expertos no proponen retroceder en el tiempo ni prohibir la tecnología en abstracto, sino establecer límites claros, adaptar el uso a las etapas del desarrollo y reconocer que el verdadero progreso comienza por proteger lo más básico: el cerebro en formación.
Imagen | Pexels
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La noticia
En su lucha contra las pantallas Francia ha encontrado algo: los menores de seis años corren un serio peligro
fue publicada originalmente en
Xataka Móvil
por
Miguel Jorge
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