Por "seguridad", Microsoft impide actualizar a Windows 11 millones de PC. Y eso pronto será un problema de seguridad mucho mayor
En 2021, Microsoft lanzó Windows 11 basándose en una decisión polémica: la de restringir la actualización del sistema a ordenadores que cumplieran ciertos (exigentes) requisitos de hardware, entre ellos contar con un chip TPM 2.0 (Trusted Platform Module). Según la compañía, esta medida se tomó en nombre de la seguridad del usuario, pero tres años después, eso ha supuesto que millones de usuarios sigan bloqueados usando Windows 10. El problema no solo es de compatibilidad: es una bomba de tiempo de seguridad global que se activará cuando el soporte oficial de Windows 10 finalice en octubre de este mismo año. ¿Qué es TPM y por qué es obligatorio en Windows 11? El Trusted Platform Module (TPM) es un chip especializado incorporado en el hardware del ordenador. Su función principal, según Microsoft, es actuar como un guardián digital que protege los datos sensibles y garantiza que únicamente se ejecute software de confianza en el sistema. Suena bien, aunque así dicho cualquiera podría pensar que es una solución contra el malware o algo así (no es el caso). ¿Cómo funciona el TPM? Cada vez que enciendes tu ordenador, el TPM realiza una verificación del estado del sistema: inspecciona el firmware, el software y los componentes críticos para asegurarse de que no han sido alterados. Si todo parece estar en orden, permite que el equipo arranque normalmente. Pero si detecta anomalías, como un cambio no autorizado en el sistema o malware, puede impedir el inicio del equipo para proteger tus datos. Esta función se conoce como arranque seguro (Secure Boot) y es uno de los pilares de la arquitectura de seguridad de Windows 11. Así mismo, proporciona otras funcionalidades: Protección de datos personales y confidenciales: El TPM puede cifrar los datos del usuario, dificultando que ciberdelincuentes accedan a información crítica como credenciales, archivos privados o información financiera. Activación de funciones avanzadas de seguridad: Funciones como BitLocker (cifrado completo del disco), Windows Hello (autenticación biométrica) y otras medidas de protección de identidad se apoyan directamente en el TPM. En Genbeta Hay una solución para seguir usando Windows 10 durante 7 años más, y es Microsoft quien la ofrece La exigencia de TPM en Windows 11 nació como una iniciativa para blindar la seguridad de los equipos frente a amenazas modernas... ¿A cuántos usuarios afecta esta barrera de acceso a Windows 11? Según diversas estimaciones, hasta 400 millones de dispositivos que actualmente ejecutan Windows 10 quedarían fuera del salto a Windows 11 por no cumplir con los requisitos de hardware, principalmente el TPM. Esto incluye a equipos con procesadores anteriores a Intel Core de octava generación o AMD Ryzen de primera generación, que en muchos casos carecen del soporte nativo para TPM 2.0, o lo hacen de forma parcial. El resultado es que una porción masiva del parque informático mundial —en hogares, escuelas, pequeñas empresas e incluso gobiernos— quedará atascada en un sistema operativo que Microsoft dejará de actualizar en poco más de un año. ¿Qué pasará después de octubre de 2025? Cuando el soporte para Windows 10 finalice, esos millones de equipos dejarán de recibir actualizaciones de seguridad críticas, lo que los convertirá en objetivos altamente vulnerables cuando se vayan descubriendo agujeros de seguridad que nunca podrán solucionarse. Como ha ocurrido en casos anteriores (por ejemplo, con Windows XP), esto podría generar: Aumento de ataques cibernéticos masivos, como los propagados por ransomware. Explotación de vulnerabilidades no corregidas por parte de ciberdelincuentes. Fugas de datos en empresas y organizaciones públicas que aún usen esos dispositivos. Mayor fragmentación del ecosistema Windows, con múltiples versiones coexistiendo en diferentes niveles de vulnerabilidad. La ironía es evidente: lo que comenzó como una medida para mejorar la seguridad de Windows podría acabar creando un ecosistema global de sistemas vulnerables. ¿Y qué opciones tendrán los usuarios? Los usuarios afectados tendrán básicamente tres alternativas: Seguir usando Windows 10 sin soporte, exponiéndose a crecientes riesgos de ciberseguridad. Intentar instalar Windows 11 de forma no oficial, omitiendo las comprobaciones de hardware mediante herramientas como Rufus o scripts modificados. Esto conlleva riesgos técnicos y legales, además de que Microsoft podría bloquear estas instalaciones en el futuro. Cambiar de sistema operativo, migrando a una distribución Linux. Esta es una opción viable para usuarios con conocimientos técnicos, pero difícilmente alcanzará a grandes masas de usuarios de a pie. Comprar un nuevo equipo, lo que implica un coste económico significativo y genera un impacto ambiental al desechar millones de PC funcionales. Adoptar Windows 10 IoT Enterpris

En 2021, Microsoft lanzó Windows 11 basándose en una decisión polémica: la de restringir la actualización del sistema a ordenadores que cumplieran ciertos (exigentes) requisitos de hardware, entre ellos contar con un chip TPM 2.0 (Trusted Platform Module). Según la compañía, esta medida se tomó en nombre de la seguridad del usuario, pero tres años después, eso ha supuesto que millones de usuarios sigan bloqueados usando Windows 10.
El problema no solo es de compatibilidad: es una bomba de tiempo de seguridad global que se activará cuando el soporte oficial de Windows 10 finalice en octubre de este mismo año.
¿Qué es TPM y por qué es obligatorio en Windows 11?
El Trusted Platform Module (TPM) es un chip especializado incorporado en el hardware del ordenador. Su función principal, según Microsoft, es actuar como un guardián digital que protege los datos sensibles y garantiza que únicamente se ejecute software de confianza en el sistema. Suena bien, aunque así dicho cualquiera podría pensar que es una solución contra el malware o algo así (no es el caso).
¿Cómo funciona el TPM?
Cada vez que enciendes tu ordenador, el TPM realiza una verificación del estado del sistema: inspecciona el firmware, el software y los componentes críticos para asegurarse de que no han sido alterados. Si todo parece estar en orden, permite que el equipo arranque normalmente.
Pero si detecta anomalías, como un cambio no autorizado en el sistema o malware, puede impedir el inicio del equipo para proteger tus datos. Esta función se conoce como arranque seguro (Secure Boot) y es uno de los pilares de la arquitectura de seguridad de Windows 11.
Así mismo, proporciona otras funcionalidades:
- Protección de datos personales y confidenciales: El TPM puede cifrar los datos del usuario, dificultando que ciberdelincuentes accedan a información crítica como credenciales, archivos privados o información financiera.
- Activación de funciones avanzadas de seguridad: Funciones como BitLocker (cifrado completo del disco), Windows Hello (autenticación biométrica) y otras medidas de protección de identidad se apoyan directamente en el TPM.
¿A cuántos usuarios afecta esta barrera de acceso a Windows 11?
Según diversas estimaciones, hasta 400 millones de dispositivos que actualmente ejecutan Windows 10 quedarían fuera del salto a Windows 11 por no cumplir con los requisitos de hardware, principalmente el TPM. Esto incluye a equipos con procesadores anteriores a Intel Core de octava generación o AMD Ryzen de primera generación, que en muchos casos carecen del soporte nativo para TPM 2.0, o lo hacen de forma parcial.
El resultado es que una porción masiva del parque informático mundial —en hogares, escuelas, pequeñas empresas e incluso gobiernos— quedará atascada en un sistema operativo que Microsoft dejará de actualizar en poco más de un año.
¿Qué pasará después de octubre de 2025?

Cuando el soporte para Windows 10 finalice, esos millones de equipos dejarán de recibir actualizaciones de seguridad críticas, lo que los convertirá en objetivos altamente vulnerables cuando se vayan descubriendo agujeros de seguridad que nunca podrán solucionarse. Como ha ocurrido en casos anteriores (por ejemplo, con Windows XP), esto podría generar:
- Aumento de ataques cibernéticos masivos, como los propagados por ransomware.
- Explotación de vulnerabilidades no corregidas por parte de ciberdelincuentes.
- Fugas de datos en empresas y organizaciones públicas que aún usen esos dispositivos.
- Mayor fragmentación del ecosistema Windows, con múltiples versiones coexistiendo en diferentes niveles de vulnerabilidad.
La ironía es evidente: lo que comenzó como una medida para mejorar la seguridad de Windows podría acabar creando un ecosistema global de sistemas vulnerables.
¿Y qué opciones tendrán los usuarios?
Los usuarios afectados tendrán básicamente tres alternativas:
- Seguir usando Windows 10 sin soporte, exponiéndose a crecientes riesgos de ciberseguridad.
- Intentar instalar Windows 11 de forma no oficial, omitiendo las comprobaciones de hardware mediante herramientas como Rufus o scripts modificados. Esto conlleva riesgos técnicos y legales, además de que Microsoft podría bloquear estas instalaciones en el futuro.
- Cambiar de sistema operativo, migrando a una distribución Linux. Esta es una opción viable para usuarios con conocimientos técnicos, pero difícilmente alcanzará a grandes masas de usuarios de a pie.
- Comprar un nuevo equipo, lo que implica un coste económico significativo y genera un impacto ambiental al desechar millones de PC funcionales.
- Adoptar Windows 10 IoT Enterprise LTSC: esta versión de Windows 10 ofrece una ventaja crucial: soporte técnico hasta 2032 en su versión más reciente. En teoría, sería una opción excelente para usuarios que necesitan mantener su equipo seguro sin cambiar de hardware. En la práctica, sin embargo, Microsoft obstaculiza el acceso a esta edición a los usuarios domésticos, pretendiendo enfocarla sólo a fabricantes y clientes corporativos.
Un impacto social y medioambiental subestimado
Y es que el plan de Microsoft ignora también el impacto ecológico de forzar a reemplazar dispositivos que siguen siendo perfectamente utilizables. La producción de ordenadores implica extracción de metales, consumo energético y emisiones de carbono.
Obligar al reemplazo masivo de hardware por requisitos de software acelera la obsolescencia programada y contradice los principios de sostenibilidad que muchas tecnológicas afirman defender.
Desde una perspectiva global, esto también genera una brecha digital: en países en vías de desarrollo, millones de personas y escuelas dependen de equipos que no podrán actualizarse a Windows 11. Esta medida amenaza con dejar atrás a sectores enteros de la población.
¿Qué podría hacer Microsoft?
Si realmente el objetivo es mejorar la seguridad del ecosistema Windows, Microsoft podría explorar soluciones intermedias como:
- Ampliar el soporte de Windows 10 para equipos sin TPM, aunque sea con actualizaciones de seguridad críticas mínimas.
- Facilitar el acceso al público general a Windows 10 IoT Enterprise LTSC, especialmente a través de licencias individuales o minoristas. Esta versión es técnicamente compatible con muchos equipos actuales y ofrece soporte extendido hasta 2032, lo que aliviaría la presión sobre usuarios que no pueden o no quieren renovar su hardware.
Imágenes | Marcos Merino mediante IA
En 3DJuegosPC | Esta es la historia de Windows, desde 1985 hasta W11. Cómo el sistema operativo de Microsoft ha evolucionado con los años
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Por "seguridad", Microsoft impide actualizar a Windows 11 millones de PC. Y eso pronto será un problema de seguridad mucho mayor
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Marcos Merino
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